Podría el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) haber mirado para otro lado. Obviar a José Luis Castillejo (Sevilla, 1930 – Houston, 2014) resultaba fácil. Apostar por él, en cambio, no lo era tanto. Y en un tiempo en el que se imponen los discursos neomodernistas y una suerte de realismo documental cuya existencia para querer justificar la pervivencia misma de los museos de arte actual, una obra como la de Castillejo parece operar a la contra. Impone su lógica abiertamente experimental, desprejuiciada; reivindica el valor intrínseco del arte, el juego, la consecución de extravagantes anhelos personales.
Ciertamente hay mucho en la exposición TLALAATALA: José Luis Castillejo y la escritura moderna de memoria histórica. Y no solo por la propia adscripción geográfica del protagonista, también porque hasta hace casi nada ha sido un extraviado, un perdido en la historia del arte moderno. Un creador puede que incluso incómodo para quienes vertebraron el grupo Zaj, donde participó y de donde fue expulsado.
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