18 nov 2010

José María Sánchez-Verdú, 'AURA'



















José María Sánchez-Verdú (1968-)
AURA (2007/09) 65:14
Neue Vocalsolisten Stuttgart.
Kammerensemble Neue Musik Berlin
Duo Alberdi & Aizpiolea
Experimentalstudio des SWR: Joachim Haas, auraphon
José María Sánchez-Verdú, director
Kairos (0013052KAI)
Distribuye en España: Diverdi

En la recta final de un año especialmente notable en lo que respecta a la salud de la música contemporánea española en disco conviene incidir en la importancia y valía de un registro esencial, no ya circunscribiéndonos únicamente al ámbito hispánico, si no refiriéndonos al momento actual de la ópera de hoy. El sello Kairos abriga por segunda vez al más internacional de los compositores españoles, el algecireño, sabiamente reubicado en Alemania, José María Sánchez-Verdú. Suya es la ópera AURA, título que, quien esto firma pudo disfrutar (¡y de qué manera!) en su estreno mundial, auspiciado por Operadhoy, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (mayo 2009) y cuyo éxito ha ido acompañando en cada una de las ulteriores representaciones en ciudades como Venecia, Berlín, Sttugart y muy recientemente, Buenos Aires.

De alguna manera AURA constituye la culminación de un tríptico lírico –que es de esperar se agrande en el futuro con nuevas adiciones- formado por GRAMMA (Jardines de la Escritura) y El viaje a Simorgh. De la primera y más radical en concepto dejamos constancia en este mismo espacio con motivo de su edición en el sello Anemos y cuyo estreno español, por más que previsto en el pasado, todavía no se ha producido. De la segunda, dada a conocer en el madrileño Teatro Real, sí fuimos testigos. Sin disponer en este caso no ya de una versión audivisual, si no ni tan siquiera sonora (al margen de la grabación que circula conteniendo el audio de la emisión por Radio Clásica de RNE), podemos afirmar en base fundamentalmente al impacto de aquellas funciones que Simorgh supone el mayor grado de riesgo y sofisticación alcanzado nunca por un compositor español en el terreno de la ópera. Todos los engranajes que nos fascinaban en la música orquestal y camerística de Sánchez-Verdú estallaban en un inmenso fresco sinfónico-vocal en el que se volatilizaban buena parte de las convenciones romas del espectáculo operístico y en donde la carga de intertextualidad (y de diálogo con otras músicas) tan afín al universo del andaluz eclosionaban en un trabajo lírico soberbio, fascinante en lo visual y en lo sonoro: el espectáculo “total” por jugar con esa reminiscencia terminológica wagneriana.

Tan inescrutable y sutil en un primer tanteo auditivo a ciegas como sobrecogedora y, afirmémoslo sin temor al adjetivo, terrorífica resulta AURA. Basada en el relato homónimo del mexicano Carlos Fuentes –narrado por cierto en segunda persona del singular para potenciar aún más la atmósfera de extrañamiento-, la música escrita por Sánchez-Verdú para este clásico cuento de fantasmas es inequívocamente sombría y gélida pero astuta como si de una banda sonora se tratara. No cabe esperar sin embargo una fidelidad al grueso del texto, el compositor se hace valer de los conceptos claves y de las frases con mayor carga mistérica para animar una composición con múltiples aciertos cuya mejor baza la juega donde la mayoría de las propuestas líricas fallan, en la voz.

José María Sánchez-Verdú

Si repasáramos mentalmente algunos de los más importantes peldaños de la historia lírica reciente en España observaríamos cómo desde Kiu y La señorita Cristina de Luis de Pablo hasta aBabel, Historias  de un manicomio de Carlos Galán pasando por Don Quijote o Lázaro de Cristóbal Halffter los errores se repiten. Vaya por delante el enorme atractivo de las composiciones mencionadas (que igualmente podrían ser otras, aunque seguramente no tan notables). Ahora bien, por encima de la aplastante personalidad de cada uno de estos compositores subyace en ellos, por más que antagonistas estéticos, una convencionalidad en la línea vocal. El sprechgesang schoenbergiano sobrevuela el 80% de la lírica hispana contemporánea cuando no se multiplica en ella recursos a la impostación más propios del teatro clásico que del espectáculo de vanguardia.

