Ópera Actual Nº 224 (Mayo 2... by Ismael G. Cabral on Scribd
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21 ene 2020
4 jul 2013
Karlheinz Stockhausen, 'SAMSTAG aus LICHT'. BR Musica Viva München (26/29-06-2013)
Ulrich Löffler. |
Anunciada
como una versión ‘cuasi concertante’, SAMSTAG se
ha ofrecido de manera dividida, en varias jornadas, lo que sin duda
ha restado intensidad a la posibilidad que supone experimentar una
creación como esta en una única sesión. Las dos primeras escenas
que reseñaremos corresponden a las interpretadas en la tarde del 26
de junio en el Muffathalle,
una sala volcada principalmente en la programación de música
popular pero que resultó ejemplar para la acogida de las dos
modestas aun solventes presentaciones semiescénicas de Luzifers
Traum y Kathinkas
Gesang (als Luzifer Requiem).
El pianista del Ensemble
musikFabrik Ulrich
Löffler sustituía al anunciado teclista Benjamin Köbler, del mismo
conjunto. Su ejecución no dudaremos en calificarla de referencial
por cuanto que supo resaltar todo el arsenal motívico agazapado
entre el torrencial acúmulo de clusters,
manipulaciones del arpa del piano, insistentes y dramáticos
recitados numéricos, susurros, sonidos de campanas y dinámicas
extremas que plantea la partitura. Serpentearon los anuncios de las
fórmulas que describen a Michael, Eve y Luzifer, protagonistas
de LICHT,
sin temor a mostrar una visión casi hedonista de una partitura
francamente hermosa, menor si se quiere en comparación al resto de
escenas de la ópera, pero con un encantador aire naïf que
corre el peligro de ser enterrado por las técnicas instrumentales
más avantgarde que
se ponen en juego. No estuvo a la altura esperada el bajo Michael
Leibundgut, muy afín al universo Stockhausen (y presente en las
representaciones de SONNTAG y MITTWOCH),
que al menos en su primera interpretación acusó problemas de
afinación. No juzgamos tampoco suficiente su amplificación –culpa
acaso del técnico de sonido, Florian Zwissler-, muy modesta como
para imponerse como auténtico príncipe de las Tinieblas y desde
luego bastante pálida al lado de la registrada en la grabación de
la ópera (editada por StockhausenVerlag)
a cargo del bajo Matthias Hölle.
Michael Leibundgut. |
Kathinka Pasveer. |
contexto de una música que no ceja de sorprendernos por su inmediato calado emocional en el oyente. Alrededor de ella seis percusionistas del Ensemble musikFabrik representaron otras tantas tentaciones que atan al ser a la tierra mediante los seis sentidos (siendo el sexto para el autor de Mixtur el pensamiento). Los músicos, todos ellos revestidos con los ‘instrumentos mágicos’ diseñados por el propio Stockhausen (y traídos desde la Fundación del compositor en Kürten), crearon un clima de transgresora ensoñación, pesadillesco, con insertos tímbricos de abierto humor, también con perceptibles ribetes de música oriental, de la que tanto bebió el creador alemán y que tan originalmente supo incardinar en su imaginario sonoro. La espacialidad que permitía la sala, aquí sí bien utilizada, apoyó una sensación de estar asistiendo a una suerte de ritual místico, de una intensa y reconocible espiritualidad.
Marco Blaauw. |
Helen Bledsoe. |
A las diez de la noche comenzaba en la Kirche St. Michael la cuarta y última escena, Luzifers abschied, cumpliéndose así el deseo del autor de que la conclusión de SAMSTAG se produjera en una iglesia cercana al teatro donde la ópera se haya venido desarrollando. En este caso además se produjo la particularidad que, a los escasos diez minutos que la separaban de la Herkulessaal, el templo de San Miguel de Múnich luce sobre su altar un imponente fresco que muestra al Arcángel Miguel luchando por la Fe y matando al Diablo, presentado en forma de dragón, lo que hacía del recinto un espacio idóneo para el desarrollo de un acto en el que damos la despedida a Lucifer. Escrita para coro masculino, órgano y siete trombones, la obra, redactada con ocasión del octavo centenario de San Francisco de Asís, toma su Himno a las Virtudes como texto central, siendo dividido en trece partes que se corresponden a su vez con el último segmento de la triple fórmula de la ópera.
El
director de orquesta Rupert Huber, al que no vimos durante toda la
'semiescenificación al estar oculto tras un biombo blanco, fue el
encargado de preparar a la sección masculina del Chor
des Bayerischen Rundfunks
con el concurso de Peter Kofler en
el órgano y un conjunto de jóvenes trombonistas del Conservatorio
Superior de la ciudad que, además de su prestancia en este capítulo
conclusivo, también brindaron una imponente a la par que serena
obertura, Luzifer-Gruss, como preámbulo al acto final. Obra
trágica, escalofriante en su oscuro sonar y cargada de simbolismo,
Luzifer-Abschied pareció representar un masivo exorcismo con los
miembros del coro cantando de espaldas al público repartidos por toda
la nave central del templo y corriendo después calzados con zuecos
que producían un intenso efecto percutivo de enorme resonancia que
era acompañado además con otros pequeños instrumentos (campanas,
carracas, pequeños artefactos de madera...) ejecutados por los
propios cantantes, ataviados todos ellos con los hábitos
franciscanos. Con algunos demoledores crescendos -con el apoyo del
órgano de la Iglesia y de los trombones-, la música, de un
cromatismo tan exacerbado que alcanzaba auténticas cotas de delirio,
extasió al público que abarrotaba el templo y que asistió entre el
pasmo y la excitación a un momento único, a una encrespada lucha
entre el bien y el mal. El final de la ópera, ya en el exterior de
la iglesia, supuso la afirmación de las virtudes franciscanas y la
consiguiente victoria del bien rubricada con la liberación del
hermano pájaro, en este caso un cuervo, bellísimo animal muy
habitual en estas tierras. Cabría hace notar en este punto que los
responsables de cualquier escenificación operística, como
espectáculo completo que es, deberían hacer valer las
infinitas capacidades simbólicas del género recurriendo a soluciones igual de plausibles y que no significasen el absurdo recurso de utilizar un ser vivo atemorizado. SAMSTAG concluyó con una ceremonia, tomada por Stockhausen de las tradiciones de Sri Lanka, consistente en la ruptura por parte de los monjes/cantantes de cocos, proceso en el que se exteriorizan deseos, expresados en voz alta, todo ello acompañado por el repique de campanas, que sorprendió a numerosos transeúntes ajenos a la representación, y en esta ocasión, siendo punteado este instante de masivas emociones por una finísima lluvia que volvió a hacer acto de presencia en una jornada inusitadamente fría para tratarse del penúltimo día de junio. En el aire una pregunta cargada de anhelante expectación, ¿cuánto tiempo tendremos que esperar para asistir en algún lugar del mundo a la interpretación de alguno de los otros capítulos restantes de esta arrebatadora heptalogía operística?
