El nombre del sello, Anemos, hace referencia a los dioses griegos del viento, aunque, según explican desde el nuevo label, sirve también de homenaje a la obra homónima de Francisco Guerrero (Anemos C), grabada en el volumen dedicada al compositor jiennense. Nada se sabe, por el momento, de los siguientes nombres que engrosarán -es de esperar que en breve- la nómina de compositores españoles de Anemos, aunque, desde ya, conviene insistir en el elogio que debe despertar una iniciativa como esta, que viene a dar el espacio adecuado a la creación sonora contemporánea. Este feliz punto de partida viene a sumarse, con relativa coincidencia en el tiempo, con el acuerdo firmado entre Caja Madrid y el emblemático sello austríaco Kairos para presentar una serie de grabaciones dedicadas a compositores españoles. Por su parte, la Fundación BBVA también mantiene con el español sello Verso y con el alemán NEOS dos vías de colaboración que están dando precisos frutos con referencias en cedés que sólo hace unos años, en los que la nueva música española sufría una total diáspora discográfica, eran impensables.
Reseño a continuación cinco de los seis volúmenes que Anemos ha puesto a la venta. El orden que en las dos entradas siguentes se presenta obedece, desde un punto de vista plenamente subjetivo, al interés que éstos me han despertado. Dejo fuera, aunque hago constar aquí, el álbum que contiene la obra De oscura llama, pieza de Mauricio Sotelo (1961), con referencia C33002, que conjuga a los grupos Neopercusión, Trío Arbos y a músicos como el flautista Roberto Fabbricciani, el contrabajista Stefano Scondanibbio y... el cantaor Arcángel (!).
José María Sánchez-Verdú (1968)
GRAMMA Jardines de la escritura / Gärten der Schrift (2006) 52:26 Simone Stock, Daniel Johanssen, Howard Quilla Croft, Tom Sol. Vocal Ensemble. Luzerner Sinfonieorchester. Rüdiger Bohn, director. Referencia: C33006
Desde que se estrenó en Munich en mayo de 2006, la ópera GRAMMA viene obteniendo éxito de público y crítica allí donde se ha presentado (en España sigue tristemente inédita). El hecho en sí, tras su descubrimiento en disco, no deja de ser sorprendente. Aquí, el algecireño Sánchez-Verdú se muestra un punto más críptico y ensimismado que en posteriores aventuras líricas, llámense El viaje a Simorgh (2007) y Aura (2009), obras que sí he podido disfrutar en directo y que me acabaron por confirmar la inmensa valía que posee la gramática sonora del músico andaluz. Probablemente sin conocer sus posteriores incursiones no podrá valorarse en su justa medida GRAMMA, un experimento escénico, un artefacto operístico que, para solaz del apasionado a los nuevos sonidos, tiene muy poco del género al que dice honrar. Circunscribiéndonos a España, sólo Luis de Pablo y Cristóbal Halffter han demostrado ser legítimos y hábiles continuadores de una tradición con tanto peso histórico detrás como la ópera. Lo que plantea Sánchez-Verdú en estos Jardines de la escritura es otra cosa, un fluctuante e hipnótico viaje imaginario que replantea no sólo la manera en la que percibimos una dramaturgia, también tantea otras formas de puestas en escena.
En el caso de GRAMMA, los músicos se presentan elevados sobre una plataforma debajo de la cual se sitúan los espectadores, todos ellos ante un púpitre que alberga un libro con dibujos de Mirella Weingarten cuyas páginas deben ir pasando para contemplar, si así lo desean, las evocaciones plásticas a las que parecen aludir los sonidos quedos e inquietantes de una obra que renuncia a cualquier atisbo de continuidad dramática. Sólo en el fragmento Jardines de Adonis la voz de la soprano parece querer resituar la obra en el ámbito lírico, intento que queda abortado por la concertación de silencios, susurros y voces apenas esbozadas con las que se va recubriendo el capítulo.
