25 mar 2011

Jean-Baptiste Favory, 'Big Endings'

M. Mathar















Jean-Baptiste Favory (1967-)
1.- Big endings (2007) 3:05
2.- Leyendas urbanas (1997) 20:30
3.- La catastrophe d'assèchement (1999) 22:40
4.- Pour les voyageurs (2004) 16:45
Entr'acte
Distribuye en España: Arsonal

Audición: Leyendas urbanas

Resulta tremendamente adictivo perderse en las escuchas de las muestras de audio que propone la página web del sello inglés Entr’Acte, con su arsenal de novedades consagradas en la mayoría de los casos a creadores free-lance, artistas sonoros, improvisadores, músicos inclasificables, nombres de la nueva electrónica y compositores electroacústicos huidizos y a trasmano. Es el caso de Jean-Baptiste Favory (París, 1967), quien no es ningún recién llegado a la música de creación en tanto que sus primeras piezas datan de 1989 y su recorrido profesional le llevó, en tiempos, a trabajar de asistente de dos autores, uno muy grande, Luc Ferrari, y otro menos, Gavin Bryars. Previamente habrá sido alumno de Julio Estrada y Gérard Pape. Su paso por el CCMIX (Centre de Création Musicale Iannis Xenakis) y la fundación en 2007 del grupo, liderado por el compositor y director Paul Mefano, Circle for Liberation of Sound and Images, acaban por perfilar su ADN curricular.

Aunque editado en 2010, la comercialización del álbum Big Endings  en tiendas especializadas como Arsonal (España) y Metamkine (Francia) no ha comenzado hasta este año por lo que ya podemos ir sugiriendo que estamos ante uno de los trabajos llamados a ser considerados esenciales dentro de su campo (que en este caso concreto es huidizo; podríamos hablar de música electroacústica hibridada con una manipulación de los materiales cercana al arte sonoro)  de la cosecha de publicaciones de 2011, de la que también podemos apuntar otra referencia sobre la que aportaremos unas líneas próximamente: Still to be a storyteller, de Bernard Donzel-Gargand (Monocrome).

El abordaje musical de Favory, esto es, su posicionamiento estético, arranca con la miniatura que da título al cedé. Big Endings (2007) no es otra cosa que una coda puesta al comienzo, una traca que despide un universo sonoro gastado y debilitado por las leyes del marketing como es el rock y sirve de entrada a otro; el que abraza el músico francés, la propuesta de escucha reflexiva pero no exenta de placer auditivo que deriva de la música experimental. En este primer track se contraen múltiples estallidos de caos y violencia tomados de la conclusión de diversos temas de rock. Hilvanadas en miniatura estas bombas de frenetismo catártico simbolizan, bajo la perspectiva del músico, “el punto final de un género” que nació como una expresión artística bajo los presupuestos de la innovación y la rebeldía pero cuyo desarrollo se ha empeñado en no hacer caso a tales premisas. Añadiremos nosotros que el oyente atento hallará en la ‘música contemporánea’ (de Nono a Lachenmann, de Berio a Cristóbal Halffter…) infinitas muestras de auténtico y radical compromiso con la historia y sus avatares, de mucho mayor calado que las que derivan de la esfera del pop-rock.

Las dos piezas que verdaderamente retratan a Favory en toda su magnificencia llegan después. Leyendas urbanas (1997) y La catrastrophe d’assèchement (1999). La primera deriva de su estancia como compositor residente en la ciudad mexicana de Monterrey. En definición, la obra propone un típico paisaje de ciudad: sonidos de agitación urbana se mezclan con otros tomados del árido desierto que circunda el lugar, fragmentos de tumultuosos clubs nocturnos anteceden al canto de los insectos de Sierra Madre. El paseo dista enormemente de ser plácido porque el francés condensa el material al máximo, lo altera, asfixia los retazos literarios y nos entrega un intenso collage que mueve a antojo logrando desviar la atención a contradictorias y antagónicas situaciones/ubicaciones. Los fragmentos poéticos descontextualizados y la aparición deformada de músicas populares nos sitúan ante la difícil diatriba de decidir con qué lugar nos identificanos.

Como La catástrofe del secado podríamos (mal) traducir con ínfulas de literariedad la composición que sigue. Explica el compositor que la concibió en su propio estudio (denominado Stu-Stu) de forma bastante instintiva tras la lectura del libro de Sándor Ferenzci, Sex in psychoanalysis. Hay en ella un abstracto retrato de lo que podría ser la evolución de toda criatura viva, desde su concepción hasta la muerte. Al contrario que en la anterior obra, resulta en esta más complejo asociar argumentario y sonidos, por más que ciertos eventos nos hagan pensar en otras creaciones electroacústicas en las que también la fisicidad y lo orgánico alcanzan un peso extremo, como en los abrasivos precedentes que suponen las piezas Zénith (1999), de Louis Dufort y Catachresis (1987), de Gerard Pape, ambas conforman junto con La catastrophe... de Favory una tríada de obras cuya audición continuada respaldaría una tesis sobre el concepto de “génesis” y su evocación fantástica en la música de vanguardia. Los sonidos de los cuatro elementos -aire, fuego, tierra y agua- y otros procesados de la improvisación sobre instrumentos como la tabla hindú confieren al trabajo unas sonoridades concretas que contrastan con el tono documentalista de la obra que la antecede en el disco.

Sonidos metálicos y artificiales, como de cajas de música, secuencia apagada que se resiste a su extinción, Pour les voyageurs (2004) es el último escalón de este Big Endings, y también la composición más inesperada de todas. Después del tono expansivo y aguerrido del material precedente a este último track, nos encontramos con una pista que navega entre el ambient y lo que bien podría ser el resto auditivo de una instalación sonora. Pensamos en Robin Minard y sus espacios bisbiseantes, pero también se nos viene a la memoria la languidez repetitiva y mecanicista de una joya como Madrigale, de Aldo Clementi. La última invitación de Favory parece querer demostrarnos la necesidad de su autor de no adherirse plenamente a un modo compositivo: las cuatro tarjetas de presentación de este gozoso álbum de Entr'Acte nos dejan con ganas de más.

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