5 mar 2010

Francisco López, 'Machines'





















Francisco López (1964-)
Machines 153'
1.- klokken
2.- fahrstühle
3.- labs
4.- fabrikas
Francisco López, grabaciones y mezcla
Elevator Bath (eeoa030)
Distribuye en España: Rotor

Escribir hace un par de años una reseña sobre cualquier trabajo o actividad del artista sonoro Francisco López (Madrid, 1964) nos hubiera llevado a referirnos, obligatoriamente, al medio underground en el que se movía el creador. Un medio extremadamente dúctil que le ha permitido curtirse en todo tipo de festivales especializados en música experimental y paisajismo sonoro, galerías de arte y museos dedicados a la creación contemporánea. Sin embargo, singularmente en España -en otros países su obra lleva algún tiempo despertando el interés de las grandes citas- el prolífico trabajo de López ha tardado en calar en los escenarios de la música académica, esa que, por otra parte, tanto reivindicamos en esta página.

El concierto que López ofreció el 20 de septiembre de 2008 en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía de Madrid (eso sí, al margen del ciclo que programa el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea) marcó el punto de inflexión. Faltaron butacas para acoger al público que acudió y la experiencia de inmersión sónica que allí se propuso puso en funcionamiento las antenas algo aletargadas de los mandamases culturales en cuanto al tema sonoro se refiere. No es casualidad que durante el primer trimestre de 2010 López tenga en el citado espacio museístico una instalación (Sin título #223) que resulta del encargo realizado por la dirección del centro para que el creador interviniera en un espacio específico del edificio. Su presencia en los circuitos del avantgarde va un paso más allá: el 7 de abril ha sido invitado a la temporada Musicadhoy 2010 para que presente una nueva creación, Sin título 0410, en el Hall del Auditorio nacional de Música de Madrid.

Su incesante actividad concertística jamás se ha interpuesto en su inagotable capacidad de lanzar novedades discográficas, superando ya el centenar largo de cedés editados, un recorrido fonográfico que permite documentar perfectamente el recorrido estético que ha ido trazando el autor, con paradas tempranas en la música acusmática (Azoic Zone / Addy en el país de las frutas y los chunches), el paisajismo sonoro (La selva, Belle Confusion 969), el arte sonoro (absolute noise ensemble / buzzin' fly / dormant spores), la exploración entomológica (Conops)  y el industrial (Hysechasterion / Machines), géneros todos ellos que han sido fagocitados por la personal óptica de López haciendo prevalecer en sus acercamientos, antes que la escolástica, su personal e intransferible percepción del hecho sonoro.

Cuando todavía flaquean los ecos de la ejemplar publicación de cinco cedés que el sello austriaco Kairos (otro síntoma de aceptación por parte de la modernidad oficial tras años de edición /y autoedición/ en labels de difusión muy limitada) lanzó al abrigo de la colección de música contemporánea española auspiciada por Caja Madrid (Through the looking-glass), llega a nuestras manos uno de los trabajos más sólidos que el creador nos ha legado en los últimos meses (no cabría extender mas el campo temporal dada su extrema prolificidad), Machines, un doble cedé que pone en circulación -en edición limitada- el sello de música electrónica de Washington (EEUU) Elevator Bath.

Puede leerse en Wikipedia que "la música industrial se caracteriza por un alto grado de experimentación, utilizando instrumentos inventados por las propias bandas, sonidos de máquinas, repeticiones y modificaciones de sonidos mecánicos o muestras de películas. El sonido de estos grupos suele ser denso, pesado y con pocas melodías", una definición harto imprecisa de un mundo sonoro cuyo rastro puede hallarse ya en los primeros trabajos de pioneros como Pierre Schaffer (¿que sería si no su Etude aux chemis de fer) y Henk Badings, como también en artistas del noise como Merzbow, bandas como Whitehouse y Kraftwerk y personalidades crepusculares como la del extravagante frances Jean-Marc Vivenza y su intento de abolición de la presencia humana tras la obra de arte, preconizando la absoluta frialdad que debe rodear a la pieza sonora.

En éste escurridizo pasadizo de la vanguardia es donde ha de situarse un trabajo como Machines, cuyo nombre parece querer encajar como una losa en los primeros puestos de este compartimento. Basado íntegramente en grabaciones de campo (algo que sucede en la inmensa mayoría de sus aportaciones), este doble cd testimonia cuatro amplias piezas cuyas fuentes de sonido provienen, respectivamente, de Amsterdam, Leipzig, Barcelona y Riga. Sorprende en la (aconsejable) escucha aislada de cada una de estas obras cómo el silencio -tan presente en su música- cede protagonismo a una sonoridad más pesante, como si el micrófono de López quisiera penetrar en cada intersticio de los maquinales y tecnificados ambientes en los que ahonda. A la vez prevalece en las cuatro creaciones un vigor rítmico, en la mayoría de los casos relacionado con la propia maquinaria de los artefactos que centran la obra, ausente en buena parte de la producción central del artista.

