15 may 2012

Entrevista a Arturo Tamayo: "No conozco ninguna pieza de valor que no mire al futuro"

Arturo Tamayo


La Orquesta Filarmónica de Málaga programó este mes en el Teatro Cervantes de la ciudad andaluza, en el marco de su temporada de abono, un valiente y atractivo concierto que, bajo el epígrafe Europa entre guerras, propuso la escucha de páginas de Webern (Variaciones Op. 30), Manuel Hidalgo (Variaciones sobre las variaciones Op. 30 de Anton Webern y Física) y Schoenberg (Erwartung, con la participación solista de la soprano Carole Sidney Louis). La dirección corrió a cargo de una de las batutas más sobresalientes del universo de la dirección orquestal, la del maestro madrileño, residente en Berlín, Arturo Tamayo. Con motivo de este programa conversamos con él abordando sus aventuras discográficas y concertísticas y sus filias y fobias sobre la música contemporánea… 

Su intensa relación con el mundo del disco continúa en plena ebullición. ¿Qué proyectos tiene ante sí?

Hace unos días se ha publicado en Stradivarius un nuevo aporte a la integral orquestal centrada en Goffredo Petrassi. Dirijo a la Orquesta de la RAI un programa con el Concierto para piano, La follia di Orlando y la Partita para orquesta (1932). Con esto queda grabado todo el Petrassi que él daba por válido. Quedaría alguna obra como la Obertura concertante y la Passacaglia, no le negaré que me gustaría poder registrarlas también con el afán de tenerlo documentado todo. 

En septiembre el sello Verso publicará un triple álbum con la integral orquestal de Gonzalo de Olavide. En unas semanas voy a Madrid para grabar con la Orquesta de la RTVE Clamor II, cuya parte de cinta nos ha dado muchos problemas porque no estaba nada clara la coordinación de la parte electrónica con la sinfónica. Es una obra maravillosa y el que no se haya tocado nunca –hasta el pasado Festival de Alicante- era evidente. ¿Qué compositor de la época podía aspirar a que una orquesta programara una obra contemporánea de 40 minutos? Olavide se desanimó y la dejó guardada. Ni siquiera, Irene, su viuda, era capaz de encontrar la partitura a pesar de que el compositor era muy metódico. La obra fue un encargo de la Fundación March y se saldaba con la entrega de la obra. Aquellos encargos son hoy famosos por cuanto que pagaban 1.000 dólares durante doce meses, una cifra muy alta en aquellos momentos. 

También, y de nuevo para Verso, llevamos registrado un cedé y medio de Gerardo Gombau. Tiene mucha obra y no podíamos grabarlo todo así que he tenido que seleccionar. En los discos habrá una primera parte hasta las Siete claves de Aragón y la segunda parte contempla el inicio de su periodo serial que arranca con el Scherzo para voz y orquesta de cámara que lo canta mi mujer, la soprano Carole Sidney Louis. Entre un periodo y otro no hay ninguna obra de peso. Esto también debe salir para comienzos del Otoño.

Por último tras el verano grabaré otro disco con la Orquesta Nacional de España centrado en la obra de la segunda época de Rodolfo Halffter,  ocupándonos de sus composiciones dodecafónicas. Creo que por encima de que este repertorio sea más comercial o menos hay que documentarlo. Lo que no puede continuar existiendo es un desconocimiento tan grande sobre nuestro patrimonio musical. Por eso mismo también voy a registrar con la Orquesta de la RTVE obras de Salvador Bacarisse. No es una música que yo necesariamente haría en concierto pero grabarla es esencial porque informa de nuestro pasado. Los músicos de la Generación del 27 están injustamente muy olvidados. 

Y, ya acabo… tengo otro álbum pendiente que incluirá las Thiry pieces for five orchestras de John Cage que dirigi en el Festival Ultraschall de Berlín. Armando Merino está estudiando conmigo y es otro de los directores implicados en ese registro.  Con respecto a Bruno Maderna, de quien estoy grabando la obra orquestal para NEOS, en breve aparecerá el quinto volumen con los Conciertos para violín y piano. Y estoy empeñado en grabar también mi versión de sus tres Conciertos para oboe a pesar de que ya existe algún que otro registro en disco.