Asegura el musicólogo José Luis Téllez que Sánchez-Verdú abraza en GRAMMA "la tradición del lamento operístico que nace en Monteverdi y llega hasta Puccini", opinión que se verifica y respalda con un nudo en la garganta, el mismo que causa la audición de la acongojante deploración de Venus en la escena Arquitecturas de la memoria, o el diálogo final entre el Alma y el Esposo en El viaje a Simorgh o la declaración de amor de Felipe a su fantasmal enamorada en Aura. En todos estos fragmentos resuena la fascinante y brumosa música de Sánchez-Verdú. Estoy convencido de que su música sin concesiones, ajena a vaguedades, asida por igual al regietheater y a la cultura del texto, supone el punto más esperanzador (y nuevo, absolutamente nuevo) de la música contemporánea española. Otras piezas recientes, como la camerística Goya-Zyklus (que debería ser ya, cuanto antes, recogida en disco) o la monumental instalación sinfónico-vocal Libro de las estancias, nos ponen de frente ante un genio de nuestra era.
Audición: GRAMMA. IV Jardines de Adonis.
Francisco Guerrero (1951-1997)
Audición: Anemos C.
Reseño a continuación cinco de los seis volúmenes que Anemos ha puesto a la venta. El orden que en las dos entradas siguentes se presenta obedece, desde un punto de vista plenamente subjetivo, al interés que éstos me han despertado. Dejo fuera, aunque hago constar aquí, el álbum que contiene la obra De oscura llama, pieza de Mauricio Sotelo (1961), con referencia C33002, que conjuga a los grupos Neopercusión, Trío Arbos y a músicos como el flautista Roberto Fabbricciani, el contrabajista Stefano Scondanibbio y... el cantaor Arcángel (!).
José María Sánchez-Verdú (1968)
GRAMMA Jardines de la escritura / Gärten der Schrift (2006) 52:26 Simone Stock, Daniel Johanssen, Howard Quilla Croft, Tom Sol. Vocal Ensemble. Luzerner Sinfonieorchester. Rüdiger Bohn, director. Referencia: C33006
Desde que se estrenó en Munich en mayo de 2006, la ópera GRAMMA viene obteniendo éxito de público y crítica allí donde se ha presentado (en España sigue tristemente inédita). El hecho en sí, tras su descubrimiento en disco, no deja de ser sorprendente. Aquí, el algecireño Sánchez-Verdú se muestra un punto más críptico y ensimismado que en posteriores aventuras líricas, llámense El viaje a Simorgh (2007) y Aura (2009), obras que sí he podido disfrutar en directo y que me acabaron por confirmar la inmensa valía que posee la gramática sonora del músico andaluz. Probablemente sin conocer sus posteriores incursiones no podrá valorarse en su justa medida GRAMMA, un experimento escénico, un artefacto operístico que, para solaz del apasionado a los nuevos sonidos, tiene muy poco del género al que dice honrar. Circunscribiéndonos a España, sólo Luis de Pablo y Cristóbal Halffter han demostrado ser legítimos y hábiles continuadores de una tradición con tanto peso histórico detrás como la ópera. Lo que plantea Sánchez-Verdú en estos Jardines de la escritura es otra cosa, un fluctuante e hipnótico viaje imaginario que replantea no sólo la manera en la que percibimos una dramaturgia, también tantea otras formas de puestas en escena.
En el caso de GRAMMA, los músicos se presentan elevados sobre una plataforma debajo de la cual se sitúan los espectadores, todos ellos ante un púpitre que alberga un libro con dibujos de Mirella Weingarten cuyas páginas deben ir pasando para contemplar, si así lo desean, las evocaciones plásticas a las que parecen aludir los sonidos quedos e inquietantes de una obra que renuncia a cualquier atisbo de continuidad dramática. Sólo en el fragmento Jardines de Adonis la voz de la soprano parece querer resituar la obra en el ámbito lírico, intento que queda abortado por la concertación de silencios, susurros y voces apenas esbozadas con las que se va recubriendo el capítulo.
Asegura el musicólogo José Luis Téllez que Sánchez-Verdú abraza en GRAMMA "la tradición del lamento operístico que nace en Monteverdi y llega hasta Puccini", opinión que se verifica y respalda con un nudo en la garganta, el mismo que causa la audición de la acongojante deploración de Venus en la escena Arquitecturas de la memoria, o el diálogo final entre el Alma y el Esposo en El viaje a Simorgh o la declaración de amor de Felipe a su fantasmal enamorada en Aura. En todos estos fragmentos resuena la fascinante y brumosa música de Sánchez-Verdú. Estoy convencido de que su música sin concesiones, ajena a vaguedades, asida por igual al regietheater y a la cultura del texto, supone el punto más esperanzador (y nuevo, absolutamente nuevo) de la música contemporánea española. Otras piezas recientes, como la camerística Goya-Zyklus (que debería ser ya, cuanto antes, recogida en disco) o la monumental instalación sinfónico-vocal Libro de las estancias, nos ponen de frente ante un genio de nuestra era.