Muy pocos compositores han encontrado soluciones hábiles, realmente novedosas y alejadas del canto clásico, amén de perfectamente imbricadas en el resultado final. Pensamos  por ejemplo, en el ámbito internacional, en Einstein on the beach de Philip Glass, Das Mädchen mit den Schwefelhölzern de Helmut Lachenmann, Pedro Páramo de Julio Estrada y Luci mie traditrici de Salvatore Sciarrino y, sí, AURA, de Sánchez-Verdú. Otros, del Stockhausen de Licht al Ligeti de Le Grand Macabre y de Die Eroberung von Mexico de Rihm a Shadowtime de Brian Ferneyhough han conseguido desbordar el concepto, pero muy pocos, sí desde luego los citados, han conseguido además derribar el más alto muro de la vocalidad proponiendo otros caminos.

AURA introduce al oyente en un caudal sonoro hipnótico, magnético y asfixiante que parece no evolucionar, preso de un inestable estatismo y de un expresionismo surreal percibible en lo alucinado de las intervenciones antes que cantadas, murmulladas, susurradas, gritadas, dantescamente alteradas. Que las vanguardias del siglo pasado no agotaron todas las posibilidades del arte sonoro es algo  que pone de relieve Sánchez-Verdú con una creación como ésta, auténtica y genuina obra maestra por cuanto que coinciden en ella rasgos de una originalidad a prueba de análisis y un discurso de enorme profundidad que paraliza al auditor.

Con un quinteto de cuerda, dos acordeones dispuestos en heterofonía, flautas, tuba baja y el grave rumor de ecos espectrales que dibuja el Auráfon, “una suerte de instrumento desarrollado por el propio compositor en el Experimentalstudio de la SWR basado en la resonancia de dos tam-tam y tres bongos, resonancia inducida electrónicamente a partir del sonido de los restantes instrumentos”, al decir de José Luis Téllez, Sánchez-Verdú salda además otro reto: el de llevar a escena un genero casi tan irrepresentable, más aun que la comedia, el terror, prácticamente ausente del universo lírico (a este respecto únicamente cabría valorar The turn of the screw de Benjamin Britten y la ya citada Señorita Cristina de Luis de Pablo).

Ópera, teatro musical u objeto sonoro que alude a lo primero pero que deviene en un artefacto indefinible y rebosante de interés, AURA parte argumentalmente de una premisa sencilla (la de un escritor enamorado y encerrado en una casa de espíritus) para evolucionar a lo largo de una narración sonora angustiosa e irracional cuya audición en disco se ve recompensada además por una convergencia de talentos fuera de toda duda. Aquí está el Kammerensemble Neue Musik Berlin, el Experimentalstudio des SWR, el Dúo Alberdi / Aizpiolea y los solistas del Neue Vocalsolisten Sttutgart todos ellos dirigidos por la batuta de un José María Sánchez-Verdú que atesora en su catálogo demasiadas grandes obras como para regatearle el adjetivo de genial.

Audición: Felipe's bedroom [Engel-Studien]

23 comentarios:

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Oye, cuando se critica un disco de estos, ¿no hay que poner comentarios diciendo que el algecireño se llama en realidad Alí-Verdú, que su música es malísima y que la buena contemporánea es la de Joaquín Rodrigo y Arvo Pärt? Pues eso, a ver si te sirve de algo ;-)

Ismael G. Cabral dijo...

Por fortuna yo creo que los talibanes no conocen este rincón tan dedicado a unas músicas que les espantan porque les obligarían a pensar demasiado... Pero sí, en el fondo, a todos los que se nos llena la boca hablando de Sánchez-Verdú, Xenakis o Ligeti, escuchamos en la intimidad a Rodrigo, Pärt y El Mani ;-) Además, recibimos subvenciones directamente por escribir bien de ellos. // Te continúo siguiendo FLV-M en el blog. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Fantástica su reseña. Ya conozco la ópera por este cedé, aunque nunca la haya visto en vivo. ¿Cree que se podrá volver a ver por España?
La música de este compositor, aunque no conozca todo, me parece preciosa.

Ismael G. Cabral dijo...

Ojalá, estimado Anónimo :-), ojalá. Especialmente porque, además de la producción expresionista y muy virulenta que pudo verse en Madrid (firmada por Susanne Ogland), creo, si no me equivoco, que ya existen otras dos puestas en escena. De todos modos no hay nada previsto en lo que respecta a programarla de nuevo. Hay por ahí un proyecto varias veces barajado pero todavía no llevado a cabo que consiste en estrenar en España la ópera "GRAMMA". A ver si en un sentido u otro tenemos nuevas noticias. Coincido en su apreciación por la música de Sánchez-Verdú, de una rara y magnética belleza. Gracias por leer y escuchar :)

Anónimo dijo...