Advierto que su interés por documentar de manera sistemática el catálogo de compositores del siglo XX sigue incólume a pesar de, quizás, lo escasamente comercial que habitúan a ser este tipo de propuestas…

Eso depende. Xenakis por ejemplo ha sido muy comercial. Un día me llamó Stéphane Topakian, director de Timpani, asombrado porque de Japón le habían pedido 700 cedés y la edición era de sólo 600. Hay compositores que tienen mucho enganche, Xenakis es uno de ellos. Pero por encima de eso se trata de mostrar, de dar un espejo de lo que ocurrió. Por ejemplo, todo el mundo habla de Gerardo Gombau en España pero nadie conoce su música porque, sencillamente, no hay donde encontrarla. Lo mismo sucede con Manuel Hidalgo, otro claro ejemplo de buen compositor ausente prácticamente de la discografía. Confío en poder grabar un disco con sus obras Física, Al componer y Harto en 2013.

¿Qué quedó del proyecto Xenakis que dejó incompleto en Timpani?

Salieron cinco cedés y hubieran sido necesario otros cuatro para completar su integral sinfónica. El problema fue que la Orquesta de Luxemburgo cambió de director titular, de Bramwell Tovey pasó a Emmanuel Krivine, y ahí se acabó el proyecto. Pero va a salir en Super Audio CD la grabación que yo hice en 2011 en el Festival de Holanda con la Orquesta de la Residencia de La Haya de las obras espaciales Nomos Gamma y Terretêktorh. Completaremos el disco con una grabación con la RAI de la versión original de Metastasis y con la RTVE, Noomena. Esto saldrá en unos meses en Mode Records

Ha dirigido a algunas de las mejores orquestas del mundo, ha realizado proyectos al alcance de muy pocos maestros pero, sin embargo, nunca ha tenido la titularidad de una orquesta. ¿Por qué?

No sabría darle una explicación exacta. La libertad de la que he gozado me ha permitido realizar proyectos muy concretos, ambiciosos y que me han producido una enorme satisfacción. En el lado negativo nunca he podido realizar una programación a largo plazo. Pero a pesar de mi carrera internacional en España nunca me han querido para darme tal responsabilidad. La única vez que tuve una cierta presencia continuada fue al comienzo de la andadura de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias en los que confeccioné interesante programas como Wagner, José Luis de Delás y Schumann u Olavide y Falla. 

Un concierto como el que ha dirigido en Málaga, con obras de Webern, Hidalgo y Schoenberg, encuentra, como ha podido comprobarse, una gran reticencia por parte del público. ¿Le inquieta esto?

Ese no es mi problema, es una cuestión de la falta de hábito y de exposición a la escucha de estas músicas. Y eso a pesar de que muchos de los que acudieron sabían perfectamente qué venían a oír. Por ejemplo, tal y como me indicó el gerente de la Orquesta de Málaga, “los que gritaron bravo eran los fieles del Ciclo de Música Contemporánea”. Para ellos este concierto fue un acontecimiento. Pero creo que la OFM debe seguir en esta línea, echarse para atrás, achantarse, es dar alas a la rutina y al aburrimiento. De todos modos creo que el principal problema de Málaga estriba en no poseer un auditorio adecuado. Si lo tuviera probablemente habría mucha mayor actividad musical y la orquesta local tendría necesariamente que buscar otros repertorios que no fueran siempre aquellos derivados del romanticismo. Es lo que pasa en Madrid con la Orquesta Nacional: Se ha vuelto más audaz en sus programas porque ya pasan por el Auditorio Nacional algunas de las más grandes orquestas del mundo para tocar a Schumann, Brahms y Beethoven, por ponerle un ejemplo. 

¿Qué compositores actuales le incomodan?

