16 abr 2011

Karlheinz Stockhausen, 'SONNTAG aus LICHT'. Estreno: Oper Köln (9/10-04-2011)

La Ópera de Colonia (Oper Köln) apostó fuerte por Karlheinz Stockhausen y el resultado, dado a conocer los pasados 9 y 10 de abril, ha sido el estreno operístico del año y, de lejos, uno de los acontecimientos escénico musicales más potentes de los últimos años. La empresa, sobre el papel, no parecía nada fácil. De un lado nos encontramos con la compleja lírica del compositor alemán, más cercana a un concepto híbrido que maridara oratorio y teatro musical que ópera en sí misma. De otro, ni el más conspicuo fan del autor de Momente podrá negar que SONNTAG aus LICHT (DOMINGO de LUZ) es el episodio musicalmente menos convincente de su heptalogía.

Pese a todo, era necesario, había que dar luz a SONNTAG. Es posible que desde un punto de vista puramente auditivo no sea este el trabajo más sugerente del genio de Mödrath [algo que matizaremos tras experimentarlo en vivo], pero para su creador era el punto culminante de un trabajo que le llevó 26 años de dedicación (1977-2003). Era la ópera de y para Dios (Gott), el lugar al que confluyen toda la inmensa panoplia de personajes, fórmulas, melodías, colores, olores y gestos que atraviesan ese opus magnum totalizador y fascinante que es LICHT.

Sin dudarlo ni un segundo, buena parte del éxito de público y del impacto que está teniendo y podría llegar a tener (de visualizarse en el futuro más allá de las funciones de estreno) es debido a la compañía catalana La Fura dels Baus. Quien esto firma es desde hace muchos años firme defensor y entusiasta de las propuestas y artefactos escénicos del grupo. Su querencia por la experiencia física, por la provocación al espectador, por su pertinaz y contundente loa a la tecnología y a la violencia ha originado producciones de calibrado impacto: de Noun (1990) a F@ust 3.0 (1998), de XXX (2001) a Imperium (2007). Desterrado por disfuncional en la mayoría de las ocasiones el teatro de texto, el lenguaje furero proponía de forma visionaria (ya desde su misma fundación allá en 1979) una nueva manera de relacionar al espectador con la acción, erigiéndolo en coprotagonista aturdido (bien por su participación bien por la obsesiva contemplación) de las acciones.

DONNERSTAG aus LICHT(JUEVES de LUZ) se estrenó en la Scala de Milán en 1981 con Luca Ronconi y Gae Aulenti como respectivos responsables teatrales y escenográficos. Hoy aquella plasmación tendente al cartón piedra y al gigantismo de la obra maestra de Stockhausen nos parecería insostenible. El alemán, poco antes de morir, había conocido el trabajo que La Fura venía haciendo en el campo de la lírica (La condenación de Fausto -Berlioz- , D.Q. en Barcelona -Turina- , La flauta mágica -Mozart-, Los Troyanos -Berlioz-… a las que siguen en la actualidad El Gran Macabro -Ligeti-, Oresteia -Xenakis- y Quartett -Francesconi-) y soñó contemplar qué podría surgir de la fusión de su cosmogonía con la imaginería furera.

La primera comprobación fue, desgraciadamente, a pocos meses de su fallecimiento. En mayo de 2008 el festival austriaco Wiener Festwochen ponía en escena Michael Reise (El viaje de Michael), segundo acto de DONNERSTAG. La unión entre la música del compositor alemán y el lenguaje tecnológico-futurista de La Fura  resultó impresionante. El éxito, repetido también en Colonia y en Venecia, acabó por determinar la puesta en marcha de la maquinaria que ha hecho de SONNTAG aus LICHT una realidad.

Escrita entre 1998 y 2003, SONNTAG se desarrolla en cinco escenas con la singular característica de que la última de ellas transcurre simultáneamente en dos espacios interconectados, lo que supone que el público debe experimentarla en sendas ocasiones para poder tener una idea cabal del diálogo que propone Stockhausen. Como séptimo día de la semana, SONNTAG representa la jornada de DIOS, para el compositor una suerte de divinidad energética creadora de la naturaleza. También acaece aquí la unión entre Michael y Eva (arquetipos del hombre y la mujer) y Lucifer. Todos ellos representan las fuerzas cósmicas fundamentales que durante siete jornadas han vagado a través de una epopeya donde colisiona la atracción sexual, el ego y la psique, la pasión y la razón.