* Todas las fotos contenidas en el texto, propiedad de la emisora BR, pueden contemplarse en el siguiente link, junto a una amplia galería gráfica del evento.
infinitas capacidades simbólicas del género recurriendo a soluciones igual de plausibles y que no significasen el absurdo recurso de utilizar un ser vivo atemorizado. SAMSTAG concluyó con una ceremonia, tomada por Stockhausen de las tradiciones de Sri Lanka, consistente en la ruptura por parte de los monjes/cantantes de cocos, proceso en el que se exteriorizan deseos, expresados en voz alta, todo ello acompañado por el repique de campanas, que sorprendió a numerosos transeúntes ajenos a la representación, y en esta ocasión, siendo punteado este instante de masivas emociones por una finísima lluvia que volvió a hacer acto de presencia en una jornada inusitadamente fría para tratarse del penúltimo día de junio. En el aire una pregunta cargada de anhelante expectación, ¿cuánto tiempo tendremos que esperar para asistir en algún lugar del mundo a la interpretación de alguno de los otros capítulos restantes de esta arrebatadora heptalogía operística?
* Todas las fotos contenidas en el texto, propiedad de la emisora BR, pueden contemplarse en el siguiente link, junto a una amplia galería gráfica del evento.
25 ago 2012
Karlheinz Stockhausen, 'MITTWOCH aus LICHT'. Estreno: Birmingham Opera Company (22-08-2012)
Fachada de Argyle Works. Birmingham. |
MIÉRCOLES de LUZ (MITTWOCH aus LICHT / WEDNESDAY from LIGHT), ópera compuesta por
Karlheinz Stockhausen (1928-2007), entre 1995 y 1997, dividida en un
saludo, cuatro escenas y una despedida, para nueve intérpretes (con
flauta, clarinete bajo, trompeta, trombón, cuarteto de cuerdas y bajo
con receptor de onda corta), coro con conductor/cantante, conjunto
instrumental de 13 solistas, intérprete de sintetizador, dos
bailarines-mimos, música electrónica en cinta y proyección sonora.
Anteriores intentos de estrenarla al completo y en versión escénica
fracasaron en Bonn (Alemania) y Suiza. Ha sido la Ópera de Birmingham la que, el pasado 22 de agosto, al abrigo de los
presupuestos culturales de las Olimpiadas de Londres, ha logrado presentar el último capítulo de la heptalogía LICHT, que quedaba
pendiente después de que SONNTAG conociera el pasado 2011 su primera
representación escénica en la Ópera de Colonia con realización de
La Fura dels Baus (leáse en este mismo blog la reseña de aquel acontecimiento). El estreno en esta ciudad de las Midlands
Occidentales de Reino Unido obedece a una cierta lógica de
continuidad en la relación de Stockhausen con la urbe, toda vez que
en ella se han producido, en el pasado, representaciones de obras de
envergadura como Sternklang y Momente, entre otras.
Y si en la ciudad
alemana la representación del título conclusivo de LICHT adquirió
cariz de acontecimiento (con numerosa presencia los días previos en
los medios y con una ingente cantidad de cartelería
desplegada por toda la ciudad), la comunicación ha fallado en
Birmingham. Comenzando por una muy deficiente relación con los
medios [quien esto escribe publicará próximamente en la revista
Ópera Actual la reseña y no recibió confirmación de la
acreditación hasta 24 horas antes del estreno, cuando ya había
adquirido otras entradas] y continuando con una casi nula campaña de
promoción en la ciudad: ni atisbo de publicidad en lado alguno, sólo
una escueta y desinformada nota al final de la gacetilla ¡teatral! de la
revista What's On? de Birmingham, cuya portada del mes de agosto era
para el musical Dirty Dancing, otro ejemplo más del declive cultural
de una sociedad que prefiere identificarse antes con un inane
espectáculo que con una pieza mayor del genio musical del siglo XX.
Otro ejemplo de mal hacer
fue la organización del transporte. Todo un detalle por parte de la
Ópera de Birmingham el ofertar gratuitamente el traslado al público
en autobuses desde el centro de la ciudad hasta la alejada planta
química abandonada Argyle Works -donde han tenido lugar las
funciones-, pero si no se da a conocer oportunamente la posibilidad
del traslado, el público acaba por no enterarse y estos, como
resultó al menos el primer día, fueron y sobre todo vinieron prácticamente
vacíos. Por fortuna, el tirón de Stockhausen aseguró que las
cuatro funciones colgasen el cartel de 'no hay entradas' y, en
términos de público, pudo hablarse desde un primer momento de éxito
absoluto, quizás fuera esto lo que motivó una cierta desidia a la
hora de contar a la población el acontecimiento que estaba teniendo
lugar estos días de agosto.
Camerinos abiertos al público en MITTWOCH. |
Argyle Works no era el
espacio de congresos y festivales Staatenhaus de Colonia en el que
vio la luz SONNTAG. Donde en la ciudad germana, el lugar se
desplegaba a las puertas de un gran parque de las afueras y con la
cercanía de la mayor terma pública de Europa, este destartalado
espacio industrial de Birmingham, se inserta
en un polígono empresarial y no hay nada que lo hiciera atractivo.
El llegar hasta allí tuvo algo de peregrinaje pero la certeza de
contar con un equipo musical de enorme solvencia comandado por la
máxima responsable de la Fundación Stockhausen para la Música, Kathinka Pasveer,
aseguraba en un alto porcentaje el gran nivel del que gozaría la
interpretación. Como así finalmente resultó siendo.
