20 feb 2012

Jamilia Jazylbekova, 'Nuit de mars', 'Voci'...























Jamilia Jazylbekova (1971-)
1.- Nuit de mars 12:21
2.- Voci 10:02
3.- Aspan 09:52
4.- Le refus de l'enfermement IV 07:04
5.- Aikyon 12:24
Eva Böcker, violonchelo. Jamilia Jazylbekova, canto.

Audición: Voci

Corre peligro de pasar desapercibido este álbum de la compositora kazaja radicada en Bremen Jamilia Jazylbekova (Kaskelen, 1971) más allá del ámbito germano. Su publicación se enmarca dentro de la colección que del Deutscher Musikrat lleva años publicando el sello Wergo.  Por  él han pasado algunos jóvenes (... y no tanto) compositores (de distinta procedencia pero todos ellos con el vínculo común de estar radicados en Alemania) que años después han eclosionado como nombres de referencia mayor (casos de Jens Joneleit, Carola Bauckholt, Isabel Mundry, Enno Poppe, Peter Ruzicka o Jörg Widmann) e incluso una creadora española, la sevillana Elena Mendoza, con un álbum de reciente publicación y nulo eco nacional consagrado a una satisfactoria selección de su teatro musical Niebla).

Resulta lógico que la referencia de Jazylbekova sea ignota incluso para los aficionados a la música contemporánea. Y por ello mismo –y por el constante goteo de nuevos compositores del orbe germano que propone el sello- el suyo no tendría por qué sobresalir del resto. Sería un error. A juicio de la escucha de las cinco piezas que componen el cedé podemos asegurar que estamos ante uno de los nombres a retener de la nueva generación de creadores centroeuropeos. En lo que respecta a su origen asiático este sólo es advertible de un modo más o menos obvio en una de las piezas del programa (Voci) y, en todo caso, demuestra  plenamente haber asimilado la estética de la música académica indagativa encontrándose en proceso de labrar un discurso propio.


Jamilia Jazylbekova
Quien esto firma tuvo la ocasión de estar presente en el concierto que el Ensemble Modern ofreció en Colonia el 8 de abril de 2011 en el contexto del Forum Neuer Musik organizado por la Deutschlandfunk y el Deutscher Musikrat. Los días inmediatamente anteriores el conjunto había realizado el registro de las obras que ahora se edita fonográficamente y que lleva el subrayado, en la dirección, del especialista Kasper de Roo. La solvencia de las interpretaciones está al nivel que se le presupone a sus ejecutantes: máxima implicación, deslumbrante comprensión de la gramática contemporánea, brillantez tímbrica y un sonido –verbigracia de la excelencia del ingeniero de sonido, Hendrik Manook- que permite identificar cada plano y que provee unas audiciones que, en su escucha con auriculares, reproduce con una pasmosa fidelidad la experiencia del directo.

Tras estudiar piano y flauta en su país natal, Jamilia Jazylbekova se trasladó a Moscú para tomar sus primeras clases de composición. Y de ahí a Bremen, donde en 1995 comenzaría a recibir lecciones de Günter Steinke y Younghi Pagh-Paan. En su catálogo, jalonado por diversos galardones, figuran obras camerísticas y vocales. Su música sin embargo es esquiva para el interesado. Nada ofrece YouTube de su obra y, hasta la publicación del álbum que propicia estas líneas, sólo teníamos conocimiento de su existencia gracias a un desigual disco del Ensemble Integrales (Coviello) en el que se recogía su obra sfiorasi (2004).Tampoco su anticuada página web permite acceso alguno a una muestra de su música.


La sensación de la escucha en vivo de su trabajo se acrecienta con el refrendo de su audición en cedé. En Jazylbekova confluyen varios caminos de interés. De un lado el minimalismo al que indisimuladamente se ven abocados los patrones rítmicos de Nuit de mars (2006), de otro el gesto orientalista, sin atisbo de exotismo, que anida en la soberbia Voci (2008-11), también está presente la estética ruidista en pasajes de Aspan (1004) y la intensa Aykyon (2005). Menos interés tiene el abigarrado discurso de la más obvia Le refus de l’enfermement IV (2005) [que puede escucharse aquí en el contexto de uno de los recientes programas emitidos por Radiópolis de Chorro de luz]


Explica Jazylbekova que el canto tradicional de Kazajistan se caracteriza por la tosquedad de su sonar. La compositora se desliga  en Voci de cualquier tentación belcantista o expresionista y explora una vocalidad árida, cercana al grito seco, tan agria como el referente musical étnico al que invoca. Hay ecos de los Cantos del Capricornio de Giacinto Scelsi y, por instantes, nos parece estar oyendo a Michiko Hirayama. Dice la compositora que su afán es “buscar la autenticidad” y esa es la razón por la que elige su lengua original para intervenir, ella misma, en la obra. También recurre al español, aunque en las notas del disco queda difusa la explicación del por qué este idioma. En todo caso, Voci es una creación que gana en cada escucha, que desvela poco a poco las esencias de un mundo arcaizante y espiritual en el que conceptos como ‘vida’ y ‘muerte’ son celebrados con parecido dramatismo barroco.No hay busqueda alguna de trascendencia, la autora cincela cada sonido con delectación, importa el aquí y ahora de cada momento. Y en este sentido Jazylbekova se sitúa en las antípodas de la narratividad excesiva e hiperatrofiada de un Wolfgang Rihm.


Oír Voci y luego Nuit de mars puede llevar a una relativa confusión. Ambas son obras que funcionan a nivel formal y que sorprenden por su audacia. Pero una y otra se resuelven con estéticas diferentes. En todo caso, Jazylbekova no parece aún apegada a un abecedario propio y  tantea con éxito diversos lenguajes. Nuit de mars emplea los patrones entrelazados y repetitivos de Steve Reich. Pero la compositora, antes que imitar al estadounidense, se refiere a la afinación y a los constantes cambios métricos de la música kazaja, procedimiento denominado como ‘kuj’. La obra evoluciona como subida a una balanza en la que tan pronto pesara más la intensidad del gesto musical que ralentiza el discurso como las aceleraciones que llevan al sonido a unos bucles cíclicos, sin salida. Las frases colisionan y el material, reducido, se recicla con gran intensidad y asombro.


Si en las anteriores composiciones, en medio del orgánico, hemos advertido los timbres de la electrónica, el acordeón y la mandolina, la distorsión de una guitarra eléctrica se erige en momento culminante de la romitelliana Aspan. “Como una ráfaga de viento”, así pide a los músicos que afronten su ejecución. Todo acontece con rapidez y la atmósfera de extrañamiento que provoca la heterogeneidad instrumental de la pieza no da pábulo al relajo. Por medio quedan momentos que nos convencen por su alterada musicalidad como la manipulación del arpa del piano con una espuma de poliestireno. “Pero más que distorsionar el sonido convencional, Jazylbekova busca expandirlo con la intención de obtener nuevos tonos de los instrumentos tradicionales”, dirá Kasper de Roo. Hay que seguir de cerca a Jazylbekova, apuntaremos nosotros.