John Cage (1912-1992)
I-XXXII.- Etudes Australes 260:54
Sabine Liebner, piano.
“You have to hear what is there and not what you expect to hear”, J. Cage
Audición: Etude XVI
Que la pianista Sabine Liebner acabara abordando
los Etudes Australes (1974-75) era una consecuencia previsible tras
todo el intenso trabajo que en los últimos años ha venido realizando
alrededor de la obra de John Cage. Y no sólo, pues por el camino también
han aparecido discos centrados en otros nombres esenciales de la
denominada Escuela de Nueva York como Morton Feldman, Christian Wolff y, muy recientemente, Earle Brown.
En cualquier caso, Liebner viene a sumarse a la nómina de pianistas que,
con gran fortuna, llevan años adentrándose en estos procelosos
territorios, caso del prolífico y siempre referencial Steffen Schleiermacher y los norteamericanos Stephen Drury y Marilyn Nonken.
Hace
unos años parecía imposible que ningún otro intérprete pudiera hacer
sombra al citado Scheleiermacher (cuya integral cageana ha sido
reeditada recientemente en MDG) entre otras razones porque parecía poco
probable que otros músicos transitaran en profundidad este repertorio.
Liebner en ningún momento ha afirmado querer grabar todo el catálogo
pianístico de Cage pero… va camino de ello. En el año 2010, ASLP (as
slow as possible) y One-One2-One5 centraron dos cedes ejemplares, de una
radicalidad en los planteamientos interpretativos sin parangón. En el
mismo sello, NEOS, tres años antes, había publicado la amplia Music for
piano 1-84, una colección de gran desnudez y parquedad en medios cuya
versión no logró desbancar del podio a la más concisa, apretada y fría
de Schleiermacher.
En el marco del Forum Neuer Musik organizado por la Deutschlandfunk en Colonia, Liebner
interpretó [ver vídeo del encuentro aquí], entre el 7 y el 10 de abril de 2011, los 32 Etudes Australes
a razón de un libro por sesión. El autor de estas líneas pudo estar
presente únicamente en la segunda jornada. Contemplar durante 65 minutos
a la pianista alemana desgranar sin pausa, con una digitación
sobresaliente, evidenciando una casi dramática concentración en los
pentagramas, cada uno de los ocho estudios (IX-XVI) del libro segundo
supuso un shock musical, cultural, estético si lo quieren, de enorme
calado. Allí mismo, tras el recital, la intérprete confirmó que la
publicación de este álbum acaecería pocos meses después.
Sabine Liebner |
Estaremos
de acuerdo en que el afán de relacionar la música con el espacio
sideral no es nuevo. Sin salir de los márgenes que dictan los intereses
de este blog, compositores como Stockhausen (Tierkreis, Sirius), Xenakis
(Pleiades), Ligeti (Atmospheres) y
Grisey (Le noir de l’Étoile) se aprestaron a ello. Pero ninguno como
John Cage supo, asido a la modestia de una partitura estrictamente
pianística, sugerir al oyente una visión tan palpable y fascinante de
las estrellas. El intento por captar con sonidos esta estampa ya estaba
presente en Atlas Eclipticalis (1961) –para uno u 86 intérpretes, de
duración global indefinida-, obra en la que trasladó a una partitura la
imagen en negativo de un mapa celeste y, de acuerdo con las coordenadas
de las estrellas, otorgó la altura de las notas: el brillo lo transpoló a
la intensidad musical y la dimensión de los cuerpos la transmutó en la
duración del sonido.
Una cita del propio
Cage sobre la intención estética de sus Etudes nos parece absolutamente
reveladora del contenido de estas cuatro horas largas de música: “No
existe en la obra ningún sistema de relación entre las notas, tampoco
hay tonalidad. Sólo hay acordes. Acordes que son inesperados e
imprevisibles. Cuando estos suenan nos llegan cargados de una enorme
frescura, como si perennemente los estuviéramos escuchando por primera
vez” (J. Cage citado por R. Kostelanetz, booklet Wergo cd, Grete Sultan plays
Etudes Australes).
Los Etudes Australes
forman parte de un ciclo de obras excepcionalmente difíciles –para el
intérprete, para el oyente…- como son los Freeman Etudes (1977-1990)
para violín y los Etudes Boreales (1978) para violonchelo y/o piano.
Fue a petición de la pianista Grete Sultan, amiga personal de Cage, como
el compositor accedió a crearla. Cuando supo que la intérprete andaba
enfrascada en la preparación de su Music of changes, el músico consideró
que no era elegante ni apropiado que una señora de la avanzada edad de
Sultan tuviera que golpear con las palmas de las manos y una macilla el
arpa del piano.
John Cage y Grete Sultan |
Con la ayuda del I Ching,
Cage concibió, lejos de una página asequible, el más difícil todavía,
una serie de 32 piezas, redactadas de forma aleatoria con notación
convencional y que funcionan como dúos para dos manos independientes
que demandan una preparación muy específica por parte del intérprete.
También recurrió al Atlas Australis, un atlas del cielo que había
adquirido en Praga en 1964. La partitura no contiene indicaciones para
las dinámicas de ataque y de decadencia, no hay barras de compás,
tampoco referencia alguna al uso o no del pedal, decisiones que pone
Cage en manos del ejecutante.
A
Sabine Liebner los cuatro libros le duran 260 minutos, un tiempo
notablemente superior a los 204 minutos que tarda Schleiermacher en
despachar la serie o los 169 minutos de Sultan, con quien por cierto
conversó la protagonista de este registro de NEOS en 2005 pocos meses
antes del fallecimiento de aquella. “He reflexionado mucho sobre los
Etudes Australes y, al final, los contemplo como un paisaje por el cual
el pianista puede viajar a través de sí mismo”, dice en la carpetilla
del cedé. Sin embargo, Liebner no pasa de puntillas por estas
partituras, no las contempla de manera global, cada estudio es una
parada diferente en su viaje. De esta manera comprendemos la morosidad
con la que aborda una obra ante cuya audición no cabe más que el
abandono a la pura contemplación, casi al recogimiento.
Liebner
es una pianista de técnica y repertorio abrumador, una (re)creadora
que sabe que, en el vaivén entre el sonido pianístico y el silencio
anida una de las mayores bellezas del universo Cage. Su sensibilidad
poética, su firmeza en la defensa de una música de cuyo valor e
importancia es plenamente consciente y la aparente facilidad con la que
demuestra, ante retos interpretativos como estos Etudes, que lo
imposible es posible, la ubican como un nombre ya esencial, clave, para
comprender y abrazar una facción de la música más avanzada. En este año
2012 en el que se celebra el centenario del nacimiento del autor de las
Europeras es de esperar que vean la luz numerosas grabaciones
monográficas (al hilo de esto el sello Mode acaba de editar el volumen 44 de su Cage Edition con las obras Five, Seven y Thirteen a cargo del conjunto Essential
Music) pero este cuádruple compacto que edita Wergo podría ser un
temprano candidato –por contenido, ejecución, toma de sonido,
presentación- a disco avantgarde del año.
Audición: Etude XXXII
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