Hubiera sido demasiado fácil para La Fura (con el inquietísimo comandante Carlus Padrissa a la cabeza seguido del equipo habitual: Roland Olbeter, Franc Aleu y Chu Uroz) repetir aproximadamente el esquema futurista y fiel que tan bien les funcionó en su realización escénica del Anillo del Nibelungo de Wagner. Sin embargo, y tras un profundo estudio de la partitura y sus infinitas posibilidades, Padrissa & Cía han logrado exprimir el espacio escénico (concepto fundamental para Stockhausen desde su obra Gruppen), ser pulcramente fieles a toda la carga de explícita religiosidad de la partitura y plantear con excelencia un reto apasionante: unir alrededor de SONNTAG la Fura ritualista primitiva con la Fura futurista e hipertecnologizada de la actualidad. El aplauso final no sólo perteneció al público que asistió atónito a las dos jornadas (el estreno se dividió en dos días dada la extensión de la obra, alrededor de seis horas), más fue compartido con palmaria emoción por las máximas valedoras/veladoras de la Fundación Stockhausen para la Música (Stockhausen-Stiftung für Musik),  Kathinka Pasveer y Suzane Stephens, sin las cuales no podría entenderse buena parte de la música del genio.


Lichter-Wasser. Oper Köln. K. Lefebvre.

Yendo al detalle, SONNTAG, para cuyas representaciones se ha prescindido del edificio de la Ópera de Colonia a favor del Staatenhaus, un gran palacio de congresos multiusos ubicado en un extremo del Rheinpark, arrancó con Lichter-Wasser (1999). En ella se representó la unión mística de Eva y Michael en un espacio circular donde el público reposó en tumbonas que permitían mirar al cielo de manera análoga al posicionamiento en un planetario. “El agua representada por Eva es un icono en forma de géiser formado por 7 mujeres, con la cantante solista en lo más alto y 6 bailarinas que mueven sus brazos a modo de diosa oriental. La luz representada por Michael, un ser luminoso y deslumbrante, gira a su alrededor volando encima de una grúa que le permite rotar 360 grados sobre su eje. Los dos protagonistas se mueven bajo la rotación de los planetas y el tiempo relativo en el espacio interplanetario”, explica La Fura.

El conjunto Musikfabrik se transmutó en 29 cosmonautas instrumentistas que también ejecutaron su particular coreografía de movimientos –incluída la célebre rotación de cada solista- bajo la batuta de un disfrazado Peter Rundel en cuyo atuendo –como en el de los músicos- podían advertirse los símbolos que Stockhausen diseñó para cada una de sus óperas y el nombre del propio compositor. El resultado alcanzó cotas de excelencia en la fusión del audiovisual con los ritualistas movimientos de los cantantes –con reminiscencias del teatro nō japonés- . Espectacular la prestación de Anna Palimina (EVA), soprano coloratura de torrenciales agudos y enorme credibilidad en su alucinógeno papel, henchido de mímica y teatralidad. Conocida es la vinculación del tenor Hubert Mayer con el universo Stockhausen (escúchese Himmelfahrt, hora primera de Klang). Su vocalidad, permeable a la contemporaneidad y a la música antigua, otorgan a su timbre una natural ligereza que no le hizo esquivar los saltos interválicos de la partitura ni los súbitos descensos al agudo.


Engel-Prozessionen. Oper Köln. K. Lefebvre.
Sin salir de la misma sala circular, creada ad hoc para estas funciones, y ubicados en las mismas tumbonas llegó luego Engel-Prozessionen (2000), una obra para coro a capella que dispone siete grupos vocales alrededor del público; entre ellos unos coros que representan a los ángeles y que se van desplazando por la sala hasta su encuentro final. Quedó en el tintero la pregunta a Padrissa por la narrativa galáctica que más ha calado en su posterior concepción, si Star Wars, Star Trek o, más probablemente, Dune. Sea como fuere, en esta segunda escena de SONNTAG fue visible una plástica eminentemente deudora de la ciencia-ficción, con desfiles de ángeles (coralistas) en la oscuridad ataviados con expresivos trajes de luminosos colores (firmados por Chu Uroz) y punteados por flashes de luz. El director de la ejemplar Cappella Amsterdam, James Wood, hizo las veces de maestro de ceremonias, siendo transportado en un vehículo espacial por toda la sala y conduciendo a los diferentes grupos desde diferentes puntos escénicos.