Tras el estreno de
SONNTAG en Colonia surgió un rumor: la posibilidad de que la ciudad
acogiera en unos pocos años otro estreno, el de MITTWOCH, confiando
la parte escénica una vez más a La Fura dels Baus, continuando así
el deseo expreso del propio Stockhausen de que la compañía catalana
montase la heptalogía completa [heptalogía que podrá seguirse
en mayo de 2013 en Munich con la interpretación, en versión
semi-escénica de SAMSTAG]. Sin embargo no ha sido así. Al menos por
el momento. Nadie niega la posibilidad de que MITTWOCH pudiera volver
a representarse próximamente, pero lo costoso del empeño y el hecho
de haberse estrenado ya restan fuerza a la posibilidad. La Ópera de
Birmingham tiene en su staff a todo un equipo músical, escénico y
técnico que ha sido el encargado de la realización de la propuesta.
El director de escena Graham Vick es su máximo responsable y ha sido
este notable nombre del teatro lírico especialmente atraído por la
danza, los movimientos de grandes cast (Otello. Birmingham Opera) y
cierta tendencia a la grandilocuencia (Aida. Festival de Bregenz) -lo
que no necesariamente tendría por qué chocar con el imaginario de
Stockhausen- el encargado de concebir visualmente un MITTWOCH que, en lo
respectivo a esta faceta, tuvo más sombras que luces.
De entrada no sabríamos
indicar quién fue el/la responsable de la majadería de aprobar el
contar en los accesos a la sala, durante toda la representación, con
dos camellos reales (un camello falso, Luzikamel, protagoniza
parcialmente la cuarta escena, Michaelion), con la única intención
de pasearlos arriba y abajo mientras que algunas personas les tomaban
fotos. Los camellos los proveyó una empresa explotadora de animales y, en este punto cabe recordar e insistir, en el
hecho de que no existe ningún argumento posible para incluir a
animales en los espectáculos -sean del cariz que sean- toda vez que,
de otra forma, se estaría alimentando la prosperidad de explotadores
cuyo negocio reside en el sometimiento forzoso de unos seres
obligados a una forma de vida que no les es propia, en entornos
ajenos a los suyos (un camión para el traslado, una ópera...) y con
el consiguiente sufrimiento y tristeza que esto les genera.
Imagen del espacio para Mittwoch-Gruss. |
MITTWOCH
aus LICHT se abre con un saludo musical, con
el Mittwochs-Gruss (2003), compuesto a partir de la música
electrónica de Michaelion, cuarta escena de MITTWOCH. Se trata
de una vasta pieza electroacústica, a partir de una interpretación
sobre el sintetizador del español Antonio Pérez Abellán, un
referente en la interpretación de la música del alemán y uno de
sus más estrechos colaboradores. Su audición, en el contexto de una
función escénica, conlleva obviamente una menor capacidad de
concentración por parte del oyente, máxime si este se ve impelido a
oírla en una minúscula e incómoda silla plegable y si lo que el
director de escena propone es una colección de flashes luminosos por
distintos espacios que apenas resultaban visibles a ras de suelo y
cuya contemplación resultaba desconcertante. En medio de estos
haces de luz diferentes momentos protagonizados por mimos y
bailarines parecían querer explicitar el imaginario del compositor a
través de pequeñas acciones que, en la mayoría de los casos,
bordeaban el ridículo. Sólo un hallazgo por parte de Graham Vick en
esta primera estación: tras escuchar la mayestática y profunda voz
de Stockhausen diciendo, primero en alemán luego en inglés,
Mittwoch Gruss (Saludo de Miércoles), en una esquina una puerta con neones amarillos (color de la ópera) de querencia robertwilsoniana invitaba a ser traspasada para alcanzar un
segundo habitáculo en el que sucedería la primera escena.
Un instante de Welt-Parlament. |
Welt-Parlament (1994-95)
es la pieza coral más interesante de cuantas compusiera el de
Kürten, por encima incluso de esa soberbia y más compleja masa
polifónica que resulta ser Engel-Prozessionen (de SONNTAG), también
es una de sus mayores creaciones y una pieza no del todo reivindicada
en el campo de la música coral contemporánea. El coro inglés Ex Cathedra, dirigido por Jeffrey Skidmore, realizó una matizadísima
interpretación con proyección sonora de Kathinka Pasveer. Cuenta el
conjunto con una potente sección de bajos y actuaron como solistas
destacados Ben Thapa, con enorme proyección de la voz, y la soprano
coloratura Elizabeth Drury, de amplios recursos, ambas voces insertas
en un conjunto dividido en 12 grupos que cantan por momentos en
idiomas inventados por el compositor basados en estrictas notaciones
fonéticas. Este trasunto de un parlamento político cuyo único tema es la definición del amor fue abordado con sencillez por Vick.
Con iluminación estable durante toda la obra, los coralistas se
subieron cada uno en lo alto de unas escaleras amarillas llevando sus
caras pintadas con las banderas de diferentes naciones del mundo. A
lo largo de la representación, y aprovechando momentos de alteración
en la discusión, algunos cantantes realizaban sencillas y efectivas
visualmente contorsiones de danza contemporánea.
Orchester-Finalisten en Birmigham. |
Con Orchester-Finalisten
(1995-96) se puso de manifiesto la incapacidad de Vick para encontrar
el punto exacto entre la ingenuidad y la ciencia ficción, entre lo
abiertamente simpático y el poderoso mensaje de confraternidad y
unión de los pueblos que destila MITTWOCH aus LICHT. Su
escenificación de esta segunda escena cayó en la charlotada, en el
humor de trazo grueso y, como mínimo, en lo mal hecho. La idea,
plasmada por el propio autor, de que los músicos que 'opositan' con
sus solos a una orquesta celestial volasen sobre el público estuvo
suficientemente realizada al situar a estos -todos ellos, miembros de
la Birmingham Opera Company- en unas pequeñas plataformas elevadas
sobre una audiencia que contemplaba la acción acostada en
colchonetas. Más dudas pueden vertirse sobre la saturación de
estímulos visuales (nada estimulantes) de la pieza. Es cierto que de todas las óperas
del ciclo quizás sea esta la menos estructurada en términos de
continuidad dramática, pero esto no debería significa tabula rasa
para ahogar la música con acciones banales. Y contemplar a un
trombonista chapoteando en una piscina infantil sobre una plataforma
que pasa sobre las cabezas de algunos espectadores o tener que
erguirse para ver como un nutrido grupo de baile desarrolla una
coreografía -verbigracia de Ron Howell- a base de simples ejercicios de calentamiento no parece lo más adecuado.
