¿Se puede ser calificado de outsider en el campo de la música experimental? ¿No lo son casi por definición todos los que a ella se dedican? En el ámbito de la modernidad parece que siempre hay un lugar disponible para el más difícil todavía, para la penúltima pirueta. Así lo demuestran con su existencia misma los miembros del conjunto Zeitkratzer (en traducción literal, rascadores del tiempo) fundado en 1999 por Reinhold Friedl y radicado en Berlín aunque con músicos provenientes de diferentes geografías europeas.
Hasta la fecha la heterodoxia de sus planteamientos les han llevado a abordar versiones de clásicos del rock experimental como Metal Machine Music de Lou Reed, han realizado adaptaciones al campo mixto del conjunto instrumental de creadores del noise como Merzbow (Crack Groove) y hasta han reivindicado a Iannis Xenakis a través de un orgíastico y virulento artefacto sonoro titulado Xenakis [a]live! Por el camino también han firmado colaboraciones con artistas del universo del avant techno como Keiji Haino y Carsten Nicolai, indagaciones de desiguales resultados pero de incontestable atrevimiento.
A lo largo de su andadura no han renegado de la "escolástica" de la música académica abordando obras de John Cage, Alvin Lucier y Karlheinz Stockhausen entre otros. Les faltaba sin embargo superar la pincelada, el apunte, y plasmar en conciertos específicos y en formato discográfico su aporte a la etiqueta ¿académica?, compartimiento que guarda, y mucho hemos defendido aquí esta idea, esencias más provocadoras y fulminantes que las que emanan de artistas posicionados con un pie en la creación pura y con otro en el flanco del neopop.
Ahora Zeitkratzer ha inaugurado una línea de cedés que ha dado en titular [old school], una colección que contará, por el momento, con cuatro registros de los que ya han sido editados dos, dedicados a John Cage y a James Tenney y aguardan otros dos llamados a publicarse a lo largo de 2010 consagrados a Alvin Lucier y a Morton Feldman. En total cuatro nombres de dorada importancia adscritos a la contemporaneidad norteamericana, representantes de unas formas de concebir el sonido -más libres y menos limitadas por estructuras compositivas fijadas-, con las que se sienten más identificados este colectivo de músicos muy dados a experiencias colindantes con la improvisación y el noise.
John Cage (1912-1992)
1.- Four6 30:00
2.- Five 5:00
3.- Hymnkus 30:00
Zeitkratzer
Zeitkratzer Records (zkr0009)
El primer álbum, dedicado a John Cage (1912-1992), alberga tres composiciones firmadas por el compositor en los últimos siete años de su vida. Son Four6 (1992), Five (1988) e Hymnkus (1986). Las dos primeras forman parte de la colección de Number pieces (1987-1992) a las que Cage dedicó buena parte de sus últimos esfuerzos compositivos. En ellas propone al auditor una percepción descentrada, oblicua (si empleamos el término predilecto de la musicóloga y gran conocedora de Cage, Carmen Pardo), una escucha a través del tiempo que tan pronto puede ser atenta como descentrada.
Five, pero especialmente Four6 (dada la generosa realización que aquí se nos ofrece, 30 minutos exactos) son composiciones alineales que no pretenden por tanto una recepción lineal. "No se trata de entender nada, hay que sumergirse en el sonido", anotó Cage. Es por ello que nuestra atención puede aumentar o disminuir en función de los acontecimientos que sucedan a lo largo de la música, una música que jamás es fija y cuya duración es indeterminada, al igual que lo es la instrumentación y la ordenación de los sonidos que Cage anotó en la partitura.
Un material así en atriles de un grupo iconoclasta como Zeitkratzer es, de antemano, una sugerente proposición. Escuchados los resultados el acercamiento de estos músicos a las partituras numéricas cageanas están al mismo nivel interpretativo que otras grabaciones señeras de conjuntos como el Ives Ensemble, The Barton workshop o las conjunciones de intérpretes que propone el sello OgreOgress. La diferencia estriba en la maleabilidad con la que los alemanes abordan a Cage.
El equilibro entre indeterminación y aparente control que ofrecen estas piezas permite a Zeitkratzer destapar una sonoridad de amenazante agresividad, de perfiles industriales, hecha más de roces que de sonidos convencionales. Dando muy poca tregua al silencio -principal diferencia con sus competidores discográficos- su Cage se nos aparece en la escucha más marmoreo y compacto que nunca. Un Cage de enorme severidad (como bien ha de entenderse su música, alejada de ese aparente y dañino lúdico-cómico barniz con el que algunos se empeñan en revestir su agudo e inteligente pensamiento).