No diría eso, pero sí que es cierto que hay creadores con cuya música no me identifico. Es una cuestión de afinidades electivas. Hay compositores que pueden ser interesantes pero no te llegan. Por ejemplo una personalidad que yo jamás he comprendido es la de George Crumb. No digo que su música sea mala pero no me es afín. Así que si un día tengo que dirigir una partitura suya lo haré lo mejor que sea posible. Pero uno tiende a dirigir músicas que encuentra cercanas. 

Por ejemplo, si hablamos de la vanguardia norteamericana, conocí y trabajé con tres de los cuatro grandes de la Escuela de Nueva York: John Cage, Morton Feldman y Earle Brown, no así con Christian Wolff. Conocerles e intercambiar ideas con ellos me marcó mucho y  siempre me parecieron unos creadores maravillosos, unas personalidades de excepción. Hay otros en ese grupo, muy buenos compositores, sin más. Pienso en Steve Reich y en Philip Glass, cuya música me parece demasiado primitiva, o en Terry Riley y LaMonte Young. Para mí estos dos últimos son figuras históricas, inolvidables, pero el valor de sus obras me parece menor. 

A pesar de toda la música de hoy que ha dirigido seguro  que continúa teniendo algunas obras pendientes que le gustaría abordar y que todavía no ha encontrado ocasión…

Así es. Por ejemplo, la Pasión según San Lucas de Penderecki. No soy muy afín a la obra del maestro polaco, pero esa obra tiene un gran valor histórico y además es muy  interesante musicalmente hablando. También le confesaré que llevo años queriendo hacer el siguiente programa: en la primera parte, la cantata Le visage nuptial, de Pierre Boulez; en la segunda, Como una ola de fuerza y luz, de Luigi Nono. Hubo una vez un proyecto con la RTVE, pero no llegó a cuajar. Y con la crisis creo que un programa como este es imposible de poner en pie. 

Aquí estamos hablando únicamente de música contemporánea pese a que su repertorio es amplísimo. Sin embargo se le considera un ‘especialista’ de la música actual. ¿Le molesta esto?

Es curioso. Mi primera grabación fue con los Conciertos para viento de Weber, sí, sin la 'n'. No Webern, Weber. En el mundo del arte el encasillamiento en un apartado o en otro está a la orden del día. Recuerdo una anécdota de cuando Pierre Boulez eligió como su sucesor al frente del Ensemble Intercontemporain a David Robertson y algunas voces salieron a decir alarmadas que Robertson había dirigido bastante Rossini. Boulez las acalló diciendo: “Si sabe hacer bien Rossini sabrá hacer muy bien música contemporánea”. ¿Soy un especialista? No me considero así. Pero… ¡qué le vamos a hacer! Yo he hecho un repertorio enorme y tengo intención de continuar haciéndolo. Ahora bien, en mi país, he elegido voluntariamente asumir un papel de defensor de los compositores de los siglos XX y XXI porque creo que puedo ser más útil en este sentido. Y, en cualquier caso, siempre en mis conciertos cuido que al menos haya una obra contemporánea, que no tiene necesariamente que ser un estreno. 

Uno de los compositores con los que también trabajó en obras importante fue Karlheinz Stockhausen. ¿Qué recuerdo guarda de él?

Yo había hecho Gruppen en cinco o seis ocasiones antes del estreno en España de la obra en 2008 en el Auditorio Nacional de Música. Era una persona encantadora y enormemente singular. Ahora bien, como algo no funcionara, sobre todo si él antes había advertido que iba a ir mal, se ponía furioso. Tampoco aceptaba compromisos, él componía conforme al dictado de su inspiración y no le gustaba nada tener que atender fechas exactas ni tiempos concretos para entregar partituras. 

¿Qué opinión le merecen los compositores neotonales, posmodernistas y, en fin, quienes predican una vuelta a maneras compositivas propias del pasado?