 Francisco López

De alguna manera Machines se erige en uno de los trabajos más explícitos de López. No sólo da título a cada uno de los cortes que integran el fresco, si no que, a lo largo de su escucha, los objetos se nos revelan precisos (relojes, ascensores, aspersores...), a pesar de que, como es norma común en él, resulte complicado discernir si los sonidos que se nos ofrecen han sido procesados o alterados. Sea como fuere lejos de cualquier intención documentalista, el artista vuelve a imponer su capacidad para dirigir al oyente a un estado de catarsis mediante la audición concentrada (con los ojos tapados, bien directamente en total oscuridad) de una música que atraviesa extansas planicies de sonido estático, crescendos inagotables y determinadas zonas donde lo complejo es discernir si del altavoz emana o no algún sonido, apenas un chisporroteo.

A diferencia del trabajo más crudo y desnudo, también menos 'natural', por cuanto que Vivenza imitaba mediante instrumentos electrónicos los sonidos de determinadas máquinas y de manera contraria a la de un maquinal pero demasiado oscuro y siniestro Lustmord, Francisco López ha firmado la que podría ser vista como una grabación ejemplar de la música industrial, un aporte clave en su cruzada en pos de la música "absoluta". "Construyo una realidad virtual sonora (que no existe así en el mundo), que es un punto de partida individual desde el que crear, o recrear(se), como un poder transformador", afirma.

La pretensión puede resultar excesiva pero, efectivamente, sumergirse en las condiciones -acústicas, climáticas- adecuadas en un trabajo como Machines supone experimentar en primera persona una de las propuestas sonoras más físicas y opresivas de la creación contemporánea. Escúchese a tal efecto la segunda pieza recogida en el primer cedé de esta doble edición, Fahrstühle. Los sonidos que genera la maquinaria de diversos ascensores y montacargas -incluyendo también el cierre de sus puertas- impregnan la habitación del auditor y convierten el entorno en hostil ante las graduales aceleraciones y las emisiones hidraúlicas de una máquinas que proveyeron a López de un arsenal sonoro de enorme efectividad, como pudo comprobar el público receptor en el estreno de la obra, que tuvo lugar en la Ópera de Leipzig en 2005

Klokken, con tomas de sonido de una vasta colección de relojes holandeses, es en apariencia más convencional por cuanto que este material ha centrado otras importantes creaciones como el Poema sinfónico para 100 metrónomos de György Ligeti -con el que comparte puntuales sonoridades- y la más reciente pieza electrónica La selva degli orologi de David Monnachi. Aquí López procede desde la exposición casi minimalista de un tic tac hasta una saturación metronómica en la que los relojes adquieren proporciones imposibles. El ritmo regular de las repeticiones y los desfases entre máquinas desacompasadas (en la tradición del primer Steve Reich) modelan media hora de hipnótica música concreta.

En el invierno de 2004 López se interesó por recoger muestras sonoras del Centro de Nacional de Microelectrónica y del Instituto de Ciencias de los Materiales -ambos en Barcelona-. El resultado es Labs, el peldaño más agitado y de más fácil acceso para quien se acerque a estos trabajos con una empatía mayor por la música electrónica popular. Por medio de sonidos de presurización, frecuencias resonantes y cierto caos maquinal, López contituye un todo central al que se llega tras una especie de periodo de despegue y del que nos vamos a través de una constante ocultación de los fenómenos, un fundido a negro en clave musical tras la montaña rusa industrial.

Por último, en Fabrikas, Francisco López cincela una ambiciosa creación entre el noise y la electrónica pura, con generosas dosis de ruido blanco y capas de enorme, opresiva densidad. El espectáculo proviene de las grabaciones recogidas en dos fábricas, de chocolate y de cerveza, de Letonia. Disonante y enfática, la música de López (quien ya tiene otro formidable cedé en la calle, Amarok, reverso maduro y abstracto del curioso paisajismo neo de Ben Frost en By the throat) tiene un elevado poder de sugestión. Revés oscuro y abismal de la electroacústica y el arte sonoro, su obra, inabordable en un primera aproximación, proporciona innumerables horas de gozo estético.

Audición: Labs (Machines)

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