2 mar 2012

John Cage, 'Etudes Australes'


John Cage (1912-1992)
I-XXXII.- Etudes Australes 260:54
Sabine Liebner, piano.

“You have to hear what is there and not what you expect to hear”, J. Cage

Audición: Etude XVI


Que la pianista Sabine Liebner acabara abordando los Etudes Australes  (1974-75) era una consecuencia previsible tras todo el intenso trabajo que en los últimos años ha venido realizando alrededor de la obra de John Cage. Y no sólo, pues por el camino también han aparecido discos centrados en otros nombres esenciales de la denominada Escuela de Nueva York como Morton Feldman, Christian Wolff y, muy recientemente, Earle Brown. En cualquier caso, Liebner viene a sumarse a la nómina de pianistas que, con gran fortuna, llevan años adentrándose en estos procelosos territorios, caso del prolífico y siempre referencial Steffen Schleiermacher y los norteamericanos Stephen Drury y Marilyn Nonken.

Hace unos años parecía imposible que ningún otro intérprete pudiera hacer sombra al citado Scheleiermacher (cuya integral cageana ha sido reeditada recientemente en MDG) entre otras razones porque parecía poco probable que otros músicos transitaran en profundidad este repertorio. Liebner en ningún momento ha afirmado querer grabar todo el catálogo pianístico de Cage pero… va camino de ello. En el año 2010, ASLP (as slow as possible) y One-One2-One5 centraron dos cedes ejemplares, de una radicalidad en los planteamientos interpretativos sin parangón. En el mismo sello, NEOS, tres años antes, había publicado la amplia Music for piano 1-84, una colección de gran desnudez y parquedad en medios cuya versión no logró desbancar del podio a la más concisa, apretada y fría de Schleiermacher.

En el marco del Forum Neuer Musik organizado por la Deutschlandfunk en Colonia, Liebner interpretó [ver vídeo del encuentro aquí], entre el 7 y el 10 de abril de 2011, los 32 Etudes Australes a razón de un libro por sesión. El autor de estas líneas pudo estar presente únicamente en la segunda jornada. Contemplar durante 65 minutos a la pianista alemana desgranar sin pausa, con una digitación sobresaliente, evidenciando una casi dramática concentración en los pentagramas, cada uno de los ocho estudios (IX-XVI) del libro segundo supuso un shock musical, cultural, estético si lo quieren, de enorme calado. Allí mismo, tras el recital, la intérprete confirmó que la publicación de este álbum acaecería pocos meses después.

Sabine Liebner
Estaremos de acuerdo en que el afán de relacionar la música con el espacio sideral no es nuevo. Sin salir de los márgenes que dictan los intereses de este blog, compositores como Stockhausen (Tierkreis, Sirius), Xenakis (Pleiades), Ligeti (Atmospheres) y Grisey (Le noir de l’Étoile) se aprestaron a ello. Pero ninguno como John Cage supo, asido a la modestia de una partitura estrictamente pianística, sugerir al oyente una visión tan palpable y fascinante de las estrellas. El intento por captar con sonidos esta estampa ya estaba presente en Atlas Eclipticalis (1961) –para uno u 86 intérpretes, de duración global indefinida-, obra en la que trasladó a una partitura la imagen en negativo de un mapa celeste y, de acuerdo con las coordenadas de las estrellas, otorgó la altura de las notas: el brillo lo transpoló a la intensidad musical y la dimensión de los cuerpos la transmutó en la duración del sonido.

Una cita del propio Cage sobre la intención estética de sus Etudes nos parece absolutamente reveladora del contenido de estas cuatro horas largas de música: “No existe en la obra ningún sistema de relación entre las notas, tampoco hay tonalidad. Sólo hay acordes. Acordes que son inesperados e imprevisibles. Cuando estos suenan nos llegan cargados de una enorme frescura, como si perennemente los estuviéramos escuchando por primera vez” (J. Cage citado por R. Kostelanetz, booklet Wergo cd, Grete Sultan plays Etudes Australes).

Los Etudes Australes forman parte de un ciclo de obras excepcionalmente difíciles –para el intérprete, para el oyente…- como son los Freeman Etudes (1977-1990) para violín y  los Etudes Boreales (1978) para violonchelo y/o piano. Fue a petición de la pianista Grete Sultan, amiga personal de Cage, como el compositor accedió a crearla. Cuando supo que la intérprete andaba enfrascada en la preparación de su Music of changes, el músico consideró que no era elegante ni apropiado que una señora de la avanzada edad de Sultan tuviera que golpear con las palmas de las manos y una macilla el arpa del piano.

John Cage y Grete Sultan
Con la ayuda del I Ching, Cage concibió, lejos de una página asequible, el más difícil todavía, una serie de 32 piezas, redactadas de forma aleatoria con notación convencional y  que funcionan como dúos para dos manos independientes que demandan una preparación muy específica por parte del intérprete.  También recurrió al Atlas Australis, un atlas del cielo que había adquirido en Praga en 1964. La partitura no contiene indicaciones para las dinámicas de ataque y de decadencia, no hay barras de compás, tampoco referencia alguna al uso o no del pedal, decisiones que pone Cage en manos del ejecutante.

A Sabine Liebner los cuatro libros le duran 260 minutos, un tiempo notablemente superior a los 204 minutos que tarda Schleiermacher en despachar la serie o los 169 minutos de Sultan, con quien por cierto conversó la protagonista de este registro de NEOS en 2005 pocos meses antes del fallecimiento de aquella. “He reflexionado mucho sobre los Etudes Australes y, al final, los contemplo como un paisaje por el cual el pianista puede viajar a través de sí mismo”, dice en la carpetilla del cedé.  Sin embargo, Liebner no pasa de puntillas por estas partituras, no las contempla de manera global, cada estudio es una parada diferente en su viaje. De esta manera comprendemos la morosidad con la que aborda una obra ante cuya audición no cabe más que el abandono a la pura contemplación, casi al recogimiento.

Liebner es una pianista de técnica y repertorio abrumador, una (re)creadora  que sabe que, en el vaivén entre el sonido pianístico y el silencio anida una de las mayores bellezas del universo Cage. Su sensibilidad poética, su firmeza en la defensa de una música de cuyo valor e importancia es plenamente consciente y la aparente facilidad con la que demuestra, ante retos interpretativos como estos Etudes, que lo imposible es posible, la ubican como un nombre ya esencial, clave, para comprender y abrazar una facción de la música más avanzada. En este año 2012 en el que se celebra el centenario del nacimiento del autor de las Europeras es de esperar que vean la luz numerosas grabaciones monográficas (al hilo de esto el sello Mode acaba de editar el volumen 44  de su Cage Edition con las obras Five, Seven y Thirteen a cargo del conjunto Essential Music) pero este cuádruple compacto que edita Wergo podría ser un temprano candidato –por contenido, ejecución, toma de sonido, presentación- a disco avantgarde del año. 

 Audición: Etude XXXII

No hay comentarios: