6 abr 2011

Arsène Souffriau, 'Expériences BIMES'





















Arsène Souffriau (1926-)
Expériences BIMES
CD 1: Trois études pour Maldoror
          Feu d'artifice
          Metastasis
          Etude Nº2 pour 2 pianos préparés
CD 2: Un monde en création
          AS980804
          Mutations
          Incantation
          Rosio Kama
CD 3: Imaginaires irisées
         Attente
Metaphon
Distribuye en España: Arsonal


Audición: Incantation (Opus 291, 1981, 13'14'')

La exhumación de obras de la prehistoria de la música electroacústica y el arte sonoro arroja, en la mayoría de los casos, resultados excelentes. Y si cuando nos referimos al momento actual del género la discografía es enormemente prolija, casi apabullante, no lo es menos si de lo que se trata es de sumergirse en el pasado de una forma de concebir y pensar la creación sonora que tiene ilustres olvidados por el camino.

Al margen del sancta santorum de la composición electroacústica (ponga aquí cada cual su Demiurgo, llámese Pierre Henry, Karlheinz Stockhausen, Bernard Parmegiani…), la mirada atrás sirve para asistir, en muchos casos a un total alumbramiento, de obras que, en su mayoría, nunca vieron la luz más allá del estudio o laboratorio donde fueron concebidas. Y si lo hicieron su difusión no fue más allá del estreno puntual en un festival hiperespecializado (esto es, un reducto todavía más marginal que el que constituyen históricamente el grueso de los certámenes consagrados a la música contemporánea instrumental).

En un relativamente escaso margen de tiempo hemos podido disfrutar de ediciones de auténtico lujo como las que dedicó Basta Records a la obra de Dick Raajimakers o la más reciente a mayor gloria del interesantísimo compositor holandés Henk Badings, cuya creación en el ámbito de las computadoras no desmerece en modo alguno su quehacer en la elaboración de sinfonías y obras concertantes también hoy al alcance gracias a sellos rescatadores como CPO. Le toca el turno ahora al belga Arsène Souffriau de cuyo arcón rebosante de música ha venido a hacer patria el incipiente sello belga Metaphon, en una limitada y lujosa edición en caja revestida de tela de tres álbumes (en LP y CD, estando agotada ya en el primer formato) de no más de 300 copias.
 
Alberga el libreto de la publicación una curiosa imagen que une en el mismo encuadre a Ennio Morricone y a Arsene Souffriau, quien se prodigó como músico de cine de corte experimental en cintas de arte y ensayo y documentales. En la instantánea ambos compositores miran con delectación un reproductor de cinta magnética en la que –se nos cuenta- se oía una pieza del belga. La actitud sonriente en exceso y la postura adoptada con los brazos cruzados del célebre autor de innumerables bandas sonoras, que contrasta con la mirada expectante de su colega, parece, leyendo entre líneas, confesarnos el desinterés que aquellos sonidos átonos y cibernéticos produjeron en el italiano.
 
A grandes rasgos la anécdota dibuja bien la situación vital que siempre padeció Souffriau. Convencido de la marginalidad de su propuesta, el músico decidió vivir de su tarea como ingeniero de sonido en la Televisión Nacional de Bélgica y llevar una vida paralela como creador casi de ámbito privado. Su nombre únicamente se haría visible en algunas citas musicales de Bruselas y en el tristemente desaparecido por la crisis Festival de Música Electrónica de Bourges. En cuanto a la notoriedad esta le llegaría de forma un tanto extemporánea por mor de su aportación a un álbum de pop psicodélico editado a finales de los 60 por los hermanos Jess & James.

El tiempo libre del que disfrutó (y disfruta pues por fortuna sigue entre nosotros) Souffriau lo ha venido concentrando en su propio estudio BIMES (Bureau d’Illustrations Musicales, Electroniques et Sonores), donde han sido concebidas todas las composiciones que nos presenta Metaphon y que forman parte de un catálogo de más de 500 obras de las que 430 son electrónicas y, siguiendo con cifras, de las que sólo 42 han sido publicadas en vinilos hoy prácticamente inencontrables.

El disco que propicia estas líneas propone una docena de composiciones, todas electroacústicas con la salvedad de la que disponemos en audición, Incantation, que añade ondas martenot, tcheng y tres percusionistas y Mutations, para coro mixto, dos pianistas, tres percusionistas y sonidos electrónicos. La primera de ellas, fechada en 1981, es una creación de enorme peso en el catálogo de piezas concebidas para el instrumento ideado por Maurice Martenot. Obra de carácter ritualista y ceremonial que incluye sonidos guturales de los músicos y que pese a lo muy datado de algunas de sus sonoridades mantiene su capacidad de impacto. Parece como si Souffriau quisiera adelantarse al futuro, asegurar la permanencia de sus piezas y para ello cincelara los sonidos, los esculpe despojándolos de rugosidades, como luego veremos en las obras más recientes aquí recogidas.

En el primer álbum se presentan trabajos fechados en el marco temporal 1962-1964, de entre los que sobresalen los sorprendentemente muy musicales Trois études pour Maldoror (aunque sólo escuchamos dos), la riquísima en sonoridades y auténticamente adelantada en tímbrica y contenido Feu d’artifice y la terrosa y planeante Metastasis, cuya audición pareja con la partitura homónima de Iannis Xenakis resulta muy enriquecedora por cuanto ambas aspiran a erigir en música la misma idea generadora.  De menor interés es el Etude Nº2 pour 2 pianos préparés por cuanto la literatura para este cagiano instrumento es tan soberbia que poco aporta el tanteador, indagativo aporte experimentalista de Souffriau.

Del disco segundo destacaremos la composición que abre el cedé, Un monde en création, obra sin número de opus ni fecha, cuya agitación interna nos remiten a lo que podría ser el precedente ejemplar del trabajo acusmático de un Francis Dhomont, tal es el grado de refinamiento que alcanza la música del belga aun perteneciendo a una época todavía muy primaria en lo que concierne al desarrollo de los sonidos electrónicos. A este respecto, la miniatura Rosio Kama (1988), ejemplo de música digital y procedimientos de síntesis, abren la puerta a un creador enormemente estilizado y, se diría, hasta planeante sin circunscribirse jamás a una estética que no fuera la suya propia.
 
El recopilatorio se cierra con un tercer álbum con dos únicas piezas. La primera, Imaginaires irisées, de 1982, está ya muy lejos formalmente de las composiciones que escuchamos al comienzo. Se trata de una luminosa obra cuyo autor pretendía que su sola audición -superior a los 25 minutos- nos alimentara imágenes iridescentes, como un gran cuerpo celeste sonoro y estático en el que habitamos apenas si por un rato y donde cualquier atisbo de desarrollo se desestima en pos de la cualidad casi física de la música.

El opus 409, Attente, de 1992, retratan a un compositor, Souffriau, vocacionalmente ajeno a la academia. No es en modo alguno ambient lo que propone este último escalón, como tampoco encaja en las propuestas ambivalentes, meditativas e inquietas de autores como Stephan Mathieu o Jason Kahn. Aquí, cerrando un arco de 40 años, el belga sacrifica lo artesanal de su creación anterior (música concreta, improvisación y medios analógicos) para enmarcar su obra dentro de la música digital pura: se pierde sensación de espontaneidad pero se gana una obra que, de ser conocida por los paladines de la 'nueva electrónica', bien podrían sumarla a tal causa. Música espacial de clima enrarecido e impacto prolongado.

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