Hymnkus es una de las composiciones menos transitadas del Universo Cage. Su título alude a los términos 'himno' y 'haiku', el primero se refiere a los versos que se repiten, y el segundo a las silabas que integran cada verso, en clara referencia a las composiciones poemáticas japonesas. Cage, como era su hábito, consulta el I Ching para determinar los diferentes parámetros musicales, dando al final con una creación henchida de sugerencias, de sonoridades apuntadas y gravitatorias. Aquí Zeitkratzer aprieta la tiza y da con una interpretación nuevamente seca y estática donde la ordenación de los elementos sonoros adquiere un mayor enfásis que el cromatismo al que da lugar la combinación de los mismos.
Audición: Hymnkus (1986)
James Tenney (1934-2006)
1.- Critical Band 17:14
2.- Harmonium #2 19:44
3.- Koan: Having Never Written A Note For Percussion 10:22
Zeitkratzer
Zeitkratzer Records (zkr0010)
James Tenney (1934-2006) fue una de las figuras musicales estadounidenses más relevantes en cuanto que compositor, director, intérprete, investigador y profesor, todo un aventurero sonoro en cuyas piezas simultaneó electroacústica e instrumentación tradicional, aleatoriedad y sistemas enormemente estructurados. La aportación que a su catálogo discográfico (por fortuna en constante crecimiento y con una decena de referencias de gran valía) hace Zeitkratzer es de absoluta referencia por cuanto que rubrican sendas versiones de Critical Band (1988) y Harmonium #2 (1976) que desbancan a su escasa competencia.
No así es el caso de Koan: Having Never Written A Note For Percussion (1971) donde seguiremos prefiriendo el registro de Matthias Kaul en Hat Art que el presente debido al percusionista Maurice de Martin, más centrado en la ostigación del caudal sonoro que acaba descontrolándose hacia el final que en la exploración en crescendo del tam tam que propone el primero.
De Wikipedia: "Las bandas críticas son rangos de frecuencia dentro de los cuales un tono bloquea la percepción de otro tono. Ocurren porque una onda que estimula la membrana basilar perturba la membrana dentro de una pequeña área más allá del punto de primer contacto, excitando a los nervios de toda el área vecina. Por lo tanto, las frecuencias cercanas a la frecuencia original no tienen mucho efecto sobre la sensación de la fuerza del sonido, incluso si se dobla el volumen del sonido. La sensación de volumen no es afectada de esta manera cuando se suma a la mezcla una frecuencia fuera de la banda crítica". Este concepto científico, definido por Harvey Fletcher en la década de los 40 del pasado siglo, es la premisa de Tenney para elaborar la pieza Critical Band.
En ella los músicos de Zeitratzer operan coloreando casi imperceptiblemente durante los primeros minutos un tono con otros similares dando al final con un sonido convulso, virulentamente radical, transido de abstracto academicismo y de una profundidad muy cara al post-rock. Nuevamente la concepción cuasi guerrillera de estos intérpretes permite erigir la ejecución de una obra que bajo su mirada adquiere sorprendentes perfiles. Es por ello mismo, por su riqueza heterogénea, por lo que resulta muy estimulante acudir tras la audición de esta propuesta a otra protagonizada por el mismo autor, James Tenney, con otros músicos, el también formidable y antagónico por cerebralista Barton Workshop en la referencia del sello Mode (185) Melody, Ergodicity and Indeterminacy.
Si hay un compositor al que le interesara disolver los protagonismos individuales dentro del conjunto musical ese es James Tenney quien en una obra como Harmonium #2, como en toda la serie, demanda a la vez la máxima implicación y el mayor despojamiento del concepto de solista. Escrita para instrumentación variable supone una de las primeras exploraciones del autor en el campo de los acordes y los intervalos posibles (puros o naturales) en la entonación justa. El armazón teórico también es perceptible en el resultado (algo que no siempre sucede) y que en este caso concreto no es más que un acicate para comprobar cómo desde una concepción altamente intelectualizada del hecho sonoro puede llegarse, cuando por medio hay mensajeros del calibre de Zeikratzer, a resultados notablemente arrebatadores.
Audición: Critical Band (1988)