Orchester-Finalisten. |
Hubo sí,
estampas más logradas, como la de los señaladores de pistas de
aterrizaje con sus lámparas de intenso amarillo, unos señores
ataviados de decimonónicas maneras destilando humo de sus chisteras
y una momia percusionista tocando un pequeño gong detrás de un descarriado
violonchelista (imagen esta última soñada por el propio
Stockhausen). Pero lo auténticamente grande de esta hora de música
fue la espacialización lograda por Kathinka Pasveer de tal modo que
cinta e instrumentos alcanzasen un punto de cohesión exacto,
llegando hasta nosotros un arrebatador collage con aroma de otras
culturas. Fue, en cualquier caso, una versión de mayor intensidad
que la que en 2010 quien esto firma pudo atender en Amsterdam (reseña aquí). En
aquella ocasión los instrumentistas con sus solos ahogaron una
composición electrónica usada más como colchón que como auténtico
diálogo.
Jennymay Logan (Elysian Quartet). |
La escena más famosa de
MITTWOCH y, desde luego de toda la obra de Stockhausen, es el célebre
y polémico Helikopter-Streichquartett (1992-93). El aire es el
elemento básico de esta creación ¿lírica? y así como en
Orchester-Finalisten los músicos 'deben volar', aquí ha de hacerlo
un cuarteto de cuerdas cuyos instrumentos han de fusionarse con la
voz de los propios músicos y las hélices de cuatro helicópteros.
No negaremos que, en un primer momento, hubiéramos preferido que el
Cuarteto Arditti -quienes estrenaron y estudiaron la partitura con el
compositor- fuera el encargado de esta nueva ejecución en
Birmingham. Quizás lo ajustado del presupuesto, seguramente las
vacaciones del veterano y constante Irvine Arditti y los suyos,
hicieron que la empresa recayera en el joven e incipiente Elysian Quartet, una formación inglesa que apenas sí ha dado sus primeros
pasos discográficos y cuyos derroteros parecen sugerir una fuerte
conexión con cierta contemporaneidad más neo que indagativa y
progresista. No es el caso de esta obra, lógicamente.
Debate posterior al Helikopter-Streichquartett. |
No entraremos
en vacuos paralelismos con los Ardittis -de quien conocemos su
formidable grabación en el sello Stockhausen-Verlag y el dvd que
dirigiera Frank Schaffer- y diremos de antemano que no comprendemos
la razón de que algunos críticos británicos hayan puntuado a la
baja su interpretación (en contra de los sospechosos parabienes que ha recibido la escenografía). El entusiasmo con el que acogieron el
encargo se hizo visible en su propio perfil en la red social Facebook
y las largas semanas de ensayo que han vivido bajo la supervisión de
Kathinka Pasveer acabó dando lugar a una vívida interpretación
quizás no tan agria como esperábamos, pero plenamente vibrante. El
uso extensivo del trémolo que aplica Stockhausen en la obra puesto
en correlación sonora con el movimiento rotativo de las aspas de los
helicópteros conforman un ascenso y descenso emocional a una música
cuya audición en vivo, con la carga de espectacularidad que conlleva
y con el aire de show de todo el conjunto, supone una experiencia
única. El rapero y presentador DJ Nihal, actuó como moderador en la presentación
de la partitura y en el debate posterior, y su intervención, sin
resultar protagónica, pareció estar a la altura sin mayores
pretensiones.
Michaelion. |
Para los amantes de la
obra de Stockhausen uno de los momentos más aguardados era el (casi)
descubrimiento de Michaelion (1997), cuarta escena de la ópera y la
que más efectivos concita, pieza que, gracias a estas funciones,
conocerá en los próximos meses la aguardada edición discográfica
que permitirá disponer al fin de todo MITTWOCH en soberbios
registros fonográficos. Estamos ante el Stockhausen más
humorístico, abiertamente naïve. Suceden muchas cosas en
este oratorio de 60 minutos inserto en la ópera: Michaelion es un
cuartel galáctico en el que viven distintos delegados de planetas de
todo el universo que esperan la llegada de Michael, encarnado primero
en Lucicamel, un camello que acabará borracho y que antes habrá de
defecar siete planetas (…). Representar semejante punto de partida,
admitámoslo, es un reto difícil para cualquier director de escena.
Y Graham Vick lo resolvió de manera desigual. No tuvo ningún
sentido desaprovechar gran parte del espacio de una de las naves de
Argyle Works y acabar resumiendo toda la acción en una zona, casi
de manera idéntica a lo que habría sucedido en un teatro a la
italiana. El vestuario -ropas negras con manchas de pintura amarilla-
resultó apreciable, pero el elenco coral se movió con cierta
torpeza, obligados por la coreografía, a pesar de que hicieron un buen trabajo. Y a partir de la elevación de Michael, como operador de
toda la galaxia, la escena cayó en un cierto
estatismo.
Kathinka Pasveer. |
Por fortuna, siempre la música del maestro alemán volvió
a concentrarnos ante unos pentagramas que suponen una singularísima
mixtura entre el Stockhausen más fiero de la primera vanguardia (en
lo agresivo de la cinta y del tejido vocal) y el postrero que mira a
SONNTAG y al ulterior ciclo Klang (apreciable en la escucha del
Bassetsu-Trio de la sección final de Michaelion). En cuanto a la
ejecución, esta contó con mimbres de la máxima cualificación, lo
que hace que soñemos ya con la posibilidad de volver a oír la
composición con la máxima atención en escucha
aislada. El coro London Voices otorgó una profundidad espacial a la
música con sus cavernosas ejecuciones, Michael Leibundgut fue un
operador-Michael de imperativa proyección en las alturas y
acompañado por la distorsión de un receptor de onda corta y Antonio
Pérez Abellán [léase aquí una jugosa entrevista con él firmada por Paco Yáñez en Mundoclasico.com] en el sintetizador realizó aportaciones clave a esta
riquísima partitura del Stockhausen final. De justicia será citar
también al trompetista Marco Blaauw (trompeta), especialista en
múltiples aventuras relacionadas con el creador alemán.
Mittwoch-Abschied. |
Nunca una directora
musical se ha impuesto tanto con tan escueta y sencilla presencia.
