Helmut Lachenmann (1935-)
1.- Accanto (1975/76)
2.- Consolation I (1967)
3.- Kontrakadenz (1970/71)
E. Brunner. Rundfunk-Sinfonieorchester Saarbrücken. H. Zender. (1)
Schola Cantorum Stuttgart. A. Arndt. S. Fink. H. Gschwendtner. M. Ranta, percusionistas. C. Gottwald. (2)
Radio-Sinfonieorchester Stuttgart des SWR. M. Gielen. (3)
Wergo 6738-2
Distribuye en España: Diverdi
Audición: Accanto
Excúsenme el excesivo personalismo del arranque de la presente reseña. Helmut Lachenmann (Sttutgart, 1935) representa, para quien esto firma, la más alta cima de la creación musical actual. A renglón seguido de tal afirmación está en su decisión continuar leyendo las palabras de quien no ve en el alemán atisbo de flaqueza u optar por buscar opiniones más ecuánimes y/o directamente críticas para con su obra. De lo anterior se deduce que apoyo plenamente la concesión del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento de Música Contemporánea. Porque como muy acertadamente argumentó Cristóbal Halffter al dar a conocer el galardón, “La música de Lachenmann, mejor que la de ningún otro, representa una frontera, ya que su obra está compuesta no sólo para captar la sensibilidad si no también la inteligencia”.
Discursos al margen, el premio supone un necesario aplauso para un compositor –esencial en el devenir de la música del siglo XX y aun hoy capitaneando el siglo XXI- cuya extensa trayectoria ha estado jalonada de encontronazos, no sólo con el público, también con buena parte de un sector crítico adocenado y que jamás comprendió la idea generadora de una obra que pretende ser “una reflexión crítica”, tanto de la música “como de la sociedad en la que se creó y para la que se creó”.
En época reciente y coincidiendo con una mayor difusión de su catálogo (a través de la discografía y de citas musicales en encuentros especializados) su obra viene mereciendo el aplauso entusiasta de sus seguidores (quienes a la hora de vitorearle rivalizarían en decibelios con hooligans de grupos de rock). A este respecto recuerdo con un pellizco de emoción la tunda de ‘bravos’ y aplausos que recibió Lachenmann en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid tras la interpretación, a cargo del Cuarteto Arditti, de su integral para esta formación en el ciclo Musicadhoy (17/02/2006). Es justamente esta organización, dirigida por Xavier Güell, la que más ha hecho por dar a conocer la obra del alemán en España. Su música ha sido atendida puntualmente desde el inicio del ciclo allá en 1996 hasta eclosionar en este 2011 en el Universo Lachenmann, epígrafe contenedor de la presente temporada que concluirá, en junio de 2011, con el estreno nacional de Accanto (1975/76), concierto del que esperamos dar cuenta en su momento en este blog. Por el camino queda la ejecución, en versión de concierto, de su única ópera, Das Mädchen mit den Schwefelhölzern, cuyos fantásticos resultados pueden admirarse, íntegramente, en una grabación que RTVE.ES alberga en su archivo on-line.
H. Lachenmann. Foto: P. Bordonaba / Musicadhoy |
Con motivo de su reciente 75 cumpleaños el sello Wergo ha traído al formato cedé uno de los registros discográficos más célebres consagrados a Lachenmann, el que en 1985 viera la luz en formato LP con las obras Consolation I (1967), Kontrakadenz (1971) y Accanto (1975/76). Esta última, subtitulada ‘Música para clarinete solo y orquesta’, representa uno de los momentos de mayor lucidez creativa del genio de Sttutgart. Y ante ella, 36 años después de su redacción, no cabe otra cosa más que celebrar el vigor y el poder de atracción de una obra endiabladamente perturbadora y provocativa en la historia de la música. Aunque los modos de la “música concreta instrumental” ya son claramente distinguibles en partituras predecesoras, en esta, todo su universo de tensiones, chasquidos, rasguidos, fricciones y colisiones resplandece como en un fogonazo abrupto e impresionante.
Alude Lachenmann a Hegel para operar a la inversa ("la belleza siempre permanece"), buscando la fealdad del timbre, el sonido oscurecido y agazapado en la sombra, que el alemán libera confiriéndole un protagonismo negado históricamente en la praxis musical. Esto es meridianamente apreciable en una obra como Accanto, en la que cita el Concierto para clarinete en La mayor K.622 de Mozart El autor de títulos como Ausklang y Tableau afirma que, a su juicio, la citada pieza del salzburgués “representa la encarnación máxima de la belleza, de la humanidad y de la pureza; pero al mismo tiempo es un ejemplo paradigmático de lo que yo considero escapismo en el arte, convirtiéndose la obra en casi un objeto para fetichistas”. Si para Schönberg “la belleza es una cortina de humo”, para el protagonista de este álbum, la música, la suya al menos, ha de proceder de un modo crítico, persiguiendo que la posmodernidad no cercene los logros de la vanguardia. Para ello violenta la sonoridad convencional y adopta una actitud de resistencia ante quienes proclaman una renuncia a la indagación en pos de un universo domesticado y soñoliento de sonidos en calma.