Licht-Bilder (2002/03) para tenor, basetto, sintetizador, flauta, trompeta –con moduladores de anillo- y proyección sonora es la tercera escena de la ópera y también la más endeble de toda la obra. Sobre un suelo de agua, Eva se desdobló en flauta y basetto y Michael en voz de tenor (nuevamente Hubert Mayer) y trompeta. El tenor canta sus alabanzas a Dios mientras que frente a él transcurre toda la creación en sus diferentes manifestaciones, desde la piedra hasta el universo. El video artista Franc Aleu ha dado luz a una imponente colección de imágenes en 3D (quien esto firma puede asegurar que jamás había disfrutado de una tridimensionalidad tan palpable) que acompañan el extensísimo parlato de Michael, consagrado a la exposición de todos los conceptos religiosos y panteístas que transitan LICHT y que se corresponden con la firma creencia de Stockhausen acerca de la omnipresencia de Dios en todas las cosas y seres vivos. La Fura animó esta tercera estación, sin duda la más complicada de asimilar y comunicar desde un punto de vista musical y escénico con una coreografía de 20 bailarines que homenajeaban al agua, la tierra, el fuego y el aire y cuya súbita aparición tras una pantalla establecía una doble virtualidad: 3D ficticio frente a 3D real.


Düfte-Zeichen. Oper Köln. K. Lefebvre.

Si en Licht-Bilder, La Fura cambia el espacio circular de las dos primeras escenas por un improvisado teatro a la italiana, el recurso se repite en la cuarta parada, Düfte-Zeichen (2002), auténtico tour de force para La Fura que resolvieron de manera sobrecogedora levantando las primeras ovaciones. Se mantiene en todo ella el carácter litúrgico de loa a Dios que domina toda la ópera, acentuándose más si cabe su tono ritualista que Padrissa, consciente o no de ello, acabó entroncando más con la imaginería de lo que podría ser una misa celebrada por entidades extraterrestres. Aquí las voces cantan a los siete aromas aunando mitologías de siete culturas históricas y signos de cada día de la semana. Los pasajes vocales tienen una fuerte impregnación simbólica y evocativa, lo que aunado a la lóbrega iluminación de buena parte de la escena, al fuego y al agua presentes con todo realismo durante su metraje, a los olores que invadieron la sala por mor de siete inciensarios y al catálogo de electrizantes y sorprendentes gestos que los cantantes debieron aprehender dio como resultado un instante mágico y de desasosegante belleza, acaso uno de los trabajos más redondos y arrebatadores del grupo. Ayudó y no poco la aparición conclusiva de un robótico caballo blanco –con el inequívoco sello de Olbeter- encargado de subir a Michael niño al cielo.

Del apartado musical se encargó un elenco en el que sobresalió la soprano Csilla Csövari, de hermosa voz y gran presencia escénica y el tenor más trabajador de todo el cast, Hubert Mayer quien nuevamente hizo frente al soliloquio más complejo que escribe Stockhausen en la partitura. El muy stockhausenciano barítono Jonathan de la Paz cumplió con suficiencia su rol, como también la soprano Maike Raschke y el tenor Alexander Mayr, aunque a ninguno de ellos se les exige dificultades notables. Mal en cambio la contralto Noa Frenkel. Sorprende que una de las voces más dolientes y prístinas de la referencial grabación de Prometeo (Luigi Nono) del sello Col Legno no fuera capaz aquí de ir más allá de un feo timbre con tendencia a la zona baja y a una excesiva impostación. En el sintetizador, otro músico del círculo de Stockhausen, Benjamin Kobler tocó asistido en la difusión por Kathinka Pasveer la endeble partitura, fastuosa y acertada en la originalísima y afectada vocalidad pero ciertamente menor y muy naïf en lo tocante a los sonidos que emanaron del sintetizador.


Hoch-Zeiten. Oper Köln. K. Lefebvre.

Por fin Hoch-Zeiten (2001/02), creación mayor de Stockhausen y el momento de mayor valía puramente sónica de todo SONNTAG. Escrita para coro y orquesta, en ella se celebran unas bodas entre cinco grupos corales que entonan canciones de amor. La unión de Eva y Muchael fue representada por la fusión de dos espacios que representaron los dos cuerpos: la sala A circular para el cuerpo de Eva que alberga el coro, la Sala B teatral para el cuerpo de Michael que alberga la orquesta. El espacio A representa el día, la tierra, la palabra, el ego, la razón, la acción, el lado izquierdo del cerebro. El espacio B la noche, el cosmos, la música, el instinto, los sueños, la utopía, el lado derecho del cerebro. Los dos espacios se unieron por videoconferencia creando una suerte de vínculo místico.