Dos cosas:

1. Si lo que has publicado como Audición puede llamarse música para una ópera, creo que desconoces profundamente lo que es el canto lírico y las películas de Dario Argento.

2. Lo que suena no sólo no es nuevo sino que lleva haciéndose en la música electrónica desde hace muchos años. Te recomiendo que escuches a David Byrne con Ryuichi Sakamoto.

Ismael G. Cabral dijo...

Anónimo,
Dos cosas:

1.- Creo que eres tu quien desconoce profundamente los senderos que lleva recorrido la ópera contemporánea desde que Alban Berg pusiera en escena "Wozzeck" y "Lulu". Utilizas el término "lírico", comprobarás que yo no lo empleo en todo mi texto. Ópera, teatro musical, artefacto sonoro... cualquier posible etiqueta podría adecuarse en mayor o menor medida a "AURA". Esa es parte de la grandeza de las músicas que abordamos aquí, su capacidad para zigzaguear entre las casillas. /// ¿Dario Argento? Adoro sus películas, desde "Suspiria" y "Profondo Rosso" hasta "Pelts". No sé qué tiene que ver aquí. ¿Quizás que sus películas son de terror como lo es la historia "Aura" (firmada por Carlos Fuentes) en la que se basa Sánchez-Verdú para escribir su obra? Ajá... Por cierto, ¿no te habrás confundido con el canto lírico que incluye Argento en las bandas sonoras de "Phenomena" y "El fantasma de la ópera" firmadas, respectivamente, por Goblin y Ennio Morricone?

2.- Por supuesto que se pueden encontrar puntos de encuentro entre esta música y ciertos aportes de la música electroacústica (escucha sin ir más lejos a Denis Dufour o, más recientemente, Räphael Cendo). ¿Empequeñece eso el aporte de Sánchez-Verdú a la ópera de hoy? Respecto a tu recomendación, me agrada la BSO de "El último emperador" de Sakamoto/Byrne. Me gusta parcialmente el japonés desde los tiempos de la Yellow Magic Orchestra. Y a Byrne, al margen de algunas composiciones de desigual interés ("Big Love", "Wall Street 2") no lo tengo por ningún avezado músico de vanguardia, más bien un popero con ínfulas.
Cordialmente.

Anónimo dijo...

Hola de nuevo y gracias por responderme. Tú mismo lo has dicho, se le puede llamar Teatro Musical. Pero a una Ópera jamás se le puede llamar Teatro Musical, del mismo modo que a una Zarzuela se le puede llamar Ópera. Cada cosa es lo que es y no lo que queremos que sea. Es, por tanto, un musical de terror.

1. Cuando me refería a Darío Argento me refería a lo que es el terror en comparación con el argumento de Aura. Obviamente no a la música de Goblin, precursora de lo que luego haria Mike Oldfield. Como tu mismo dices, Rojo Oscuro, como aquí se llamó, afortunadamente, nada tiene que ver con el argumento de Aura.

2. Si me quisiese referir a Byrne como innovador, me equivocaría. Lo mencioné como ejemplo de integración de un tipo de música en otro. Pero las voces de Verdú no son las de Lisa Gerrard que es lo que "aporta" Verdú o intenta copiar sin éxito, pero que parece innovación a oídos de quien nunca ha escuchado esto:

http://www.youtube.com/watch?v=BoXsxYf2UMA

Si no lo conocías, supongo que te sorprenderá, y si lo conocías, no acierto a pensar porqué no lo has mencionado. Y es sólo un ejemplo.

Creo, sinceramente, que Verdú vende humo. Su bandera es la innovación, pero no lo es.

juan carlos dijo...

Gracias por su crítica Ismael. Escribo aquí sólo porque leer lo que dice Anónimo me produce cierta gracia. Debe ser un amante de los rollos minimalistas, peliculeros y new age. He visto la referencia que ha puesto de youtube, y ya me ha confirmado que es una mezcla entre diletantismo y falta de información -aparte de alguna manía persecutoria y cierto odio a la música actual y a Sánchez-Verdú.
El cd de "Aura" lo tengo bien oído, y no hay ni un solo segundo en que el tratamiento de las voces se parezca a lo de esta cantante. No entiendo qué quiere decir, qué quiere dar a entender, y ni si quiera si tiene una opinión que no esté basada en una falacia y en una total sordera.
Vardú no vende humo, lo que ocurre que la estulticia es para este Anónimo como el humo; no le deja ver más allá de su nariz. Y para mí "Aura" es una ópera, un peazo de ópera donde las haya.
Gracias de nuevo por su larga y concienzuda crítica.
Juan Carlos L. D.

