José Luis Temes. Sevilla, XI/2012. Foto: D. Garrido (Atese / El Correo) |
El pasado 19
de noviembre, el director de orquesta José Luis Temes (Madrid, 1956) ofrecía en la Fundación Cajasol de
Sevilla un concierto al frente del Grupo Enigma en el marco del Festival Encuentros Sonoros que organiza el conjunto local Taller Sonoro. Sin afán alguno de
protagonismo, esmerado y esencial en cada una de sus comparecencias, este titán
de la batuta –nombre ya clave en la historia de la música española– volvió a
dejar buena muestra de por qué es uno de los grandes maestros del país. En
época reciente hemos descubierto además cómo cultiva la literatura con idéntica
fruición que la música. No hacen falta motivos para entablar conversación con
él y proponer luego una serie de pensamientos que compartir con todo aquel
interesado en la música, allende sus géneros.
Vino a
Sevilla a hacer música contemporánea, concretamente partituras de Hèctor Parra,
Víctor Rebullida, Jacobo Durán-Loriga y Gálvez-Taroncher, entre otros. Pero no le
gusta que le asocien exclusivamente con ella como tampoco con la música,
diremos, arqueológica (por más reciente que, en ocasiones, esta pueda ser)…
Lo que no me
gusta es que me llamen defensor, adalid... esa especie de militancia política
no va conmigo en absoluto. Es un repertorio que sé hacer y que me gusta. Esta
profesión tiene tres patas: el gran repertorio histórico, el patrimonio musical
propio de cada país y la música nueva. Si haces un programa de música española
recuperada el comentario habitúa a ser: ‘¡Qué maravilla!’ Pero si haces Mozart
el elogio es hacia el director y la orquesta, no hacia el compositor, que ya se
da por maravilloso. Con esto quiero decir que haciendo según qué tipo de obras
la gloria, el protagonismo, desde luego no se la va a llevar el director. Tengo
siempre que recordar que yo he dirigido todo tipo de obras, por eso no me gusta
que me encasillen en una u otra parcela.
De acuerdo,
pero sin usted la música española de nuestro tiempo habría estado bastante más
huérfana...
Gracias por
sus palabras. José Luis Pérez de Arteaga dice que con mi biografía habría que
reescribir la historia de la música de nuestro país. No lo sé, lo creo
excesivo. Nunca he jugado en Primera División, soy un Segunda B, pero llevo
tantos años en esta liga, con más de 100 discos grabados y 340 estrenos, que me
siento muy cómodo y satisfecho. Lamento no haber llegado a la primera división,
mi carrera ha sido mucho más limitada. Tampoco he sido viajero. Nunca me ha
gustado, así que eso tampoco me ayudó. ¡Qué le vamos a hacer!
¿Qué
recuerdos guarda del Grupo de Percusión de Madrid? Tengo la sensación de que el
papel que jugó no está todo lo reivindicado que debiera…
Para mí fue
fundamental por una razón: en él aprendí mucha ‘mano’, mucha técnica de dirección. Fue mi escuela realmente. Y una experiencia preciosa, alrededor de 300
conciertos por toda España. No superó los cuatro años de vida pero ¡qué cuatro
años tan intensos!
Luego
llegaría el ya histórico Grupo Círculo, cuyas grabaciones se encuentran tan
bien documentadas como invisibles para el oyente interesado…
Tiene razón,
hay mucho grabado del Grupo Círculo, pero queda muy poco ya editado en disco y
disponible. La vida del conjunto fue más larga que la del Grupo de Percusión de
Madrid, desde 1983 y hasta el año 2000. Fue una trayectoria asombrosa, uno de
los más importantes frutos del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Para la
cultura musical en la capital Círculo supuso un acontecimiento, una pequeña
revolución. Comenzamos a dar normalidad a la interpretación de la música
actual. Luego llegarían otros tiempos… y bueno, Círculo, como tantas grandes
historias, concluyó la suya.
José Luis
Temes, Arturo Tamayo y José Ramón Encinar. Son ustedes, perdóneme la expresión,
el trío directorial que más ha hecho por la música española contemporánea.
¿Está de acuerdo?
No es
cuestión de estar o no de acuerdo. Es que lo que afirma es un hecho numérico,
objetivo, incontestable. Hace unos días coincidí con ambos en Madrid y nos
hicimos los tres una foto muy simpática. Hablando llegamos a la conclusión de
que, entre los tres, sumamos alrededor de 1.000 estrenos absolutos realizados.
¡Figúrese!
¿Ha echado de
menos el poseer alguna titularidad de orquesta?
Honradamente,
sí. Mentiría si dijera lo contrario. Sí, sí, lo he echado y lo echo de menos.
Porque una titularidad te permite crear, desarrollar argumentos a largo plazo..
Pero ya le he contado algo de mi vida. Las cosas son como son.
Recientemente
ha sido nombrado Principal Director Invitado de la Orquesta de Córdoba. ¿Qué
proyectos confía en poder llevar a cabo?
