1 dic 2009

Ben Frost, 'By the throat'


Ben Frost (1980-)
1-11.- By the throat (2009) 46'
Bedroom Community
Distribuye en España: Rotor

Resulta curioso comprobar cómo un disco a contramano, electroacústico y de clara vocación experimental como By the throat recibe una atención tan apreciable como la que está mereciendo. Mientras que de publicaciones comentadas aquí pertenecientes a estimables compositores como Lei Liang o Thomas Hummel poco más puede leerse (en español) en toda la red, el nuevo trabajo de Ben Frost acumula entradas en blogs, reseñas en revistas y es motivo de charla en foros de música. ¿La razón? Su autor proviene del ámbito del pop o… más concretamente, del “pop independiente” o del “post-rock” o de la “electrónica alternativa” o del “ambient” o qué se yo.

Desde luego proviene de un lugar alejado de la Academía (así, con mayúsculas), nada tiene que ver con sellos de música contemporánea, ni con festivales especializados. Y en fin, aquí está. Cualquier aficionado a la buena música contemporánea debería dejarse tentar por este interesante escarceo electrónico que tanto regocijo produce en los oídos de quienes creen que Frost es poco menos que un iluminado y un pionero en un camino (¡lleno de atascos a estas alturas!) y no sabrían juntar las letras de auténticos gigantes como Francis Dhomont, Eduardo Polonio, Lionel Marchetti, Bernard Parmegiani o Francisco López.

Sin embargo, si By the throat sube a primer a primer plano no lo hace para justificar una cruzada argumental contra el (en términos maximalistas) global lodazal que es el mundo del pop, antes al contrario, el nuevo disco de Ben Frost –ya lo hemos apuntado- debería sortear el bar para alcanzar un escenario verdaderamente serio. Merece la pena adentrarse en esta suerte de banda sonora crepitante atravesada por aullidos de lobos y una muy plástica narratividad poco habitual en este tipo de propuestas. Tras disfrutar en el cine con esa brillante sorpresa que es la cinta de horror Paranormal Activity (Oren Pelli) acompañar el recuerdo de unos fotogramas carentes prácticamente de música con la elaborada por Frost puede suponer un inquietante, angustiante epílogo.

Ben Frost publicó en 2006 un irrelevante disco, Theory of machines, que lo situó en el punto más alto de despojamiento lineal al que los poperos impenitentes (los mismos que celebraron hace un tiempo al plomizo Burial como santo y seña de la modernidad) pueden llegar. Desde luego, si hasta ahora este joven músico australiano residente en Islandia, se había caracterizado por proponer reclamos artísticos un tanto a contracorriente desde el punto de vista de su escudería, con By the throat ha logrado crear una obra importante, cuyo envejecimiento puede o no serle dañino (es el reto de toda novedad absoluta) pero que, hoy por hoy, sugiere una escucha poética y hermosamente incómoda.



No es By the throat una obra maestra y probablemente, con las armas de la teoría, tampoco soporte comparación con sobresalientes indagadores de aquí y ahora como Erik M o Wolfgang Mitterer. Pero hay en esta historia un poder evocador que pocas veces se logra desde los primeros segundos. Suerte de paisaje sonoro post-apocalíptico, los onces cortes del disco se acumulan generando una escalada de tensa escucha, proponiendo un angosto y empinado camino de entrada a un cuento de terror donde todo funciona con la precisión de un score reglado. Hay quienes han descrito la obra en términos descriptivos como la "belleza del infierno", otros ven una posible banda sonora inscrita en el universo de un cineasta como David Lynch y los más parecen entender el continuo sonoro como un nada complaciente dibujo de un desolado y nevado paisaje islandés.

Asomarse a By the throat (no con fruición, intercalando otras escuchas para no descubrir tan pronto las trampas argumentales de la función) es hacerlo a un oscuro y, por instantes, caótico remix de evocaciones electroacústicas. Hay en los materiales que tan ejemplarmente ha dispuesto Ben Frost ecos del ruidismo (Merzbow, Whitehouse), electroacústica de libro (con reminiscencias de la actual escuela canadiense) y cierta new age islandesa de nuevo cuño y buen gusto. Aquí, en esta última casilla, es donde hay que situar dos excelentes hallazgos como son el grupo femenino Amiina y la violonchelista y compositora Hildur Guðnadóttir, dos propuestas menores en ambición pero de incontestable belleza. No por nada la banda Amiina participa añadiendo colchón acústico en algunos fragmentos del disco (como Leo needs a new pair of shoes). Junto a ellas colaboradores de desigual interés por separado como Kanding Ray y Nico Muhly.

A pesar de que Ben Frost no ha sido capaz de escapar en ciertos momentos de pequeñas concesiones al relajo auditivo cuasi melódico (Híbakúsja) hay en toda la audición, más allá de algunos instantes menores, un pulso cortante y un guión tan estrictamente preparado que la narración, plagada de estremecedores aullidos (The Carphatians) y distorsiones que calan en nuestros tímpanos (Killshot), viaja de principio a final cerrando una dramaturgia agresiva y, en ocasiones, deslumbrante.

Audición: Killshot (By the throat)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran disco, buena reseña. Sorpresas te da la vida: un mequetrefe popero solventando un estimable cedé.