Steve Reich (1936-)
1.- Double Sextet (2007)
2.- 2x5 (2008)
eighth blackbird. Bang on a Can
Nonesuch 524853-2
En torno a la música minimalista existe un hecho incontestable: Ninguno de sus primeros y más populares cultivadores se ha mantenido fiel al credo que la impulso. Por lo que si se quiere seguir hoy la huella del repetitivismo habrá indefectiblemente que tener los oídos abiertos a propuestas que desde el minimal se han ido transformando en un posmodernismo que, en la mayor parte de las ocasiones, hay que constatar que funciona ejemplarmente bien. O desde luego bastante mejor que en el caso de otros neos empeñados en ser epígonos modernos de los compositores decimonónicos cuya música aparece regurgitada hoy en bravas y tediosas construcciones orquestales (pienso en Rautavaara, Macmillan, parcialmente Pärt y Gorecki, Del Tredici y otros muchos cuya sola enumeración desbordaría el comentario).
Circunscribiéndonos al ámbito estético que nos ocupa, en la música minimalista la melodía ha acabado imponiéndose al ritmo, las fases (por emplear un término tan caro a Steve Reich) se han ampliado generosamente, las duraciones se han hecho más relativas, asequibles y, el producto final, resulta, evidentemente, más tolerable por un público mayoritario. En este sentido el caso de Philip Glass resulta el más paradigmático de todos. Desde creaciones absolutamente geniales dentro del minimal como Einstein on the Beach (1976) o Music in twelve parts (1974) a un oprobio como el Concierto para violín nº2 'American Four Seasons' (2019) la involución ha sido total por más que en el camino hallan quedado piezas estimables como O Corvo Branco, (1998) Monsters of Grace (1998) o su score para el filme The hours (2002).
Quienes hoy se sientan atraídos por el repetitivismo más radical y fiero tendran que hallarlo en compositores fuera del circuito como el histórico y muy activo Charlemagne Palestine (con ejecuciones extenuantes de acordes y clusters en Mother of us all y Strumming music), Tom Johnson (en sus muy fieles a la letra partituras de premisas matemáticas) y, dentro de un ámbito cercano a la drone music y tomando el concepto minimal en su referencia a la simpleza de los materiales, las propuestas sonoras de dos artistas sonoros intocables para quien esto firma, Alvin Lucier y Phil Niblock.
¿Dónde queda hoy la música de Steve Reich, coetano de Glass y con una trayectoria disímil aunque coincidente en la paulatina relajación del discurso? A juicio de lo escuchado en el reciente disco de Nonesuch con dos obras de muy reciente factura -Double Sextet y 2x5- permanece el sustrato, el motor que con desarmante naturalidad siempre ha sido capaz de mover la contagiosa creación del norteamericano. Cierto es que nadie ha de esperar aquí la ambición y apego a los postulados minimalistas de obras maestras como Different Trains (1988) The desert music (1984) o Tehillim (1981) A Reich hace tiempo que le dejó de interesar el gran grupo instrumental para centrarse en obras de pequeño formato y parecido calado. No es ésta una música importante en el sentido de su trascendencia, ahora bien, resulta perfectamente disfrutable e igualmente olvidable. No necesita el músico a estas alturas dar con la medida de la excelencia, atesora en su catálogo un puñado de obras suficientes como para que el valor de su firma permanezca intacto en el futuro.
Steve Reich |
Un sencillo diseño de Nonesuch confiado a la reproducción de un óleo del minimalista Jasper Johns, O-9 (1959) [por cierto inmejorable para ilustrar la parsimoniosa retahíla numérica del inicio del glassiano Einstein] sirve de imagen de presentación al encuentro de dos obras importantes dentro del actual periodo creativo de Reich tras creaciones muy menores como Triple Quartet (1998) o Guitar electric counterpoint (2000).
Tanto Double Sextet como 2x5 están concebidas para sendos conjuntos gemelos de seis y cinco instrumentistas respectivamente. Y en ambos casos el segundo ensemble puede tocar simultáneamente o bien ser pregrabada su parte en soporte electrónico para que un solo grupo pueda interactuar con su doble. En la segunda de ellas, 2x5, escrita para el militantemente neoyorkino (por estética, repertorio y actividad geográfica) Bang on a Can, Steve Reich invoca ideológicamente a Kurt Weill por su asimilación de la música del cabaret y se acerca en resultados a las obras 'clásicas' de Frank Zappa. Con una plantilla que dispone de cuatro guitarras eléctricas, dos bajos, dos pianos y dúo de batería la obra se atiende con agrado y hasta con un punto de ingenuidad -también resuenan aquí los ecos de Rhys Chatham y Glenn Branca- pero carece de ese barniz de vertiginosa precipitación tan propia de su estética pasada. La ejecución, impecable, tampoco da muestras de despeine y así 2x5 quedará como una obra menor a la sombra de sus grandes trabajos precedentes, una mirada más teórica que conseguida al universo del rock desde una óptica aceptablemente repetitiva.
Afirma Reich en la carpetilla del disco que le hubiera gustado haber recibido antes el Premio Pulitzer y cita como excusa la composición de piezas como las soberbias Drumming (1970-71) y Music for 18 musicians (1974-76). Sin embargo el galardón le ha recaído con ocasión del estreno en 2009 de Double Sextet, partitura que el jurado definió como "una gran obra que muestra una inmensa capacidad para canalizar la explosión inicial de energía en una música a gran escala, construida con un control magistral y de fascinante impacto en la escucha". Como se infiere de la lectura de este cúmulo de parabienes el argumento para la condecoración no está llamado a ganar ningún premio de musicología porque, entre otras cosas, tal descripción es idénticamente aplicable a muchas otras composiciones de Reich.
Double Sextet es, en todo caso, y con su tradicional división barroquizante en tres tiempos (fast-slow-fast), una obra de mayor énfasis en la que los patrones sonoros se transforman con dilatada lentitud y, a la postre, sintetiza mucho mejor todo el imaginario sonoro del compositor. Nuevamente la interpretación vuelve a estar fuera de todo examen, a cargo aquí del ensemble eighth blackbird.
La fascinación que siente Reich por las fases y los desfases y por los ritmos entrelazados emergen aquí con un impacto que no advertíamos desde City life (1995). Si Double Sextet no alcanza a situarse entre sus partituras sobresalientes es debido a cierta deriva dramática del movimiento lento y a la estrechez idiomática de unos instrumentos de cuerda que, objetivamente, no acaban de acomodarse bien en estos pentagramas concretos. Por otra parte la intensidad de una coda zigzagueante que parece nunca llegar a concretarse nos refiere una obra de pulsación urbana y enérgica con unísonos tan audaces como clásicos de piano y vibráfono que nos reconcilian con el mejor Steve Reich.
Audición 1: Double Sextet (2007). Tercer movimiento: Fast.
Audición 2: 2x5 (2008). Segundo movimiento: Slow.
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