Mire, hace
poco dirigía un programa Beethoven (una selección de Las criaturas de Prometeo)
y un bellísimo ballet para niños absolutamente desconocido (Rimas infantiles)
de María Rodrigo (1888-1967), probablemente la primera compositora
española de relevancia. Y el próximo 18 de abril dirigiré un concierto en el
que se escuchará el Concierto para violín de José Luis Turina, una auténtica
obra maestra, con las Tres piezas para violín y orquesta de Enrique Fernández
Arbós. Me acompañará Ara Malikian. Son programas distintos que me fascinan y
que apelan a la curiosidad del público.
En Córdoba
haré tres conciertos por temporada. Soy uno de los directores que más ha
trabajado con ellos. La Orquesta de Córdoba está muy limitada en repertorio y
por la difícil situación económica que atraviesa, pero siempre podremos aportar
cosas buenas. Por esta oportunidad tengo que dar infinitas gracias a su
director titular, Lorenzo Ramos, que creo va a hacer un trabajo fantástico con
ellos.
Ha rescatado
a muchos compositores del olvido. ¿De qué hallazgo se enorgullece más?
De muchos.
Pero me siento especialmente feliz por haber recuperado a Miguel Marqués
(1843-1918), fue un maestro del romanticismo español que ha caído en un olvido
absoluto. Hace unos dos años grabé sus Sinfonías con la Orquesta Filarmónica de Málaga en
alta definición, con la ayuda del ingeniero de sonido Javier Monteverde.
Lamentablemente aún no están editadas por falta de dinero.
Tengo la
sensación de, al igual que la de Marqués, debe tener varias grabaciones en la
recámara esperando patrocinador…
Y no se
equivoca usted. ¡Tengo 13 discos en casa con los comentarios escritos y las
fotografías, todos pendiente de publicarse! De un lado, las ya citadas cinco
Sinfonías de Marqués, pero también Exequias y el Concierto para violín de José
Luis Turina y un disco dedicado a Luis de Pablo. El año pasado grabé toda la
obra para percusión y orquesta suya. Exactamente Vielleicht (1973), para seis
percusionistas, Fiesta (1986) para seis percusionistas y orquesta de cuerda y
Fiesta II (1988) para conjunto de percusión. Y ahora mismo estoy registrando
por primera vez ¡las 17! Sinfonías de Carles Baguer con la Orquesta de Castilla
y León. Serán tres o cuatro discos. Sin embargo, en todo 2012 sólo ha podido
ver la luz uno, el consagrado a Jesús Bal y Gay.
O sea que
tras la integral sinfónica de Ramón Garay que grabó con la Orquesta de Córdoba
en el sello Verso, vuelve al mundo preclasicista ahora con la obra de Carles
Baguer. ¿No encuentra en este repertorio una mayor competencia con los
conjuntos de instrumentos antiguos?
No, para
nada. Es un error el que muchas orquestas sinfónicas modernas, ante la
aparición del movimiento historicista, hayan renunciado al repertorio del siglo
XVIII. El historicismo ha añadido mucha luz a la ejecución de estas músicas
pero, a mi juicio, no es excluyente. Para mí, la versión de Karl Richter de La
Pasión según San Mateo sigue siendo insuperable. Creo que la Orquesta Barroca
de Sevilla quiere afrontar la obra de Ramón Garay, y yo estoy seguro de que lo
harán maravillosamente bien. Entonces mi versión con la Orquesta de Córdoba y
la suya serán complementarias. Mi planteamiento, intuyo que al contrario que
será el de la OBS, fue el de situar a Garay como un representante del final del periodo
dieciochista, no como un autor de las postrimerías del siglo XVII. Por eso
mismo decidí prescindir del continuo, porque Garay representa la cuna del
sinfonismo español. Y me permito aventurar que las versiones que haré de Baguer
van a resultar una revelación.
¿Se siente
igual de cómodo dirigiendo, por continuar con él, Ramón Garay que Tomás Marco?
Mi lenguaje
es el de Luis de Pablo, Tomás Marco, etc… Me siento plenamente feliz en ese
terreno, como pez en el agua. Pero a la vez le diré que igual de agusto me encuentro si lo que toca es ponerme la casaca y la peluca.
Alguna vez ha
dicho que le “obsesiona” la obra de Pierre Boulez. ¿Qué encuentra en él que lo
distinga de otros ilustres compositores de la misma generación?
Soy un
bouleziano visceral y, por oposición, bastante menos stockhausenciano. La
perfección, la solidez y la belleza introvertida de la música de Pierre Boulez
es increíble. Su música se puede escuchar 1.000 veces y siempre se podrán
encontrar nuevos hallazgos y sugerencias. Eso no sucede con el universo
iconoclasta y bastante opinable de Karlheinz Stockhausen. Además, no creo que
el alemán haya compuesto más dos o tres piezas que, en sí mismas, constituyan
obras maestras.Por si fuera
poco, el pensamiento de Boulez es fundamental. Es decir, de un lado su música,
de otro sus escritos. Este nivel de profundidad se da en pocos compositores.
