Zahir Ensemble en el Teatro Central / J. M. Paisano (elcorreoweb.es) |
Evidencias de gran música
Reseña del concierto que el 5 de febrero ofrecieron los conjuntos Des Equilibres y Zahir Ensemble en la inauguración del V Ciclo de Música Contemporánea.
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Haciendo un esfuerzo verdaderamente ímprobo, Juan García Rodríguez (director de Zahir Ensemble), quién más está haciendo por la difusión de la música de nuestros días en la adocenada culturalmente Sevilla, presentaba el miércoles en la Fundación Cajasol el primer concierto de los cuatro que integran su tan modesto como valioso quinto Ciclo de Música Contemporánea.
Con la colaboración de la Embajada de Francia en España se planteaba un encuentro entre miembros del conjunto marsellés Des Equilibres y el sevillano Zahir. Ello nos permitió disfrutar de la interpretación de la violinista Agnès Pyka y la viola Blandine Leydier -por parte del ensemble galo- y del guitarrista Francisco Bernier y el violonchelista Dieter Nel por parte de Zahir.
Del programa presentado nos quedamos, ampliamente, con la música del compositor algecireño José María Sánchez-Verdú (1968). No dudaremos en señalar una y otra vez que su nombre es el más relevante de su generación, y su obra, de rotunda personalidad, se incardina en el panorama compositivo actual como una propuesta absolutamente distintiva. Nada (2007) es una miniatura que vive en el ciclo Lux ex tenebris (Goya-Zyklus) y que sale de él para ofrecerse casi como un souvenir de aquella vasta obra; música zigzagueante y exploratoria de intensa comunicatividad ejemplarmente ofrecida por Bernier y Nel, implicados con y afines a su estética. En la conclusión, la más temprana Kitab 4 (1998) parece conectar con la gramática que viene desarrollando hoy día el músico pese a que, entonces, sus intereses ahondaban más en una intertextualidad étnica de la que esta partitura parece querer escapar con su sucesión de silencios, aristas, roces y susurros, tejidos todos ellos no en un mero catálogo de sonidos, sino en un discurso que se hace advertible en una primera escucha.
Hubo también espacio para la música bien urdida y de gesto académico de François Rossé (1945). Su trío de cuerdas Melusine (1999) se sigue con interés y plantea meandros en la escucha que subyugan por su inestablidad armónica. Fue ejecutado con precisión y honda corporeidad instrumental por parte de los músicos. El mismo empeño pusieron estos en los pentagramas de Graciane Finzi (1945), presente en la sala. Pero su música nos pareció sinceramente irrelevante; L’Amor el la Vie d’Une Femme (1995) resultó ser un escolástico trío de acartonado dramatismo; Osmose (2001) no mejoró la cosa, obra de querencia glassiana por momentos, de torpe melodismo y aburrido didactismo en su afán de jugar a la homogeneización tímbrica.
Imantados por la repetición
Reseña del concierto que Zahir Ensemble ha ofrecido en el Cicus de la Hispalense con obras de Philip Glass.
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Cicus (Universidad de Sevilla). 14 y 15 de marzo. Programa: Monográfico Philip Glass. Intérpretes: Zahir Ensemble (A. Rubio, flauta. L. Orden, flauta. A. Bocanegra (saxo contralto). A. Padilla (saxo tenor). C. Soriano (teclados). J. Moguer (teclados). E. Rodríguez (bajo eléctrico). A. Malek (director asistente). J. G. Rodríguez (director). P. A. Agudelo (creación en vídeo).
Es con citas como las protagonizadas este fin de semana por Zahir Ensemble como el Centro de Iniciativas Culturales de la Hispalense (Cicus) adquiere su auténtica razón de ser. Música de 1969 que en pleno 2014 nos parece recién creada y que, en los atriles de la incombustible formación que dirige Juan García, cobra visos de auténtico atelier donde, antes que recrearse, la música parece surgir nueva ante los oyentes que, el viernes –hubo un segundo pase el sábado– asistimos entre el pasmo y el trance a la catarata de magnéticas repeticiones que proponen páginas como Two pages o Music in fifths. Hubo puntuales imprecisiones que no hicieron descarrilar un conjunto que, en páginas como estas, parece ejecutar maquinalmente, por más que todo sea tan inestable, que cada mínimo roce sea motivo de alerta por parte de un público capaz de advertir el más insignificante desliz.