En el primer espacio La Fura adaptó a la mística de Stockhausen y a la seriedad implícita en toda ópera su capacidad para interaccionar con el público. Despejada de tumbonas el público transitó  a antojo por todo el espacio mientras contemplaba distintas coreografías de otras tantas culturas. Emerge el caballo volador con Michael ángel sobre él y se representa la alianza de civilizaciones mediante lo que pareció ser la construcción de un habitáculo común dentro del cual pudieran convivir público y personajes étnicos. En el debe queda el recurso a una versión grabada del coro. Lo ambicioso y costoso del proyecto no llegó para sufragar a un segundo y gigantesco coro y, así, Kathinka Pasveer difundió por los altavoces la referencial grabación de la obra a cargo del WDR Rundfunkchor en medio del cual se iba intercalando en riguroso tiempo real los aportes instrumentales del Musikfabrik que llegaban, tecnología mediante, desde el otro extremo del Staatenhaus.


Hoch-Zeiten. Oper Köln. K. Lefebvre.

Sobre el mismo suelo de agua de Licht-Bilder y Düfte-Zeichen, cinco pequeños grupos instrumentales conducidos por otros cinco directores musicales –todos ellos preparados por Peter Rundel- tocaron en el espacio B la partitura orquestal de Hoch-Zeiten. Se respetaron aquí los movimientos coreográficos pensados por Stockhausen para los diferentes duetos que realizan los instrumentistas –siempre en pos de la imagen de comunión que pretende ofrecer la escena- . No del todo comprensible resultó una cierta querencia humorística que La Fura se permitió con lapidarias frases relacionadas con los ángeles y la música cósmica amén de una simpática broma que llevaba pensar a los espectadores del espacio B que aun no habían estado en el espacio A que a aquellos se les estaba sometiendo a todo tipo de reverencias religiosas, como abducidos finalmente por el clima de la ópera. Es bien conocido y así ha quedado anotado por algunos de los musicólogos y críticos más cercanos al compositor que éste siempre gozó de un sanísimo sentido del humor por lo que hemos de aceptar estas ligerezas habiendo contado, para despejar cualquier género de dudas, con la aprobación y el aplauso de Pasveer y Stephens.

El epílogo, Sonntags-Abschied (2001/03), música electrónica desarrollada por cinco sintetizadores que ejecutan una versión diferente de la quinta escena, Hoch-Zeiten, se ofreció casi como sonido ambiente. El público deambuló por las instalaciones y se asomó a la fuente del Rheinpark, en las inmediaciones del edificio, mientras que a los pies del Staatenhaus se sobreimpresionaba la palabra SONNTAG. Válido pero hubiera sido más deseable otra solución que permitiera una mayor atención a la riquísima polifonía digital que propone este último peldaño con el que concluye LICHT.

Las sensaciones tras asistir a un espectáculo gigantista y genial como este difieren de las que uno pudiera extraer tras la exposición a otros grandes títulos más convencionales en fondo y forma. Queda en el aire la hoy día más que dudosa posibilidad de cumplir el anuncio de llevar a escena las siete óperas en la Scala de Milán en 2015 con motivo de la Exposición Universal. Crisis obliga. Sí que parece más plausible, dado el entusiasmo generalizado entre las fuerzas de la Oper Köln, poder ver en Alemania en un par de años MITTWOCH aus LICHT (Miércoles de LUZ), entrega que, tras SONNTAG, es la única que permanece inédita en su totalidad en su versión escénica (entre otras cosas por su costosísima tercera escena, Helikopter-Streichquartett). Contemplar MITTWOCH al trasluz de la imaginería furera supone uno de los sueños más acariciados por cualquier seguidor del compositor.

Asegura Kathinka Pasveer que, “a través de su obra Stockhausen siempre soñó con un mundo más humano”. En efecto, al margen de fuegos artificiales y en la enriquecedora soledad de la audición discográfica a ciegas, las visiones de futuro del alemán nos competen a todos. Y del mismo modo que Beethoven a través de Schiller en la Novena Sinfonía apostó ingenua y voluntariosamente por la fraternidad universal, hoy, como oyentes del siglo XXI las partituras del creador de LICHT son capaces de tocarnos a varios niveles, en lo intelectual, en lo puramente musical, y también a nivel espiritual. Su música, a la postre, nos hace mejores personas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Su música, a la postre, nos hace mejores personas.