Ismael G. Cabral dijo...

Juan Carlos, gracias por sus comentarios y por atender este blog.

Anónimo, no sé por dónde va. "AURA" es una ópera que puede ser abordada desde otras etiquetas limítrofes. Que emplear el término ópera conlleva cierta convención, pues sí, así es. Pero no considerarla como tal conllevaria poner en duda también que, por ejemplo, la "Sinfonía" de Berio sea una sinfonía.

Traer a colación aquí a Lisa Gerrard me parece que no tiene sentido. No sé que tiene que ver la música que alberga el enlace que usted refiere con "AURA". Es como si hablando de Haydn alguien terciara para citar a Jean-Michel Jarre. Créame que no comprendo nada.

Si no le gusta la música de Sánchez-Verdú me parece muy respetable. Pero tratar de escatimarle las muchas aportaciones que viene haciendo a la música de hoy lo considero un craso error.
Cordialmente,

Anónimo dijo...

Perdón, veo que no estamos en la misma onda. Me he pasado tres pueblos pensando en que me seguían y me he dado cuenta de que no han venido conmigo. Mañana con más calma aclararé lo que he querido decir. Vaya por delante, que le agradezco su contestación y en referencia a Juan Carlos, aunque suene raro, admiro a Sanchez-Verdú, pero no innova. Aunque venda que es capaz de diseñar un instrumento musical el Auraphone que no es más que una concavidad que refleja el sonido y vibra por simpatía. Pero claro, para el es un instrumento musical. La cuestión es como se afina, que armónicos produce, cual es su frecuencia de resonancia o su respuesta en frecuencia, o su directividad. En fin que hacer un instrumento, necesita un poco más de refinamiento. Pero el vende que hace esto. Y es un poco vergonzante para un luthier.

Anónimo dijo...

Estimado Anónimo, pasas de aborrecer a Sánchez Verdú a admirarlo. Después pocos entendemos qué quieres realmente justificar o señalar con tus "ejemplos".
Por último: convendría que te informaras de como ha desarrollado Verdú el auraphon. En un curso estuve en el que se explico el auraphon para la ópera Aura, porque hay otra obra cuyo título no recuerdo en que usa un auraphon muy distinto. No es algo que resuena y basta, para dolor de un luthier. Todos los instrumentos están exactamente afinados, las resonancias parten de un trabajo previo desde cada instrumento y desarrollado con MAX/MSP.
Cada gong está estudiado en relación a instrumentos y cantantes concretos de la ópera. Y todo estudiado y desarrollado en el espacio, y un "auraphonista" controla milimétricamente todo con la partitura.
Yo no veo nada dejado al azar como piensas. Convendría hablar menos y saber del tema más.

Anónimo dijo...

Bueno en respuesta a este otro anónimo, diré que programar en MAX/MSP no es fabricar un instrumento. Ni el aurophonista como indica controla la fabricación del mismo. Gracias, por tanto, por darme la razón. Hacer música con un ordenador no lo convierte a este en instrumento, sino que lo utiliza como instrumento. Sin que esto desmerezca su uso. Insisto, pues, que no es un instrumento musical. Del mismo modo que la máquina de escribir no es un instrumento musical por mucho que Leroy Anderson la utilzase adecuadamente. El problema está en la simobología que representan las palabras y la utilización correcta del lenguaje. La semántica, pues, es de lo que hablamos. Utilizándola de forma incorrecta, se produce una confusión que puede ser inintencionada en ocasiones o claramente dirigida en otras. En este caso se trata, entonces, no de un isntrumento musical sino de un dispositivo escénico controlado por ordenador. Pero no confundamos a la audiencia, Verdú no es Sax. No ha inventado un instrumento musical.

Anónimo dijo...

Volviendo al tema anterior (en realidad eran dos temas la utulización del término Ópera y la falta de innovación).