Ahí tiene a John Cage, sus ideas y
ensayos son magistrales, no así su obra estrictamente musical.
Vaticino que
me dirá que todas las estéticas pueden ser válidas. ¿Pero será capaz de decirme
que encuentra igual de estimulante dirigir una obra de, por ejemplo, Antón
García Abril que una de Luis de Pablo?
Le responderé
con otras preguntas: ¿por qué hay que elegir uno u otro?, ¿por qué hay que
enfrentar ambas estéticas? La música de García Abril tiene un sello muy
evidente que enraíza con la tradición. Luego coges la de De Pablo, en el
extremo contrario, tan intelectualmente atractiva. Cuando sabemos escuchar
sabemos sumar ambos mundos y enriquecernos con ellos. La cultura musical de un
pueblo sería así la suma de esos diversos ángulos. Otro tema muy distinto es
saber reconocer que cada compositor debe apostar por una estética. Pero no
nosotros como oyentes o intérpretes. Sufro cuando algunos exegetas, para
defender el melodismo de García Abril, tienen que atacar lenguajes opuestos.
Sin
aspavientos ni excesiva rigidez, cuando usted sube al podio el público ve la
música de una forma muy plástica contemplando sus manos. ¿Es algo premeditado?
Al oyente la
partitura que tenemos delante le importa un pimiento. Desde el momento que
marcas la anacrusa inicial tienes que transmitir música, no un jeroglífico. Una
vez un célebre director me dijo: “En los ensayos, brocha fina; en los
conciertos, brocha gorda”. Hay que comunicar la música al público, por
supuesto. De todas formas, lo mal o bien que dirija se lo debo a tres maestros
con los que nunca he estudiado pero cuyas grabaciones he visto con detalle
centenares de veces: Boulez, Karajan y Frühbeck de Burgos.
Al pisar tu jardín es su nuevo aporte literario. ¿Conviven en paz los dos Temes, el
veterano músico y el más reciente literato?
Sí, sí,
convivimos maravillosamente el uno con el otro. Me hace mucha ilusión este
libro. No sé si vale algo o no, pero Al pisar tu jardín es mi testamento. Así
lo afirmo. Quien alguna vez quiera saber algo de este señor bajito, ahí, en
esas páginas, me tienen. Sonará paradójico, pero tras 36 años dirigiendo
música, todo lo que soy está en ese libro.
¿Qué es el amor
blanco del que tanto le gusta hablar? Lo hizo en Tres cuentos para Ita y
redunda en ello en su nuevo libro…
El mundo en
el que yo he creído siempre es un mundo de ‘síes’. A menudo, tendemos a
identificar la fidelidad en una pareja con la exclusividad. Tanto Tres cuentos para Ita como Al pisar tu jardín [ambos en la Editorial Línea] plantean la idea de si, para que haya
fidelidad, tiene que existir forzosamente exclusividad. En la vida es natural
que surjan o que busquemos historias de amor, que impliquen sexo o no, de las
cuáles podemos aprender mucho y que no han de colisionar con tu pareja
habitual.
¿Amores
blancos son pues aquellos en los que los enamorados comparten su mente y su
cama con otras personas?
Así es. Mire,
sobre el amor se ha escrito mucho, pero no así sobre estas historias de amor.
En uno de los cuentos, Ella es así, reivindico el término ‘amante’, creo que es
uno de los más hermosos que existen. Lo que yo intento decir es que amar a tu
pareja no significa no poder besar jamás otros labios. Es antinatural. No se
trata de tolerar un “pecadillo”, si no de vivir el amor y el sexo de una forma
más plena y cómplice para ambos. Pero este, ¿sabe?, no es un tema sencillo.
Incluso subyacen dudas en quienes dicen tenerlo muy claro. Y creo francamente
que, con Tres cuentos para Ita, he ayudado a bastante gente a descubrirse y a
entender mejor la realidad que ellos vivían, muy al margen de las convenciones
sociales. Esto me produce una satisfacción inmensa.
Madrid se cuela entre los resquicios de sus
relatos. ¿Mantiene un idilio con su ciudad?
Sí, también adoro Córdoba, Santiago… y claro,
Madrid, por supuesto. Soy un gran enamorado de esta ciudad, de su primavera, de
su otoño. Y me encanta andar, ando por ella todo lo que puedo. Claro que sí.
Vídeo promocional del libro Al pisar tu jardín.
Esta entrevista se publicó, de manera extractada en la edición digital y papel de El Correo de Andalucía el 3 de diciembre de 2012. Consúltela aquí: http://www.elcorreoweb.es/sevilla/158445/
Otra entrevista con José Luis Temes, de corte más personal, puede ser consultad en la página web de El compositor habla. La encuentra aquí.