Como en Michaelion, en la despedida, Mittwochs-Abschied (1996),
Kathinka Pasveer fue la encargada de las óptimas condiciones en las
que llegó la música. El adiós lo conforma una elaborada pieza de
música concreta y electroacústica que ya habíamos escuchado, en
segundo plano, en Orchester-Finalisten, y que aquí se expande
mostrándose casi como una obra nueva. Ritmos, melodías y
sonoridades emanadas del universo que protagonizan los tres
personajes centrales de LICHT, Eva, Michael y Lucifer, este punto y
final supone una íntima recogida, una propuesta de viaje personal
que deberá hacer cada cual en la medida en la que sepa insertarse en
medio de esta cosmogonía antes de regresar al horror que habita en
el mundo terrenal. Lamentablemente la ópera se dio por concluida bastantes minutos antes de que la
pieza acabara. Antes, y con aire de función colegial, Graham Vick puso a algunos
miembros del elenco a pasearse entre el público con carteles que
recogían términos relacionados con MITTWOCH (caridad, humanidad,
comprensión espiritual, visión...).
Graham Vick y Kathinka Pasveer. |
Mientras la música continuaba
sonando, en otra sala tenían lugar los aplausos, como eran de
preveer, rotundos. La posibilidad de haber atendido en
vivo esta creación maestra con gran excelencia en lo musical se
impone necesariamente a la poco afortunada realización escénica. Al
final, en cuatro pantallas inmensas, las mismas que un par de horas
antes habían albergado las imágenes en directo del
Helikopter-Streichquartett, apareció Karlheinz Stockhausen, con su
perenne mirada de asombro y curiosidad, como interpelando a la
audiencia. Quizás algo al menos de lo que él soñó en LICHT es realidad en su nuevo mundo.
16 abr 2011
Karlheinz Stockhausen, 'SONNTAG aus LICHT'. Estreno: Oper Köln (9/10-04-2011)
La Ópera de Colonia (Oper Köln) apostó fuerte por Karlheinz Stockhausen y el resultado, dado a conocer los pasados 9 y 10 de abril, ha sido el estreno operístico del año y, de lejos, uno de los acontecimientos escénico musicales más potentes de los últimos años. La empresa, sobre el papel, no parecía nada fácil. De un lado nos encontramos con la compleja lírica del compositor alemán, más cercana a un concepto híbrido que maridara oratorio y teatro musical que ópera en sí misma. De otro, ni el más conspicuo fan del autor de Momente podrá negar que SONNTAG aus LICHT (DOMINGO de LUZ) es el episodio musicalmente menos convincente de su heptalogía.
Pese a todo, era necesario, había que dar luz a SONNTAG. Es posible que desde un punto de vista puramente auditivo no sea este el trabajo más sugerente del genio de Mödrath [algo que matizaremos tras experimentarlo en vivo], pero para su creador era el punto culminante de un trabajo que le llevó 26 años de dedicación (1977-2003). Era la ópera de y para Dios (Gott), el lugar al que confluyen toda la inmensa panoplia de personajes, fórmulas, melodías, colores, olores y gestos que atraviesan ese opus magnum totalizador y fascinante que es LICHT.
Sin dudarlo ni un segundo, buena parte del éxito de público y del impacto que está teniendo y podría llegar a tener (de visualizarse en el futuro más allá de las funciones de estreno) es debido a la compañía catalana La Fura dels Baus. Quien esto firma es desde hace muchos años firme defensor y entusiasta de las propuestas y artefactos escénicos del grupo. Su querencia por la experiencia física, por la provocación al espectador, por su pertinaz y contundente loa a la tecnología y a la violencia ha originado producciones de calibrado impacto: de Noun (1990) a F@ust 3.0 (1998), de XXX (2001) a Imperium (2007). Desterrado por disfuncional en la mayoría de las ocasiones el teatro de texto, el lenguaje furero proponía de forma visionaria (ya desde su misma fundación allá en 1979) una nueva manera de relacionar al espectador con la acción, erigiéndolo en coprotagonista aturdido (bien por su participación bien por la obsesiva contemplación) de las acciones.
DONNERSTAG aus LICHT(JUEVES de LUZ) se estrenó en la Scala de Milán en 1981 con Luca Ronconi y Gae Aulenti como respectivos responsables teatrales y escenográficos. Hoy aquella plasmación tendente al cartón piedra y al gigantismo de la obra maestra de Stockhausen nos parecería insostenible. El alemán, poco antes de morir, había conocido el trabajo que La Fura venía haciendo en el campo de la lírica (La condenación de Fausto -Berlioz- , D.Q. en Barcelona -Turina- , La flauta mágica -Mozart-, Los Troyanos -Berlioz-… a las que siguen en la actualidad El Gran Macabro -Ligeti-, Oresteia -Xenakis- y Quartett -Francesconi-) y soñó contemplar qué podría surgir de la fusión de su cosmogonía con la imaginería furera.
La primera comprobación fue, desgraciadamente, a pocos meses de su fallecimiento. En mayo de 2008 el festival austriaco Wiener Festwochen ponía en escena Michael Reise (El viaje de Michael), segundo acto de DONNERSTAG. La unión entre la música del compositor alemán y el lenguaje tecnológico-futurista de La Fura resultó impresionante. El éxito, repetido también en Colonia y en Venecia, acabó por determinar la puesta en marcha de la maquinaria que ha hecho de SONNTAG aus LICHT una realidad.
Escrita entre 1998 y 2003, SONNTAG se desarrolla en cinco escenas con la singular característica de que la última de ellas transcurre simultáneamente en dos espacios interconectados, lo que supone que el público debe experimentarla en sendas ocasiones para poder tener una idea cabal del diálogo que propone Stockhausen. Como séptimo día de la semana, SONNTAG representa la jornada de DIOS, para el compositor una suerte de divinidad energética creadora de la naturaleza. También acaece aquí la unión entre Michael y Eva (arquetipos del hombre y la mujer) y Lucifer. Todos ellos representan las fuerzas cósmicas fundamentales que durante siete jornadas han vagado a través de una epopeya donde colisiona la atracción sexual, el ego y la psique, la pasión y la razón.