0. Lo primero de todo: Aura no es una novela de terror. Se ve que no la han leído, de ahí mi referencia a Dario Argento. Prosa poética frente al Terror. Por si la desean leer

http://www.unc.edu/courses/2007spring/span/260/009/Lecturas/Aura.pdf

1. Aura, la obra de Verdú, tampoco es una ópera. No es una ópera porque no tiene ni la forma, ni el tratamiento orquestal, ni la lírica, ni el tratamiento de las voces o ni siquiera su equilibrio frente a la orquesta, por no hablar de cada una de las características que definen el término. Cuidado, no estoy haciendo una crítica, sino constatando que todo lo anterior sí lo tiene Aura, pero no como se realiza en la ópera. El mismo autor de este blog se encuentra ante la disyuntiva de su definición, si dice que es una ópera sabe que la gente tendría una opinión formada que resultaría deficitaria. Que adolece de todo lo que Aura añade. Tanto es así que utiliza los términos de banda sonora, teatro musical u objeto sonoro porque sabe y conoce la obra y entiende que son otros conceptos los que la distinguen. Más áun en su respuesta a una primera intervención mía, afirma que puede ser abordada desde otras etiquetas limítrofes. Bueno, hagamos un razonamiento a lo Fernando Savater. Digamos que Aura es una Zarzuela......

Ah! que no es una Zarzuela.. ¿Y eso, por qué? ¿Cuáles son los elementos que difieren? ¿No se estrenó en el Teatro de la Zarzuela?...Además hablan. No todo es cantado.

Obviamente no es una Zarzuela, pero esos mismos argumentos que van a indicarme, se vuelven contra la acepción de Ópera para la obra. Son más los elementos que la alejan de la Ópera que los que le acercan a la definición.

Algo a cuatro patas que dice "Guau!" no es un perro. Hay más en esa definición, por mucho que lo hayan encontrado en una perrera. ¿Y si es un hombre disfrazado de perro..? (No utilizo perro insulto, sino como ejemplo, nada peyorativo). Hay más en esa semántica.

Si Aura fuese una ópera, Hoy no me puedo levantar también podría serlo. Y eso que Aura es completamente diferente a ese bodrio. Pero tienen más elementos comunes entre sí que entre Aura y una ópera. Veamos, hay maquillaje, hay efectos de luces, hay instrumentos electrónicos, hay una reducción grande de la plantilla orquestal, el tratamiento de las voces no es lírico, la temática es inusual, etc...Y además, aunque no sea relevante, no se han estrenado en un teatro de ópera.

Por tanto, es muy simple. Aura es un ejemplo de Teatro Musical Hispano. Un ejemplo diferente, sí. Pero no una ópera.

Utilicemos las palabras en su sentido musicológico y no en el que los autores quieren verse. Hasta ahora, y en lo que a mí respecta, no ha escrito ninguna ópera, sino obras de teatro musical. Que no musicales como se entienden. Y un ejemplo es la grabación que nos ha puesto.

2. Respecto del tratamiento de voces era mi indicación sobre Linda Gerrard. Una innovación sería la notación en partitura de las inflexiones vocales que produce y que la hacen única. Pero no hay nada de eso en la partitura. A Uds. y a Juan Carlos les parece maravilloso. Perfecto, pero no hay nada de innovación. Sí lo hay en Gerrard. Aunque sea otro estilo de música.

Para mí, lo de genial sí se lo regateo. Es un autor más. Pero no genial. Algo que dejo para otro tipo de compositores.

En cualquier caso, esto es una ópera moderna. Con un tratamiento orquestal exquisito y aunque no revolucionario, sí es innovador en ópera.


http://open.spotify.com/track/385fMZaDu6SWdPaSh9Di3E

Y esto, otra ópera moderna no innovadora ni revolucionaria, aunque escenográficamente si impacte.

http://www.youtube.com/watch?v=_NfoJ8EXeEE

Nada genial, pero es ópera contemporánea, por mucho que les pese a quienes aman la Segunda Escuela de Viena.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Lo importante no es el nombre, sino la rosa...

Anónimo dijo...

Sus argumentos son de 2do de la ESO. Tiene usted un concepto de ópera ridículo. Monteverdi no se perece a Wagner, ni este a Debussy. De qué habla usted? Aura se ha hecho, según leo, en teatros de ópera de media Europa y en Argentina. Su concepto de canto lírico es absurdo y sobre todo restrictivo a lo más tradicional y al pasado.
El mismo Fuentes dice que su novela aúna el terror con la necrofilia y el erotismo. Pero para usted no es ni terror ni ópera, y a mí qué? Puede decir misa. Pese a su insulsa crítica yo creo que Verdú ha hecho algo original, hermoso y muy personal. No sé por qué piensa usted que ha querido hacer una obra revolucionaria, ésa es su imaginación.
Su posición es rebajar el valor de esta ópera con argumentos peregrinos. Le noto cierta impotencia y envidia, mucha amargura. En lugar de atacar podría usted hacer algo constructivo.