Audición: GRAMMA. IV Jardines de Adonis.
Francisco Guerrero (1951-1997)
Música de cámara 49:26
1.- Concierto de cámara (1977) 6:49
2.- Delta Cephei (1992) 9:36
3.- Vâda (1982) 5:26
4.- Ars Combinatoria (1979-1980) 6:48
5.- Anemos C (1976) 8:27
6.- Hyades (1994) 12:17
Grup Instrumental de Valencia.
Pilar Jurado, soprano. Jacqueline Squarcia, soprano.
Joan Cerveró, director. Referencia: C33001
Pilar Jurado, soprano. Jacqueline Squarcia, soprano.
Joan Cerveró, director. Referencia: C33001
Contemplando en perspectiva la salud discográfica de la obra de Francisco Guerrero, la aportación que hace Anemos resulta esencial para obtener una generosa visión de su corpus, que es ni más ni menos que un faro de referencia absoluta ante cualquier intento de abarcar la música española concebida a partir de la segunda mitad del siglo XX. De un lado está el soberbio trabajo de la Orquesta Sinfónica de Galicia y José Ramón Encinar con la obra orquestal grabada en el (muy perdido actualmente) sello Col-Legno (WWE 20044). De otro, la fulminante y prodigiosa versión del ciclo Zayín I-VII a cargo del Cuarteto Arditti en Almaviva (DS0127). Y, empeñados en la tarea de discófilo, clave es también la grabación de su impactante obra electroacústica Cefeidas en un irrecuparable cedé del desaparecido sello Hyades Arts. La música de cámara (con excepción de la pieza pianística Op. 1 Manual, recogida con igualdad de excelencia por Jean Pierre Dupuy en Stravidarius y por Tatiana Postnikova en un álbum de la Fundación Autor) ha corrido desigual suerte. Está en las estanterías el esforzado trabajo que el Proyecto Gerhard, bajo la batuta de Ernest Martínez Izquierdo, ofreció en el Festival de Granada y que éste documentó en disco en colaboración con Almaviva (DS0133). Por desgracia aquellas versiones (en nada favorecidas por una lejana toma en directo) ofrecían sólo un epidérmico reflejo de las posibilidades sonoras del lenguaje de Guerrero.
Francamente he de reconocer que en los últimos meses (bien a través de la radio, bien por medio de los discos) estoy redescubriendo con asombro las portentosas capacidades del Grup Instrumental de Valencia, formación que, dirigida por su titular, Joan Cerveró, da aquí el campanazo entregando el sonido acerado, crispado (¡sensacional cuerda y metales!) y enfermizamente arisco que demanda la agria no-poética del músico de Jaén. No existe otro creador, en la órbita de la música de vanguardia hispana, más ajeno a lazos sentimentales que Francisco Guerrero. Y paradójicamente, en la escucha, pocas músicas son capaz de prender en el auditor una emoción mayor que las violentas erupciones que deparan estas partituras.
Se puede echar de menos en este disco piezas como Rhea o Erótica, que por su peculiar instrumentario se escapan a las posibilidades del Grup Instrumental, pero lo que aquí se ofrece son cuatro conocidas obras que configuran algunos de los mejores momentos de la música de Guerrero en la que procedimientos matemáticos (combinatoria y fractales) se conjugan (Concierto de cámara, Delta Cephei, Ars Combinatoria, Anemos C) con una devastadora y arrebatadoramente abstracta incursión en los versos de Jorge Guillén (Vâda) y un pequeño asombro de título Hyades, pieza mixta (electroacústica y grupo de cámara) que plantea un erizado y frío estatismo ciertamente alejado de los planteamientos clásicos de Guerrero. La obra viene datada en 1994. La pregunta, tras oír Hyades, tras el inmenso Zayín, tras la rugosa y alucinada escritura orquestal de Coma Berenices es, ¿qué otros poderosos caminos habría abierto el gran Paco Guerrero de seguir entre nosotros?
Audición: Anemos C.