Hubiera sido demasiado fácil para La Fura (con el inquietísimo comandante Carlus Padrissa a la cabeza seguido del equipo habitual: Roland Olbeter, Franc Aleu y Chu Uroz) repetir aproximadamente el esquema futurista y fiel que tan bien les funcionó en su realización escénica del Anillo del Nibelungo de Wagner. Sin embargo, y tras un profundo estudio de la partitura y sus infinitas posibilidades, Padrissa & Cía han logrado exprimir el espacio escénico (concepto fundamental para Stockhausen desde su obra Gruppen), ser pulcramente fieles a toda la carga de explícita religiosidad de la partitura y plantear con excelencia un reto apasionante: unir alrededor de SONNTAG la Fura ritualista primitiva con la Fura futurista e hipertecnologizada de la actualidad. El aplauso final no sólo perteneció al público que asistió atónito a las dos jornadas (el estreno se dividió en dos días dada la extensión de la obra, alrededor de seis horas), más fue compartido con palmaria emoción por las máximas valedoras/veladoras de la Fundación Stockhausen para la Música (Stockhausen-Stiftung für Musik), Kathinka Pasveer y Suzane Stephens, sin las cuales no podría entenderse buena parte de la música del genio.
Pese a todo, era necesario, había que dar luz a SONNTAG. Es posible que desde un punto de vista puramente auditivo no sea este el trabajo más sugerente del genio de Mödrath [algo que matizaremos tras experimentarlo en vivo], pero para su creador era el punto culminante de un trabajo que le llevó 26 años de dedicación (1977-2003). Era la ópera de y para Dios (Gott), el lugar al que confluyen toda la inmensa panoplia de personajes, fórmulas, melodías, colores, olores y gestos que atraviesan ese opus magnum totalizador y fascinante que es LICHT.
Sin dudarlo ni un segundo, buena parte del éxito de público y del impacto que está teniendo y podría llegar a tener (de visualizarse en el futuro más allá de las funciones de estreno) es debido a la compañía catalana La Fura dels Baus. Quien esto firma es desde hace muchos años firme defensor y entusiasta de las propuestas y artefactos escénicos del grupo. Su querencia por la experiencia física, por la provocación al espectador, por su pertinaz y contundente loa a la tecnología y a la violencia ha originado producciones de calibrado impacto: de Noun (1990) a F@ust 3.0 (1998), de XXX (2001) a Imperium (2007). Desterrado por disfuncional en la mayoría de las ocasiones el teatro de texto, el lenguaje furero proponía de forma visionaria (ya desde su misma fundación allá en 1979) una nueva manera de relacionar al espectador con la acción, erigiéndolo en coprotagonista aturdido (bien por su participación bien por la obsesiva contemplación) de las acciones.
DONNERSTAG aus LICHT(JUEVES de LUZ) se estrenó en la Scala de Milán en 1981 con Luca Ronconi y Gae Aulenti como respectivos responsables teatrales y escenográficos. Hoy aquella plasmación tendente al cartón piedra y al gigantismo de la obra maestra de Stockhausen nos parecería insostenible. El alemán, poco antes de morir, había conocido el trabajo que La Fura venía haciendo en el campo de la lírica (La condenación de Fausto -Berlioz- , D.Q. en Barcelona -Turina- , La flauta mágica -Mozart-, Los Troyanos -Berlioz-… a las que siguen en la actualidad El Gran Macabro -Ligeti-, Oresteia -Xenakis- y Quartett -Francesconi-) y soñó contemplar qué podría surgir de la fusión de su cosmogonía con la imaginería furera.
La primera comprobación fue, desgraciadamente, a pocos meses de su fallecimiento. En mayo de 2008 el festival austriaco Wiener Festwochen ponía en escena Michael Reise (El viaje de Michael), segundo acto de DONNERSTAG. La unión entre la música del compositor alemán y el lenguaje tecnológico-futurista de La Fura resultó impresionante. El éxito, repetido también en Colonia y en Venecia, acabó por determinar la puesta en marcha de la maquinaria que ha hecho de SONNTAG aus LICHT una realidad.
Escrita entre 1998 y 2003, SONNTAG se desarrolla en cinco escenas con la singular característica de que la última de ellas transcurre simultáneamente en dos espacios interconectados, lo que supone que el público debe experimentarla en sendas ocasiones para poder tener una idea cabal del diálogo que propone Stockhausen. Como séptimo día de la semana, SONNTAG representa la jornada de DIOS, para el compositor una suerte de divinidad energética creadora de la naturaleza. También acaece aquí la unión entre Michael y Eva (arquetipos del hombre y la mujer) y Lucifer. Todos ellos representan las fuerzas cósmicas fundamentales que durante siete jornadas han vagado a través de una epopeya donde colisiona la atracción sexual, el ego y la psique, la pasión y la razón.
Hubiera sido demasiado fácil para La Fura (con el inquietísimo comandante Carlus Padrissa a la cabeza seguido del equipo habitual: Roland Olbeter, Franc Aleu y Chu Uroz) repetir aproximadamente el esquema futurista y fiel que tan bien les funcionó en su realización escénica del Anillo del Nibelungo de Wagner. Sin embargo, y tras un profundo estudio de la partitura y sus infinitas posibilidades, Padrissa & Cía han logrado exprimir el espacio escénico (concepto fundamental para Stockhausen desde su obra Gruppen), ser pulcramente fieles a toda la carga de explícita religiosidad de la partitura y plantear con excelencia un reto apasionante: unir alrededor de SONNTAG la Fura ritualista primitiva con la Fura futurista e hipertecnologizada de la actualidad. El aplauso final no sólo perteneció al público que asistió atónito a las dos jornadas (el estreno se dividió en dos días dada la extensión de la obra, alrededor de seis horas), más fue compartido con palmaria emoción por las máximas valedoras/veladoras de la Fundación Stockhausen para la Música (Stockhausen-Stiftung für Musik), Kathinka Pasveer y Suzane Stephens, sin las cuales no podría entenderse buena parte de la música del genio.
Lichter-Wasser. Oper Köln. K. Lefebvre. |
Yendo al detalle, SONNTAG, para cuyas representaciones se ha prescindido del edificio de la Ópera de Colonia a favor del Staatenhaus, un gran palacio de congresos multiusos ubicado en un extremo del Rheinpark, arrancó con Lichter-Wasser (1999). En ella se representó la unión mística de Eva y Michael en un espacio circular donde el público reposó en tumbonas que permitían mirar al cielo de manera análoga al posicionamiento en un planetario. “El agua representada por Eva es un icono en forma de géiser formado por 7 mujeres, con la cantante solista en lo más alto y 6 bailarinas que mueven sus brazos a modo de diosa oriental. La luz representada por Michael, un ser luminoso y deslumbrante, gira a su alrededor volando encima de una grúa que le permite rotar 360 grados sobre su eje. Los dos protagonistas se mueven bajo la rotación de los planetas y el tiempo relativo en el espacio interplanetario”, explica La Fura.