Anónimo dijo...

¿A Ud. qué? Parece que le duele. Si a Ud. qué, no hubiese contestado. Gracias por darme la razón.

Anónimo dijo...

A mí sí me da igual; en épocas de postmodernos, retrógrados, tradicionalistas, amantes de la tonalidad y intelectualoides de pacotilla apostados en una nueva postpostmodernidad que cita a cantantes del pop y musiquillas pseudotonales tipo Pärt o Taverner, me sulfuro y digo NO, basta de palabrería estúpida.
Reivindique a sus héroes pop y postmodernos pero deje usted a otros creadores de los que tantos otros disfrutamos

Ismael G. Cabral dijo...

No voy a continuar en la diatriba contra el anónimo contrario a S-V porque suscribo lo dicho por el anónimo favorable a S-V. Sigo sin entender la aparición estelar de Lisa Gerrard en la conversación como tampoco me convence el término "teatro musical hispano". Prefiero quedarme con el de ópera. "AURA" es, a juicio de S-V, antes que otra cosa, una ópera, se estrenó en el ciclo "Operadhoy", y es tan ópera o anti-ópera como "FAMA" de Furrer o "Neither" de Feldman.

Lo verdaderamente llamativo es comprobar una vez más las iras que despierta en sus detractores S-V. Yo creo que es hasta positivo. Me juego algo a que un comentario discográfico de Alberto Posadas o Elena Mendoza no hubiera suscitado tanta inquina.

Anónimo dijo...

Seguramente no entiende lo que no quiere entender, porque ahora está muy claro. Pero veo que no se dan por aludidos. El problema no es Verdú, sino los que se creen musicólogos y tienen estos fallos.

Todos mis comentarios iban contra la crítica y lo he aclarado. No contra Verdú.

Pero en fin, se ve que los periodistas se piensan que por qué oyen música están autorizados a sentar cátedra.

Les recomiendo a ambos una vista al Grove. De veras, no hagan más el ridículo. Hacen Uds. mucho daño a la música. Y Sanchez-Verdú no necesita defensores de esta forma.

Anónimo dijo...

Por cierto. divShare ha sido obligado por el juzgado para citar los alojamientos de archivos. Lo digo por si ha sido Ud. quien ha puesto el enlace, lo cambie.

Ismael G. Cabral dijo...

Estoy abierto a cualquier rectificación, pero el Anónimo contrario a S-V no me ha convencido de nada. No soy musicólogo, lo que soy se explicita bien claro en el pequeño apunte biográfico del perfil. Escribo este blog como periodista y como persona apasionada de estas músicas. Lamento que no le gusten mis pareceres pero le rogaría que si no ha encontrado quórum aquí no proceda con exabruptos. Cordialmente.

Miguel Ángel R. dijo...

Yo soy un aficionado y amante de la música clásica de nuestros días, si se puede llamar así. La obra de Sánchez-Verdú me merece un respeto ilimitado por su calidad y originalidad. Sus éxitos y su juventud me reafirma todavía más en que estamos ante uno de los lujos de nuestra cultura musical española. No me puedo imaginar qué más cosas puede lograr.
Si a alguien no le gusta su música es perfectamente válido (a mí tampoco me gustan muchas cosas, pero no despotrico contra ellas, sino que les tengo gran respeto; son cosas estéticas). Sin embargo en este caso de Anónimo y otros lo que percibo es un rechazo gratuito, quizás personal, de envidia o lo que sea. Creo que eso demuestra que este compositor ha llegado muy lejos y que son bastantes los que desde la lejanía, hundidos en la desesperación, ladran contra Verdú. Los que no tienen esos problemas en cambio se rinden a su trabajo. No en vano basta con seguir la cartelera internacional de este compositor para ver dónde es reclamado. Que un anónimo más grite y patalee y digas esas vaciedades sobre eso del auraphone demuestra más aún mi tesis. Yo seguiré disfrutando de su música y de la de muchos otros. Gracias Sr. Gzlez Cabral por su interés, pasión y carácter sin medianías. Dice y escribe lo que cree y piensa. Y basta.

Juan Carlos G. dijo...

Ha sido muy interesante este debate, pero yo lo que veo es que nadie habla mal de Sanchez-Verdú, tan sólo de la crítica que parece que no utiliza las palabras adecuadas. Cierto que en este tipo de críticas, al igual que MundoClásico, las reseñas parecen bastante petulantes como para dar más enjundia al contenido y parece que se vuelve injustamente en contra de ese contenido.