Que García Rodríguez demuestra ser uno de los músicos más completos del panorama nacional lo demuestra en cada comparecencia (de la zarzuela al sinfonismo bruckneriano, de la robustez abstracta de Halffter al minimalismo radical de Glass). Y, sobra decirlo, si no fuera por Zahir Ensemble, nunca estaríamos comentando un concierto como este en una ciudad terroríficamente timorata en lo musical. En la última pieza, Music in similar motion, los teclados adquirieron felizmente más protagonismo, y atisbamos incluso una dramaturgia menos férrea. Todavía estamos en trance.
El incontestable frescor de la vanguardia
Reseña del concierto que Zahir Ensemble ha protagonizado en el marco del V Festival de Música Contemporánea con obras de Manoury y Crumb.
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Fundación Cajasol. 28 de abril. Programa: Obras de Manoury y Halffter. Intérpretes: S. Ito, soprano. Zahir Ensemble. J. G. Rodríguez, director. V Festival de Música Contemporánea.
Algún neurólogo o antropólogo tendría que explicar alguna vez el por qué de ese miedo casi atávico que padecen muchos melómanos ante la música de vanguardia. Consta a este firmante que en el último concierto de Zahir Ensemble había más de uno, y de dos, que nada sabían de lo que iban a escuchar. Salieron en estado de shock. Fascinados. ¿Su suerte? Probablemente la de no estar mediatizados por prejuicios, la de no llevar asistiendo años a temporadas de conciertos en las que la música de hoy no se ofrece, se tapa, se ignora.
Sea como fuere venimos reivindicando en estas páginas la esencial labor que un conjunto como el que dirige Juan García Rodríguez realiza en el panorama cultural sevillano. Porque apuesta contra viento y marea por mantener viva la llama de la creación sonora contemporánea y porque, y esto es igual de importante, asume obras de auténtico peso.
Es el caso de Noche pasiva del sentido, de Cristóbal Halffter (1930), partitura con 34 años a sus espaldas que hoy nos suena llena de vida pese al momento de furibunda vanguardia en el que se concibió. Inspirada en textos de San Juan de la Cruz, la obra deconstruye la semántica para abrazar un recitado basado en fonemas que son cantados, susurrados, gritados, teatralizados en fin en el contexto de lo que nos parece una meditativa y tortuosa meditación de rotunda musicalidad. La soprano japonesa radicada en Sevilla Sachika Ito resultó ser el descubrimiento de la noche. Entregada a la difícil página, la cantante desplegó una enorme fuerza expresiva y la percibimos como transida por el opresivo clima de una partitura que, por cierto, tiene mucho de ese gusto oriental por pausar el tiempo. La prestación de los percusionistas José Tur y Eugenio García, junto con la difusión electrónica de Alberto Carretero y la dirección de García Rodríguez redondearon este instante mágico de la presente temporada musical.
Antes, el flautista Alfonso Rubio solventó el intrincado virtuosismo de Júpiter (1987), de Philippe Manoury (1952), música dependiente de la tecnología pero que no supera su sesgo de artefacto de laboratorio pese a su encantador perfume stockhauseniano.
Zahir a los cuatro vientos
Reseña del último concierto del V Ciclo de Música Contemporánea ofrecido este pasado miércoles 18 de junio en el Centro Cultural Cajasol.
V Festival de Música Contemporánea Zahir Ensemble. Sachika Ito, soprano; Eva Alén, mezzosoprano; Paul Norcross-King, tenor. Director: Juan García Rodríguez. Programa: Stabat Mater de Arvo Pärt; Cantata de Igor Stravinski. Lugar: Centro Cultural Cajasol. Fecha: 18 de junio.
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Para evitar la confluencia con un partido de fútbol del Mundial de ‘interés general’, el conjunto Zahir Ensemble decidió adelantar en una hora su última convocatoria del curso musical provocando así, aun de forma no premeditada, el malestar del público que llegó a la hora inicialmente anunciada. Este hecho sumado al pertinaz trasiego del público impidió la concentración durante toda la primera mitad del concierto más asequible para el gran público de la temporada. Más allá de la anécdota, alguien debería tomar nota. No es razonable que el gran esfuerzo que estos músicos, liderados por Juan García Rodríguez, vienen realizando en pos de las músicas de los siglos XX y XXI pase tan desapercibido.