A mí lo que es pos... no me han interesado nunca. Si acaso Rihm. Pero claro, Wolfgang Rihm es una personalidad de mucho peso. Nadie ha sabido encuadrarlo. Y yo personalmente siempre he visto en él la rigurosidad del serialismo dentro de su enorme libertad creativa. Realmente lo importante es la personalidad de la música. Por ejemplo a Manuel Hidalgo es imposible adjudicarle una estética concreta. Ahí reside parte de su fuerza. Uno comienza a escuchar una obra suya y rápidamente es capaz de decir: “Eso es Hidalgo”. Generalmente en los compositores neo, pos… o cómo queramos referirnos a ellos, esto no sucede porque sus estilos son unos meros remedos de páginas del pasado. En ocasiones pueden alumbrarse hasta muy buenas copias. Pero son, eso, copias. Verdaderamente no conozco ninguna pieza de valor que no mire al futuro.

De otro lado también hay compositores que, asidos de la mano del término vanguardia, buscan epatar a toda costa…

Sí, los hay. Pero epatar epatan muy pocas cosas hoy. Por ejemplo Stockhausen, en Michaelion [ver aquí el vídeo del estreno], última escena de Mittwoch aus LICHT, contempla la aparición en escena de un ¡camello borracho! Pero hay que perdonarlo tratándose de él. Era un hombre que podía llegar a ser profundamente ingenuo en ocasiones. Un célebre compositor y director de orquesta dice que Stockhausen tenía “humor de campesino”. Pero provocar hoy día, recalco esto de hoy día, es algo tan difícil de lograr como el humor en la música. Cuando un compositor anuncia que ha escrito una música muy divertida generalmente resultará muy aburrida. Sí que hay en cambio partituras que albergan detalles irónicos que se mantienen muy bien y que uno sonríe siempre al escucharlos. En esto Igor Stravinsky era un maestro. 

Nos referíamos antes a compositores que no eran de su interés pero, ¿alguna vez lo ha pasado mal dirigiendo una obra contemporánea?

En mis años de galera sí. Hay conciertos a los que iba solamente porque era yo el que los dirigía. Hoy día si la obra no me interesa nada no asumo el compromiso de interpretarla. Hay piezas a las que rápidamente se le ven las costuras y los límites, que son cortas de expresión y carecen de futuro. He hecho muchas veces las Notations de Boulez y cada vez que las pongo en el atril descubro algo nuevo. ¡O Erwartung, que acabo de dirigir en Malaga, cien veces que la dirija cien veces que me asombraré con todo lo que hay escrito en ella!

¿En qué orquestas españolas le podremos ver durante la próxima temporada?

En noviembre dirijo a la Orquesta Ciudad de Granada con un programa formado por la Pastorale d’été de Honegger, la orquestación del Cuarteto de cuerdas nº2 de Schoenberg y, en el medio, un estreno de José María Sánchez-Verdú para voz y orquesta que interpretará Carole Sidney Louis. Y en abril de 2013 haré con la Orquesta Nacional de España un concierto en torno a Friedrich Cerha con sus pieza Spiegel VI y el Concierto para percusión –con Juanjo Guillém como solista- más Índices de Gonzalo de Olavide y Amériques de Edgar Varèse.

Y en el exterior sus proyectos son aún más ambiciosos…

Tengo bastantes cosas pendientes. Posiblemente haré Prometeo, de Luigi Nono, en Varsovia, Gruppen, de Stockhausen, en Essen y un programa Xenakis orquestal en Buenos Aires.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrevista, Chorro, un abrazo, Z.

ricardo messina dijo...

Gracias por esta entrevista. Profunda, amena y con conocimiento de causa!
Será posible algún dato más sobre el programa Xenakis orquestal en Buenos Aires?. Aquí son contadas las ocasiones en que podemos acceder a estas músicas, tanto en material grabado (debido a las actuales políticas del gobierno) como en presentaciones en vivo.
Un abrazo.

Ismael G. Cabral dijo...

Gracias, Z.

Ricardo, no te puedo aportar más información porque únicamente me apuntó que tenía ese compromiso en Buenos Aires. Y ahí quedó el asunto. De todas formas tengo que comunicarme en breve con él y le preguntaré por este particular para transmitirte luego lo que me comente. Gracias por tu lectura y tus palabras.