El conjunto Musikfabrik se transmutó en 29 cosmonautas instrumentistas que también ejecutaron su particular coreografía de movimientos –incluída la célebre rotación de cada solista- bajo la batuta de un disfrazado Peter Rundel en cuyo atuendo –como en el de los músicos- podían advertirse los símbolos que Stockhausen diseñó para cada una de sus óperas y el nombre del propio compositor. El resultado alcanzó cotas de excelencia en la fusión del audiovisual con los ritualistas movimientos de los cantantes –con reminiscencias del teatro nō japonés- . Espectacular la prestación de Anna Palimina (EVA), soprano coloratura de torrenciales agudos y enorme credibilidad en su alucinógeno papel, henchido de mímica y teatralidad. Conocida es la vinculación del tenor Hubert Mayer con el universo Stockhausen (escúchese Himmelfahrt, hora primera de Klang). Su vocalidad, permeable a la contemporaneidad y a la música antigua, otorgan a su timbre una natural ligereza que no le hizo esquivar los saltos interválicos de la partitura ni los súbitos descensos al agudo.
Engel-Prozessionen. Oper Köln. K. Lefebvre. |
Sin salir de la misma sala circular, creada ad hoc para estas funciones, y ubicados en las mismas tumbonas llegó luego Engel-Prozessionen (2000), una obra para coro a capella que dispone siete grupos vocales alrededor del público; entre ellos unos coros que representan a los ángeles y que se van desplazando por la sala hasta su encuentro final. Quedó en el tintero la pregunta a Padrissa por la narrativa galáctica que más ha calado en su posterior concepción, si Star Wars, Star Trek o, más probablemente, Dune. Sea como fuere, en esta segunda escena de SONNTAG fue visible una plástica eminentemente deudora de la ciencia-ficción, con desfiles de ángeles (coralistas) en la oscuridad ataviados con expresivos trajes de luminosos colores (firmados por Chu Uroz) y punteados por flashes de luz. El director de la ejemplar Cappella Amsterdam, James Wood, hizo las veces de maestro de ceremonias, siendo transportado en un vehículo espacial por toda la sala y conduciendo a los diferentes grupos desde diferentes puntos escénicos.
Licht-Bilder (2002/03) para tenor, basetto, sintetizador, flauta, trompeta –con moduladores de anillo- y proyección sonora es la tercera escena de la ópera y también la más endeble de toda la obra. Sobre un suelo de agua, Eva se desdobló en flauta y basetto y Michael en voz de tenor (nuevamente Hubert Mayer) y trompeta. El tenor canta sus alabanzas a Dios mientras que frente a él transcurre toda la creación en sus diferentes manifestaciones, desde la piedra hasta el universo. El video artista Franc Aleu ha dado luz a una imponente colección de imágenes en 3D (quien esto firma puede asegurar que jamás había disfrutado de una tridimensionalidad tan palpable) que acompañan el extensísimo parlato de Michael, consagrado a la exposición de todos los conceptos religiosos y panteístas que transitan LICHT y que se corresponden con la firma creencia de Stockhausen acerca de la omnipresencia de Dios en todas las cosas y seres vivos. La Fura animó esta tercera estación, sin duda la más complicada de asimilar y comunicar desde un punto de vista musical y escénico con una coreografía de 20 bailarines que homenajeaban al agua, la tierra, el fuego y el aire y cuya súbita aparición tras una pantalla establecía una doble virtualidad: 3D ficticio frente a 3D real.
Licht-Bilder (2002/03) para tenor, basetto, sintetizador, flauta, trompeta –con moduladores de anillo- y proyección sonora es la tercera escena de la ópera y también la más endeble de toda la obra. Sobre un suelo de agua, Eva se desdobló en flauta y basetto y Michael en voz de tenor (nuevamente Hubert Mayer) y trompeta. El tenor canta sus alabanzas a Dios mientras que frente a él transcurre toda la creación en sus diferentes manifestaciones, desde la piedra hasta el universo. El video artista Franc Aleu ha dado luz a una imponente colección de imágenes en 3D (quien esto firma puede asegurar que jamás había disfrutado de una tridimensionalidad tan palpable) que acompañan el extensísimo parlato de Michael, consagrado a la exposición de todos los conceptos religiosos y panteístas que transitan LICHT y que se corresponden con la firma creencia de Stockhausen acerca de la omnipresencia de Dios en todas las cosas y seres vivos. La Fura animó esta tercera estación, sin duda la más complicada de asimilar y comunicar desde un punto de vista musical y escénico con una coreografía de 20 bailarines que homenajeaban al agua, la tierra, el fuego y el aire y cuya súbita aparición tras una pantalla establecía una doble virtualidad: 3D ficticio frente a 3D real.
Düfte-Zeichen. Oper Köln. K. Lefebvre. |
Si en Licht-Bilder, La Fura cambia el espacio circular de las dos primeras escenas por un improvisado teatro a la italiana, el recurso se repite en la cuarta parada, Düfte-Zeichen (2002), auténtico tour de force para La Fura que resolvieron de manera sobrecogedora levantando las primeras ovaciones. Se mantiene en todo ella el carácter litúrgico de loa a Dios que domina toda la ópera, acentuándose más si cabe su tono ritualista que Padrissa, consciente o no de ello, acabó entroncando más con la imaginería de lo que podría ser una misa celebrada por entidades extraterrestres. Aquí las voces cantan a los siete aromas aunando mitologías de siete culturas históricas y signos de cada día de la semana. Los pasajes vocales tienen una fuerte impregnación simbólica y evocativa, lo que aunado a la lóbrega iluminación de buena parte de la escena, al fuego y al agua presentes con todo realismo durante su metraje, a los olores que invadieron la sala por mor de siete inciensarios y al catálogo de electrizantes y sorprendentes gestos que los cantantes debieron aprehender dio como resultado un instante mágico y de desasosegante belleza, acaso uno de los trabajos más redondos y arrebatadores del grupo. Ayudó y no poco la aparición conclusiva de un robótico caballo blanco –con el inequívoco sello de Olbeter- encargado de subir a Michael niño al cielo.
Del apartado musical se encargó un elenco en el que sobresalió la soprano Csilla Csövari, de hermosa voz y gran presencia escénica y el tenor más trabajador de todo el cast, Hubert Mayer quien nuevamente hizo frente al soliloquio más complejo que escribe Stockhausen en la partitura. El muy stockhausenciano barítono Jonathan de la Paz cumplió con suficiencia su rol, como también la soprano Maike Raschke y el tenor Alexander Mayr, aunque a ninguno de ellos se les exige dificultades notables. Mal en cambio la contralto Noa Frenkel. Sorprende que una de las voces más dolientes y prístinas de la referencial grabación de Prometeo (Luigi Nono) del sello Col Legno no fuera capaz aquí de ir más allá de un feo timbre con tendencia a la zona baja y a una excesiva impostación. En el sintetizador, otro músico del círculo de Stockhausen, Benjamin Kobler tocó asistido en la difusión por Kathinka Pasveer la endeble partitura, fastuosa y acertada en la originalísima y afectada vocalidad pero ciertamente menor y muy naïf en lo tocante a los sonidos que emanaron del sintetizador.
Hoch-Zeiten. Oper Köln. K. Lefebvre. |
Por fin Hoch-Zeiten (2001/02), creación mayor de Stockhausen y el momento de mayor valía puramente sónica de todo SONNTAG. Escrita para coro y orquesta, en ella se celebran unas bodas entre cinco grupos corales que entonan canciones de amor. La unión de Eva y Muchael fue representada por la fusión de dos espacios que representaron los dos cuerpos: la sala A circular para el cuerpo de Eva que alberga el coro, la Sala B teatral para el cuerpo de Michael que alberga la orquesta. El espacio A representa el día, la tierra, la palabra, el ego, la razón, la acción, el lado izquierdo del cerebro. El espacio B la noche, el cosmos, la música, el instinto, los sueños, la utopía, el lado derecho del cerebro. Los dos espacios se unieron por videoconferencia creando una suerte de vínculo místico.
En el primer espacio La Fura adaptó a la mística de Stockhausen y a la seriedad implícita en toda ópera su capacidad para interaccionar con el público. Despejada de tumbonas el público transitó a antojo por todo el espacio mientras contemplaba distintas coreografías de otras tantas culturas. Emerge el caballo volador con Michael ángel sobre él y se representa la alianza de civilizaciones mediante lo que pareció ser la construcción de un habitáculo común dentro del cual pudieran convivir público y personajes étnicos. En el debe queda el recurso a una versión grabada del coro. Lo ambicioso y costoso del proyecto no llegó para sufragar a un segundo y gigantesco coro y, así, Kathinka Pasveer difundió por los altavoces la referencial grabación de la obra a cargo del WDR Rundfunkchor en medio del cual se iba intercalando en riguroso tiempo real los aportes instrumentales del Musikfabrik que llegaban, tecnología mediante, desde el otro extremo del Staatenhaus.
Hoch-Zeiten. Oper Köln. K. Lefebvre. |
Sobre el mismo suelo de agua de Licht-Bilder y Düfte-Zeichen, cinco pequeños grupos instrumentales conducidos por otros cinco directores musicales –todos ellos preparados por Peter Rundel- tocaron en el espacio B la partitura orquestal de Hoch-Zeiten. Se respetaron aquí los movimientos coreográficos pensados por Stockhausen para los diferentes duetos que realizan los instrumentistas –siempre en pos de la imagen de comunión que pretende ofrecer la escena- . No del todo comprensible resultó una cierta querencia humorística que La Fura se permitió con lapidarias frases relacionadas con los ángeles y la música cósmica amén de una simpática broma que llevaba pensar a los espectadores del espacio B que aun no habían estado en el espacio A que a aquellos se les estaba sometiendo a todo tipo de reverencias religiosas, como abducidos finalmente por el clima de la ópera. Es bien conocido y así ha quedado anotado por algunos de los musicólogos y críticos más cercanos al compositor que éste siempre gozó de un sanísimo sentido del humor por lo que hemos de aceptar estas ligerezas habiendo contado, para despejar cualquier género de dudas, con la aprobación y el aplauso de Pasveer y Stephens.
El epílogo, Sonntags-Abschied (2001/03), música electrónica desarrollada por cinco sintetizadores que ejecutan una versión diferente de la quinta escena, Hoch-Zeiten, se ofreció casi como sonido ambiente. El público deambuló por las instalaciones y se asomó a la fuente del Rheinpark, en las inmediaciones del edificio, mientras que a los pies del Staatenhaus se sobreimpresionaba la palabra SONNTAG. Válido pero hubiera sido más deseable otra solución que permitiera una mayor atención a la riquísima polifonía digital que propone este último peldaño con el que concluye LICHT.
Las sensaciones tras asistir a un espectáculo gigantista y genial como este difieren de las que uno pudiera extraer tras la exposición a otros grandes títulos más convencionales en fondo y forma. Queda en el aire la hoy día más que dudosa posibilidad de cumplir el anuncio de llevar a escena las siete óperas en la Scala de Milán en 2015 con motivo de la Exposición Universal. Crisis obliga. Sí que parece más plausible, dado el entusiasmo generalizado entre las fuerzas de la Oper Köln, poder ver en Alemania en un par de años MITTWOCH aus LICHT (Miércoles de LUZ), entrega que, tras SONNTAG, es la única que permanece inédita en su totalidad en su versión escénica (entre otras cosas por su costosísima tercera escena, Helikopter-Streichquartett). Contemplar MITTWOCH al trasluz de la imaginería furera supone uno de los sueños más acariciados por cualquier seguidor del compositor.
Asegura Kathinka Pasveer que, “a través de su obra Stockhausen siempre soñó con un mundo más humano”. En efecto, al margen de fuegos artificiales y en la enriquecedora soledad de la audición discográfica a ciegas, las visiones de futuro del alemán nos competen a todos. Y del mismo modo que Beethoven a través de Schiller en la Novena Sinfonía apostó ingenua y voluntariosamente por la fraternidad universal, hoy, como oyentes del siglo XXI las partituras del creador de LICHT son capaces de tocarnos a varios niveles, en lo intelectual, en lo puramente musical, y también a nivel espiritual. Su música, a la postre, nos hace mejores personas.
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