Christina Kubisch (1948-)
1.- Mono Fluido (1981) 31:24
2.- Ocigam Trazom (1985) 09:00
Christina Kubisch, interpretación, grabación, electrónica, edición
Important Records (Imprec327)
Audición: Ocigam Trazom
Dentro de la todavía escasamente nutrida nómina de  compositoras y artistas sonoras de primera fila merece un puesto  preeminente la alemana Christina Kubisch (Bremen, 1948). Pese a tratarse  de una creadora con una intensa dedicación al mundo de los sonidos -algo de lo que da buena cuenta una generosa discografía que supera la  decena de cedés con buena distribución internacional- el provenir del  ámbito de expresión plástica hacen que su nombre no haya trascendido aun  como debiera y permanezca loada y distinguida dentro de los márgenes del trabajo  multimedia. Espacio, luz y sonido serán los elementos que jueguen un papel  fundamental en su obra.
Formada como compositora  ‘clásica’ y flautista, Kubisch realizó un recorrido académico que la  llevó por Hamburgo, Graz, Zürich, Milán y Darmstadt –donde atendería las  clases de Mauricio Kagel-. Precursora a partir de la década de los 70 del  pasado siglo en la experimentación y aplicación de la inducción  electromagnética a la música, ha desarrollado una intensa dedicación al  mundo de la instalación sonora –de cuyas piezas en este contexto  proviene buena parte de su discografía- así como también ha sido pionera  en lo que ha dado en denominar 'Electrical Walks', una serie en la  cual la audiencia es invitada a pasear por diferentes lugares llevando  unos auriculares especialmente diseñados que responden sónicamente a los  campos eléctricos del entorno (sistemas de seguridad, móviles,  ordenadores, antenas, sistemas lumínicos y otros componentes  electrónicos).
El sello norteamericano Important  Records –uno de los principales valedores de la obra de Kubisch- acaba  de publicar sendos álbumes que recogen el pasado y el presente del  quehacer compositivo de la artista germana. De un lado, Magnetic flights  [escuche un fragmento aquí] documenta en un par de extensas piezas  -Magnetic flights y Double  scanning- las grabaciones de interferencias y campos electromagnéticos  recogidas en aeropuertos y aviones con unos auriculares especialmente  diseñados para captar y amplificar unas señales que por sus frecuencias,  por sus intermitentes loops y por las vibrantes sonoridades que emanan  resultan mucho más ‘musicales’ de lo que cabría esperar.
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| Christina Kubisch | 
Un rumor de Luigi Nono -el de Post-Praeludium per Donau (1987)- parece atisbarse en Mono Fluido (1981). Acaso porque el sonido de la flauta (alta y baja, tan cercana al universo del autor de Prometeo), interpretada por Kubisch, está en la base de una composición en la que también se cuela el bisbiseo de unos tubos de plástico colgados y movidos por el aire, las grabación tenue y confusa de un limpiaparabrisas, el sonido del cristal y el de la propia respiración de la compositora.
En 1980 Kubisch trabajó con el video artista Fabrizio Plessi en la elaboración de la banda sonora del filme experimental Liquid Movie.Tomando como base el grueso del material compuesto para el audivisual, la compositora dio forma a una pieza de música pura, Mono Fluido [un fragmento de la cual puede escucharse aquí]. No hay nada nuevo en ella. Y, probablemente, el recuerdo de su audición únicamente perdure mientras nos exponemos a ella. Pero es una composición a la que estamos llamados a volver en más de una ocasión. Se trata de un paisaje sonoro intenso, sofocante en algunos instantes, en otros más abiertamente ambient. Las fuentes se encuentran tan enmascaradas por la edición que resulta complejo jugar al reconocimiento. Mono Fluido evoluciona serenamente a lo largo de treinta minutos y hay en ella algo que nos perturba y atrapa por igual. En todo caso, y desde un punto de vista puramente reflexivo, conviene valorar con justeza los recientes aportes de los, en ocasiones sobrevalorados, Stephan Mathieu, Kenneth Kirchner y Richard Chartier, actualizadores de un ambient pesante, silente a veces, y taciturno, casi siempre atractivo, teniendo como antecedente una creación pionera y anunciadora como esta de Kubisch, cuya estela estética permanece hoy, más de tres décadas después de su concepción, plenamente vigente.
Quien  busque en Ocigam Trazom (Il Flauto Magnetico) (1985) una respuesta  contemporánea a la mozartiana Flauta Mágica no la encontrará aquí. Pese a  que la composición surge como una respuesta de la compositora al  encargo realizado con motivo de una exposición en 1985 alrededor de unas  funciones de la célebre ópera que se llevaron a cabo en el Teatro alla  Scala de Milán, Kubisch pretendió releer las claves de la obra original  desde una óptica actual por medio de una instalación que daba cabida a  más de mil metros de cable eléctrico azul, auriculares construidos  específicamente, reproductores de cintas de casette y amplificadores.  Ubicados todos estos elementos en el “teatro espacial e imaginario”  (dixit) de una sala neutra, se invitaba al oyente a pasear por la  instalación, dividida en zonas (cada una con el nombre de uno de los  personajes de la ópera) experimentando su propia  representación/actualización sonora. 
Como es  habitual en Kubisch los elementos sonoros de partida son abundantes y  heterogéneos: los maullidos de un gato, registros sonoros del  sintetizador EMS, una voz de ópera y las grabaciones distorsionadas de  la plegaria de un almuédano, cantos de pájaros y sonidos de distintos  aparatos electrónicos. En 2009, la creadora realizó una nueva  reelaboración de aquellos materiales –ya previamente recompuestos con  destino a la referida instalación sonora- que es la que podemos escuchar  ahora. Por lo conciso de la pieza (nueve minutos exactos) los cambios  se suceden a una velocidad no habituada en la música de la autora,  provocando así un efecto sorpresa por cuanto que los eventos sonoros  parecen ensamblados, casi pegados, uno detrás de otro, de una manera un  tanto rudimentaria pero prestando cuidado a la idea de mantener una cierta  lógica discursiva. No es la creación más representativa de Kubisch, pero  sí una estupenda muestra de arte sonoro que convence por el descaro y  sinceridad con el que parece estar elaborado este collage de diversas y  antagónicas fuentes que nos imanta sin mayores explicaciones.

 
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