Uno se pregunta por qué la escueta mano tendida que le dan ciertas instituciones no se alarga un poco más en el interés de publicitar convenientemente este ciclo que ya anuncia, de cara al Otoño, su sexta edición. También continuamos interrogándonos dónde está todo ese público que llena el Maestranza y que no tiene el interés suficiente por acudir a unas citas sin la mitad de relumbrón pero con muchos sonidos por descubrir en los atriles. Sevilla, Ciudad de la Música, la llaman…
Por (re)descubrir es la Cantata, de 1952, de Igor Stravinsky. Una partitura puente en la carrera del genio ruso que parece anunciar tímidamente el ulterior hallazgo de Luciano Berio en forma de sus Folk Songs (1964). Contó la versión con la modélica competencia de las voces femeninias del Joven Coro Barroco de Andalucía, que, muy en estilo, aligeraron la densidad de la obra con un canto sin apenas vibrato, muy cercano al estilo popular. También García Rodríguez, desde los primeros compases, se distanció de las, por otra parte excelentes, versiones discográficas de la obra a cargo de Marcus Creed y Robert Craft. Eligió un tiempo rápido que comprometió más aún en sus dificultades al esforzado tenor Paul Norcross-King, de voz estrangulada y llena de tiranteces, aún teniendo un timbre ciertamente grato.
La soprano japonesa afincada a Sevilla, Sachika Ito, a quien alabamos su versión de Noche pasiva del sentido, de Cristóbal Halffter, en el penúltimo concierto de Zahir esta temporara, no logró la misma excelencia en el Stabat Mater de Arvo Pärt. Le faltó recogimiento y una mayor mesura en la proyección de su voz; toda vez que estamos en el marco de una partitura religiosa. Valoramos nuevamente la brillantez y densidad de su instrumento vocal. Más afines al espíritu estuvieron Norcross-King y Eva Alén. Correcta lectura la de Zahir Ensemble, empeñados como estuvieron en sacar a relucir las bondades de una página de muy escasa inspiración.
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Narcótico ‘Made in Alaska’
Reseña del concierto que Zahir Ensemble ha ofrecido en el Teatro Central con música de John Luther Adams.
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Teatro Central. 9 de abril. Programa: Clouds of Forgetting, Clouds of Unknowing, John Luther Adams. Intérpretes: Zahir Ensemble. J. Garcia Rodríguez, director. Ciclo de Música Contemporánea.
Zahir Ensemble continúa su temporada proponiendo obras que, de otra manera, nunca sonarían en Sevilla. Hace algunos años abordaron con éxito la formidable For Samuel Beckett, de Morton Feldman, cima del ensimismamiento, partitura presa de un feroz y subyugante estatismo. La música del compositor John Luther Adams (1953) guarda algunos puntos en común con la del creador de Buffalo. Pero también, en una obra como estas Nubes de olvido, nubes de inconsciencia hay ecos de Scriabin e incluso Messiaen.
Luther Adams, radicado en Alaska y poderosamente influenciado por sus gélidos paisajes, lleva décadas intentando cincelar un idioma propio. Pero ni aún en una de sus piezas más estimables, como es la que nos ocupa, consigue despegar el vuelo, lograr imantar al oyente con una música de riesgo pero con excesivos referentes.
Los 17 solistas de Zahir dieron forma a la obra de manera aceptable. Poner una página de estas características en pie supone un ejemplar reto; pero no obviaremos decir que algún ensayo más hubiera sido necesario para empastar más el conjunto. García Rodríguez dirigió creyendo a pies juntillas los pentagramas que tenía delante. 65 minutos de secuencias sin apenas desarollo, aleteos tímbricos con aspiraciones evocadoras y una continua sensación de perseguida frialdad. El grueso de la producción de Luther Adams se escora peligrosamente hacia una posmodernidad de efecto narcótico. En estas Nubes de olvido se resumen las mejores esencias de un compositor ampliamente prescindible.
Todas las reseñas anteriores fueron publicadas originalmente en El Correo de Andalucía.