Pero en Accanto va más lejos. La concurrencia aquí del original Concierto mozartiano no se produce con intención alguna de parodia. Al contrario, Lachenmann demuele el original citándolo en muy pocas ocasiones. Las distancias entre las dos maneras de concebir la música parecen infranqueables. Y la composición escruta su nueva gramática permitiendo únicamente a una ventana imaginaria el traer a la audiencia fugaces instantes del concierto clásico a través de una cinta que reproduce fielmente unas pocas de sus notas. Queda así de Mozart únicamente una filigrana espectral, un espectro incapaz de sobreponerse a la abrumadora malla de una orquesta cuyos instrumentos son sometidos a una tensión extrema, forzando las tesituras y empleando técnicas insospechadas, realmente grotescas por la deformación sónica que producen.
Sorprende comprobar la vitalidad y relevancia que mantiene el registro que Wergo desempolva. Son sus responsables la Rundfunk-Sinfonieorchester Saarbrücken, con Eduard Brunner como solista y Hans Zender en la dirección. Pese a la absoluta novedad que suponía en su momento una partitura como Accanto, los intérpretes hacen suyo en la ejecución este universo explosivo. La toma de sonido es diáfana (pese a haber sido registrada en 1977) y Zender es capaz de encontrar innumerables climas en una composición que se ofrece con toda la carga fiera de provocación que parece emanar de cada nota. Con el paso de los años otros conjuntos igualmente referenciales llegarán a estos pentagramas, pero la asunción plena de su lenguaje deviene en una mayor ordenación y claridad instrumental: se pierde así el carácter enmarañado y el aliento convulso de una partitura que adquiere carácter de documento histórico.
No menos expresiva resulta una obra como Kontrakadenz para gran orquesta (1971). Otra formación de enorme peso en la difusión de la música de creación occidental, la Radio-Sinfonieorchester Sttutgart des SWR [igualmente clave en sus posteriores acercamientos discográficos a los legados de Beethoven, Brahms, Mahler y Bruckner, gracias a la insobornable personalidad de titanes del podio como Sir Roger Norrington y Michael Gielen] es la encargada de su interpretación, responsabilizándose de la dirección el ya citado Maestro Gielen. De "música negativa" tildó el desigual y regresivo Hans Werner Henze (1926-) una creación como la que nos ocupa, dando lugar a uno de los desencuentros personales y estéticos más enconados entre compositores de nueva música (que concluyó en 2010 con la asistencia y felicitación de Lachenmann a la ceremonia de nombramiento de Henze, Doctor Honoris Causa en el Royal College of Music de Londres).
H. Lachenmann felicita a H. W. Henze |
Kontrakadenz incide en el tiránico modo lachenmaniano de someter y resquebrajar el discurso musical, moviéndose en algunas zonas en el umbral de lo audible a la par que elabora una nebulosa de crujidos y efectos que dan un tono especialmente dramático a una obra reflexiva y militante. Coincide Lachenmann con Luigi Nono en su posicionamiento ético y político, no del modo explícito en que sí sucedía con el compositor de Intolleranza 1960, pero desde luego que el compositor de Sttutgart pretende agitar conciencias con su música, suscitar el debate, cuando no directamente la discusión, insistir con predisposición guerrillera en el papel provocador y escrutador que ha de tener toda expresión artística en la modernidad.
Entre una y otra composición instrumental intercala el registro de Wergo Consolation I (primera de un ciclo de tres piezas), redactada en 1967 para 12 cantantes (aquí la Schola Cantorum) y cuatro percusionistas. Es en esta temprana página de su catálogo donde el músico abraza más explícitamente los postulados de su colega veneciano. La obra utiliza como base literaria un texto fundamentalmente político del poeta marxista Ernst Toller y aunque en su exposición este se ofrezca fragmentado y alcance una elevadísima dosis de concreción y mutismo, no se llega aquí a la total abstracción de la semántica que acaece en Das Madchen. El himno contra el horror nazi y el miedo existencial es enunciado por el coro con un acompañamiento musical disonante que subraya la crudeza y el tono de denuncia. La estructura musical ya aparece aquí volatilizada, pero el verbo, a duras penas, aun sobrevive.
Tras este monumental registro el apasionado por la obra de Helmut Lachenmann queda a la espera del alumbramiento discográfico de nuevas novedades. Obras recientes como Schreiben (2003), Double-Grido II (2004) o GOT LOST (2007-08) continúan siendo inéditas en la fonografía, y otras creaciones anteriores como Air (1968-69), Harmonica (1981-83) o Staub (1985-87) presentan deficientes grabaciones o, directamente, tampoco han sido editadas. Ojalá alguna discográfica (¿Kairos?) subsane pronto esta ausencia. Quienes seguimos la música del autor alemán recibimos cada nuevo aporte suyo con la efusividad que merece el trabajo del más grande compositor vivo de nuestra era.